Como si de las cinco familias de El Padrino se tratase, la familia Ford, la familia Agnelli, la familia Peugeot y la familia Tata se reparten el negocio automovilístico mundial, en gran medida.
También están los Porsche, los Quandt (BMW) y los Toyoda, que ahora han cedido el testigo a un lugarteniente afín a la familia, pero se trata, al fin y al cabo, de pocos y muy poderosos clanes los que controlan el sector del motor.
La familia Peugeot
Peugeot Invest, la sociedad de inversiones de la familia Peugeot, ha ratificado esta semana el control familiar del grupo con el nombramiento de Edouard Peugeot como próximo presidente del consejo de administración.
El hijo menor del G9, como se hacen llamar a sí mismos los herederos del grupo cuyo imperio de la automoción se remonta a 1810, es ahora la cara visible de una de las dinastías industriales más importantes de Francia, cuya influencia será decisiva dentro de Stellantis para sustituir a Carlos Tavares al frente de la compañía a partir de 2026. Pero la familia Peugeot no es única en su especie dentro del sector de la automoción.
La familia alemana
En Alemania, las grandes familias todavía mantienen el control sobre gran parte del sector automovilístico. El holding Porsche SE, el mayor accionista del grupo Volkswagen, posee el 31,9% del capital y el 53,3% de los derechos de voto del fabricante, por delante incluso del Estado federado de Baja Sajonia (20% de los derechos de voto) y Qatar (17%). Además, entre los 20 miembros del consejo de supervisión se encuentran cuatro representantes de la familia: Wolfgang Porsche y Hans Michel Piëch (82 años), a quienes se les suman Ferdinand-Oliver Porsche y Hans Dieter Pötsch, el presidente de la junta directiva del fabricante.
En BMW, la familia Quandt posee casi la mitad de los derechos de voto del fabricante y los dos herederos, Susanne Klatten y su hermano Stefan Quandt, son miembros del consejo desde 1997.
Los Agnelli
A través de Exor, su holding de inversiones, la familia italiana Agnelli es el mayor accionista de Stellantis con un 14,2% del capital, aunque en los últimos años han diversificado la cartera hacia otros sectores como la salud o los medios de comunicación. Se trata de una de las familias más poderosas de Italia, que forjó un imperio sobre Fiat décadas atrás y ahora está enfocada hacia la tecnología y el lujo, apoyando sus inversiones en una especie de inteligencia financiera que se ha abierto paso frente al exiguo poder industrial europeo.
John Elkann, principal heredero de la saga y líder de Exor desde hace más de diez años, es el presidente de Stellantis. Bajo el mandato de su abuelo, Gianni Agnelli, se cerró la adquisición de Ferrari, Lancia y Maserati, lo que lo convirtió en una de las figuras más influyentes de la Italia del siglo XX.
La familia Ford
En el caso de Ford, los descendientes del visionario Henry Ford todavía controlan un 40% de los derechos de voto, a pesar de que únicamente ostentan el 1,7% del capital de la firma de Detroit. El apalancamiento, basado en acciones preferenciales emitidas durante la salida a Bolsa en 1956, es lo que ha permitido durante los últimos años a la familia mantener el control sobre la compañía.
Bill Ford, bisnieto del fundador y actual presidente de la compañía estadounidense, tiene en su cartera una cuarta parte de las acciones preferentes. Sin embargo, la situación de la compañía no es una de las mejores de su historia desde el punto de vista de desempeño de mercado. A mediados de noviembre, la firma norteamericana anunció un plan de ajuste de sus operaciones en Europa que incluye el despido de 4.000 trabajadores durante los próximos tres años, la mayoría de ellos en Alemania y Reino Unido.
El clan Toyota
Las automovilístas asiáticas tampoco se escapan de las estructuras empresariales occidentales. Toyota, el mayor fabricante de automóviles del mundo y uno de los de mayor capitalización de mercado, ha cedido hace muy poco el testigo de la compañía a un lugarteniente afín a la familia, Koji Sato, quien hasta hace un año ostentaba la dirección ejecutiva.
No obstante, Akio Toyoda sigue estando presente en las decisiones de una empresa fundada en los años 30 del siglo pasado por su abuelo, Kiichiro Toyoda, fallecido en 1952 y reconocido como uno de los mayores emprendedores industriales de la historia del país del sol naciente. El reconocido como el último samurái de los coches de combustión, Akio Toyoda, mantiene su puesto como presidente de la junta directiva de Toyota Motor Corporation, aunque cada vez con una voz más débil ante la presión creciente sobre los accionistas y el Gobierno japonés para reducir la dependencia del grupo de las grandes familias y corporaciones del país.
El imperio indio de Tata
En 2012, el líder del clan Tata, Ratan Tata, al frente del grupo desde 1991, dejó su cargo de presidente de Tata Sons, holding que controla las filiales del conglomerado empresarial indio, entre ellas la automovilística Tata Motors, para dar paso a Cyrus Mistry. Actualmente, el cargo lo ocupa Natarajan Chandrasekaran.
Bajo el liderazgo de Ratan Tata, el grupo adquirió de Ford a Jaguar Land Rover en 2008 por unos 2.207 millones de euros. El pasado octubre, Ratan Tata falleció a los 86 años dejando un vacío en la empresa. El conglomerado Tata, fundado en 1868 por el bisabuelo de Ratan Tata, está compuesto por empresas que abarcan diversos sectores como el energético, la aviación o la fabricación de coches, entre otros. A día de hoy, la sucesión no está clara, aunque su familiar Noel Tata suena en las quinielas para heredar el trono del imperio indio.