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He enviado una carta digital con Correos y ha tardado más en llegar que si la hubiese llevado a pie

En este poco conocido servicio, la empresa pública imprime la misiva en el lugar de destino, de modo que el remitente se ahorra comprar el sobre y el sello

Juan Manuel Del Olmo

El logo de una oficina de Correos / CORREOS

En España se envían muy pocas cartas entre particulares, y Correos lo sabe. Apenas un 20% de los españoles lo hace. Quizá sea porque se interpreta como algo anticuado, demasiado solemne, personal… o inútil. Así se desprende de un documento publicado por la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), el Panel de Hogares, que refleja que, en el segundo semestre de 2022, el 80,6% de las personas encuestadas reconoció no haber enviado ninguna carta en los seis meses anteriores. En la misma línea, el 78,6% aseguró no haber recibido misivas de otro particular.  

Con todo, de un tiempo a esta parte, la empresa pública se ha esforzado en proyectar una imagen de cercanía y modernidad. “Servimos”, parecían querer afirmar. No siempre lo ha logrado. Correos suele liarla, para qué negarlo (así lo ha recogido este medio numerosas veces: líos con las gestiones aduaneras, líos con discos de Taylor Swift que llegan rotos, líos con los cobros…), pero es una entidad necesaria que realiza algunas labores muy loables. Quizá uno de sus productos menos conocidos sea la carta digital, un servicio que hizo ruido en redes sociales hace unas semanas. En Consumidor Global lo hemos probado.

Así funciona la carta digital de Correos

Al hablar de carta digital, uno podría pensar en restaurantes. En la pereza que da escanear el QR, hacer zoom para ver los precios de las raciones… Pero no. En el intrincado mundo de Correos, la carta digital es física.

Una persona redacta una carta en su ordenador / FREEPIK

Y eso es lo que ignoraban muchos usuarios de X (antes Twitter) que hace unas semanas se mofaron de la carta digital, pues interpretaron erróneamente que se trataba de un simple correo electrónico. “Los estados adaptándose a las nuevas tecnologías”, señalaron algunos con ironía. “¡Incluso a varios destinatarios! ¡Esto es el jodido siglo XXII!”, proclamaron otros. Pero no es un email, sino un papel, una carta palpable que el usuario solo tiene que preocuparse de redactar.

“Realiza tus envíos directamente desde el ordenador”

Correos se encarga de todo lo demás, de modo que el remitente no tiene que comprar un sello, ni un sobre, ni ir a un buzón ni a una oficina. Gana quilates de comodidad, pero desde luego suprime la mística. “Más fácil que nunca: realiza tus envíos directamente desde tu ordenador, sin horarios ni esperas en nuestras oficinas. Lo hacemos por ti: ahorra costes de impresión, ensobrado y papel”, explica Correos en su web.

El usuario puede compartir el seguimiento de la carta certificada con quien desee. Además, puede seleccionar si quiere que el envío sea ordinario o certificado. Correos también da cierto margen con el formato: la carta puede enviarse como un archivo adjunto en PDF (pudiendo así incluir alguna imagen) que puede pesar como máximo 1MB; o bien escribirse online, dentro de un anodino cuadro de texto con sabor a Windows 2000. Más fácil, imposible.

El cuadro para enviar la carta online / CORREOS

Estilo de la carta

Una vez que entra en harina, el usuario puede elegir entre tres fuentes de letra para su texto (Arial, Times New Roman y Verdana). También puede colocar cursivas o negritas y alterar ligeramente la alineación, o cambiar el color del texto a rojo, azul, amarillo o verde.

No da para virguerías, pero desde luego es muy funcional.

Una persona abre un sobre / FREEPIK
 

Precios de la carta

A la ventaja de la comodidad se une la del precio: enviar una carta digital resulta baratísimo. Correos destaca que puede hacerse “desde 0,36 €”, pero lo cierto es que a ese importe irrisorio, que se cobra en concepto de producción de la carta, hay que sumarle el franqueo. Si el franqueo es para correo digital ordinario, enviar una carta digital termina saliendo por 1,18 euros.

Está tirado, no se puede negar. Y más si se tiene en cuenta que, el pasado diciembre, Correos subió 4 céntimos el precio de su sello más estándar, que alcanzó los 82 céntimos. La entidad postal dijo entonces que este incremento tenía como objetivo una "progresiva adecuación” a costes y el mantenimiento de la calidad y eficiencia del servicio… pero no sentó bien. En solo seis años ha subido un 49%, puesto que el 1 de enero de 2018 costaba 55 céntimos.

Apartado de sellos de Correos / CORREOS

Plazos

“La Carta Digital se imprime y se ensobra para que esté lista para su distribución la mañana siguiente de que la envíes desde nuestra web. Aunque las cartas no tienen garantías de plazo de entrega, nos esforzamos por entregarlas lo antes posible. Destinos nacionales: en 3 días (93% de los envíos)”, dice Correos en su web.

Y aquí es donde todo comienza a hacer aguas. Muy cómodo, muy barato… Pero lento hasta la exasperación: este medio redactó la carta digital el lunes 13 de mayo y ésta llegó a su destino el viernes 24 de mayo. El destino de la carta era Albacete y se envió desde Madrid, pero eso en teoría es irrelevante: recordemos, no se envía, sino que se imprime in situ. Entre la ciudad manchega y la capital española hay unos 250 kilómetros, de modo que si este redactor se hubiese calzado unas buenas zapatillas y hubiese ido con su carta en la mano, podría haber recorrido 25 kilómetros diarios y habría llegado antes.

Un buzón / CORREOS

Correos, en huelga

Un intervalo de 11 días, que casi multiplica por 4 la estimación de su web, no invita a aplaudir a Correos, pero sí buscar explicaciones. Y da la casualidad de que en Albacete los servicios de Correos se pusieron en huelga el 20 de mayo. ¿Pudo afectar esta circunstancia a los plazos? Es una pregunta que quizá podría haber contestado el departamento de prensa de Correos, que Consumidor Global ha contactado de forma reiterada sin obtener una sola respuesta.

CCOO y UGT aplaudieron el "seguimiento masivo" de la huelga ese primer día, 20 de mayo. De hecho, en Albacete el 90% de los empleados secundó los paros, que se habían decretado para denunciar la falta de personal, que desembocaba a su vez en “una sobrecarga de trabajo desmesurada y unas pésimas condiciones laborales”.

Sin posibilidad de seguimiento

Por si fuera poco, el seguimiento (una forma de hacerse una idea de dónde narices está la carta y, al menos, desterrar el runrún del remitente que barrunta que el error ha sido suyo al rellenar mal algún campo) no funcionaba. Al introducir el código, la página simplemente daba error. Nadie sabe nada.

Un cartero, miembro de la plantilla de Correos, con su carrito / EP

Esta es una experiencia personal y quizá el servicio de carta digital funcione extraordinariamente bien en otras ciudades, pero el pasotismo de Correos es innegable. Lo que es seguro es que hay muchos usuarios que esperan más rapidez. En el año 2023, la satisfacción con los tiempos de entrega de las cartas fue notablemente inferior que con los paquetes: un 62,8% de los encuestados del citado Panel de Hogares de la CNMC aseguró estar satisfecho o muy satisfecho con este aspecto, de modo que casi 1 de cada 3 cree que las cartas tardan demasiado