Hace tres años, Marcos Gómez adquirió un Citroën C4, un vehículo de la reconocida marca francesa que prometía fiabilidad y seguridad. Lo que desconocía en ese momento era que, apenas unos meses después, se convertiría en un cliente asiduo de los talleres de la empresa, un hábito que se extendería hasta finales de 2024. Y siempre por el mismo problema.
Poco tiempo después de la compra del automóvil, Gómez empezó a notar un ruido peculiar en el eje delantero del coche, un chasquido fuerte y seco que se hacía evidente al frenar o girar el volante. “Es un ruido que parece que algo va a romperse, y lo escuchan tanto quienes están dentro del coche como los que están afuera”, comenta, recordando las primeras veces que llevó el vehículo al servicio oficial en busca de respuestas. No obstante, la respuesta fue invariable. Los técnicos consideraban el ruido “normal” y le devolvían el coche sin ninguna reparación significativa.
Un riesgo de accidente
Así comenzó el periplo de Marcos Gómez por los talleres oficiales de Citroën, donde fue derivado de Coslada a Torrejón de Ardoz. En cada lugar, el diagnóstico era incierto, y las reparaciones sólo lograban silenciar temporalmente el ruido. Ajustaban algunos tornillos, cambiaban pequeñas piezas, pero la tranquilidad nunca duraba más que unos meses. “Cada vez que llevaba el coche, me decían que intentaban dar con el origen del ruido, pero el problema regresaba al poco tiempo”, señala, frustrado. Además, cada visita implicaba nuevos gastos y largas esperas que afectaban tanto su bolsillo como su tranquilidad.
La situación alcanzó un punto alarmante en el mes de febrero de este año, cuando, en una de sus visitas al taller, un técnico le advirtió que el coche presentaba un riesgo importante de seguridad. “Ese día, al revisar el motor, me dijeron que todos los tornillos estaban inusualmente flojos, tanto que en cualquier momento podría haber tenido un accidente”, explica el agraviado. Aunque apretaron los tornillos, el ruido volvió a aparecer al cabo de dos meses. Este descubrimiento sumó una nueva preocupación, ya que no solo debía enfrentarse al constante fallo mecánico, sino también al temor de que una falla grave pudiera poner su vida en peligro.
Demanda colectiva por los motores de Stellantis
Indagando sobre el problema, Gómez descubrió que su motor, un PureTech fabricado por Stellantis, está implicado en una demanda colectiva en Europa que abarca a más de 6.000 afectados. Este motor, que incorpora una correa de distribución bañada en aceite, presenta defectos de fabricación que pueden acelerar su desgaste, provocando averías costosas y, en algunos casos, peligrosas. Aunque Stellantis ha extendido la garantía de estos motores a 10 años o 175.000 kilómetros, para miles de propietarios la medida ha llegado tarde. “Llevo tres años arrastrando este problema, y ya no sé si volveré a tener confianza en este coche”, comenta Marcos.
Ante la falta de soluciones efectivas, el cliente decidió llevar su caso a las redes sociales, donde su historia llamó la atención de Citroën. La marca le contactó a través de Instagram, asignándole una gestora que prometió hacer seguimiento de su caso y coordinar con los técnicos de los talleres para dar una respuesta definitiva. A pesar de este esfuerzo, la situación no ha cambiado sustancialmente, y Marcos considera que la empresa sigue sin asumir una responsabilidad clara. “Tengo todas las facturas y los informes, y voy a denunciar igualmente. Llevo años pagando arreglos sin resultados y poniendo en riesgo mi seguridad”, afirma.
¿Es un problema generalizado?
El motor PureTech, utilizado en vehículos de Citroën y Peugeot, se ha convertido en el centro de críticas y demandas colectivas en Europa. Aunque Citroën se ha comprometido a cubrir los problemas de estos motores con una garantía extendida, los usuarios aún experimentan dificultades para recibir una solución adecuada. En el caso de Gómez, la respuesta más reciente que recibió del taller fue desalentadora. “Me dijeron que no estaban capacitados para encontrar el fallo y que buscara otro taller”, recuerda, decepcionado por la evasiva.
Hoy, mientras sigue a la espera de que Citroën tome una acción concreta, Gómez se pregunta si alguna vez logrará disfrutar de su coche sin tener que preocuparse por el próximo ruido o la próxima factura. Su caso, como el de muchos otros propietarios de vehículos con motores PureTech, refleja una problemática que va más allá de una simple avería mecánica y plantea una cuestión de responsabilidad y seguridad que sigue sin respuesta.
Consumidor Global se ha puesto en contacto con Citroën y Stellantis para conocer su versión de los hechos denunciados por Gómez, pero al término de este reportaje no ha recibido ninguna respuesta.