Ahorras durante meses para comprarte el móvil de tu vida. Un dispositivo de alta gama. Un Google Pixel 8 Pro que ves con un descuentazo en Amazon. A 659 euros en vez de los 1.159 habituales. Realizas el pedido. Lo esperas con ilusión. Y, cuando te llega el paquete y lo abres, te encuentras una lata de comida para gatos.
La desilusión no puede ser mayor. Aunque la cosa empeora cuando el afectado, tras devolver el paquete que ha recibido erróneamente, ve cómo pasan los días sin que Amazon le dé ninguna solución.
Desesperado, llama a la multinacional de la distribución decenas de veces. Pero la respuesta siempre es la misma. Le dan largas. Solo le queda una esperanza: denunciar su situación en las redes sociales para ver si se viraliza y Amazon toma medidas.
Este incidente en concreto parece que va en camino de resolverse. Al menos, Amazon admite que se trata de “un incidente aislado”. Pero lo grave es que eso no es cierto. Hay muchos otros episodios similares, lo que demuestra que los controles de calidad de la compañía dejan mucho que desear.
Y los que no consiguen que su caso tenga repercusión mediática, pueden despedirse del móvil y del dinero.