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La increíble historia de cómo nacieron los cajeros automáticos gracias al chocolate

El creador de estos aparatos, que surgieron en los años 60 y al principio sólo permitían retirar una cantidad reducida de dinero, se inspiró en las máquinas expendedoras

Una persona saca dinero en uno de los cajeros automáticos de su ciudad / FREEPIK - jcomp
Una persona saca dinero en uno de los cajeros automáticos de su ciudad / FREEPIK - jcomp

En el primer semestre de 2023 había en España 38.203 cajeros automáticos. Tal y como describe el Banco de España, son máquinas que permiten sacar dinero con rapidez, evitando colas y esperas innecesarias en las sucursales. Además, se añade la ventaja de que el usuario no depende de los horarios de ventanilla. A día de hoy forman parte del paisaje urbano y están totalmente integrados en las calles de toda Europa. No obstante, la mayoría de la gente desconoce su origen, que tiene un punto dulce: está relacionado con la forma de venta de las chocolatinas.

Y es que los orígenes de los cajeros se remontan al Londres de 1965 (una ciudad vibrante que se modernizaba, en la que los jóvenes ya escuchaban The Beatles o a los Rolling Stones) cuando el escocés John Shepherd-Barron ideó una forma novedosa de tener acceso a su dinero.

Máquinas expendedoras de chocolate

A Shepherd-Barron le preocupaban los estrictos horarios de apertura de los bancos, ya que él mismo comprobó que un leve retraso implicaba resignarse a no tener acceso a su propio dinero. Así, según declaró a la BBC en una entrevista que concedió en junio de 2007, se fijó en el funcionamiento de las máquinas expendedoras de chocolate.

Una persona saca dinero del cajero / PEXELS
Una persona saca dinero del cajero / PEXELS

“Se me ocurrió que debía haber una forma de obtener mi propio dinero, en cualquier parte del mundo o del Reino Unido. Se me ocurrió la idea de un dispensador de tabletas de chocolate, pero sustituyendo el chocolate por dinero en efectivo", contó a ese medio. Así, propuso esta idea al director de Barclays Bank, que dio el visto bueno: en 1967, el primer cajero automático comenzó a funcionar en Enfield, un pueblo cercano a Londres.

Por qué se eligió esta sucursal

La sucursal de Enfield, según explican desde Historic England, fue elegida por su variedad de clientes, su buen acceso por la acera, sus ventanas altas y su proximidad a la oficina central de Barclays. Aunque el cajero automático original fue retirado hace tiempo, una placa conmemorativa recuerda su ubicación.

El primer cajero automático, instalado en Enfield, con una placa dorada / BARCLAYS
El primer cajero automático, instalado en Enfield, en color dorado y junto a una placa / BARCLAYS
 

Al principio sólo se podían sacar 10 libras como máximo, y se utilizaba un cheque que tenía carbono 14, necesario para que la máquina pudiera hacer la lectura. Fue la esposa de Shepherd-Barron quien le dijo que el PIN debía constar de solo 4 dígitos.

Acceso a servicios financieros

Desde entonces, los cajeros automáticos han democratizado el acceso a servicios financieros básicos, como la retirada de efectivo, la consulta de las finanzas y la realización de transferencias.

Esto ha sido especialmente beneficioso para las personas que viven en zonas alejadas de sucursales bancarias. Además, su presencia solía generar un impacto económico positivo en las zonas donde se ubicaba, estimulando, hasta cierto punto, el comercio: si la gente podía sacar dinero fácilmente, había más posibilidades de que procediera a gastarlo, aunque fuera solo un café o una cerveza.

Una persona saca libras / UNSPLASH
Una persona saca libras / UNSPLASH

Otros cajeros automáticos

Pero Shepherd-Barron no es el único que fue pionero en el ámbito de los cajeros automáticos. Tal y como recuerda BBVA en su blog, Luther George Simjian, un armenio nacido en Turquía que emigró a los Estados Unidos, fue quien inventó el primer cajero automático.

“En 1939 nuestro inventor registró 20 patentes de un prototipo de cajero automático. Para entonces vivía en Nueva York, por lo que convenció al Citicorp para que probaran su invento. Desafortunadamente, resultó ser un adelantado a su tiempo. Sólo era usado por aquellas personas que no querían que les vieran los empleados del banco y el banco decidió cerrarlo”, explican. Para 1965, cuando Shepherd-Barron apostó por este sistema, su aceptación era mucho mayor.

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