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Las academias sacan pecho ante ChatGPT: “Aprender un idioma es para hablar, un valor entre personas"

Scott Markham, presidente de FECEI, admite que la tecnología ha venido para quedarse pero reclama que todos los actores del sector deben cumplir las leyes y rechaza el abaratamiento de la enseñanza presencial

Varios alumnos durante en una clase en una academia de idiomas / UNSPLASH
Varios alumnos durante en una clase en una academia de idiomas / UNSPLASH

El día que se anunció que ChatGPT4 era capaz de traducir idiomas en tiempo real con Inteligencia Artificial (IA), el valor de Duolingo, una popular aplicación para aprender idiomas que cotiza en el índice Nasdaq de Wall Street, cayó de forma notable. “Las empresas de traducción e interpretación se irán al infierno. Luego les seguirán las academias de inglés y los veranos en el extranjero”, publicó un usuario en X, que se contaba entre los apocalípticos.

Lo más probable es que la transformación no sea radical ni dramática, pero hay indicios que invitan a pensar que se están moviendo algunas placas. Por ejemplo, según explicaba en su web Enrique Dans, profesor de Innovación en IE Business School, “el número de estudiantes de idiomas extranjeros en los Estados Unidos y en otros países está disminuyendo: la matrícula total en cursos de idiomas diferentes del inglés en universidades norteamericanas disminuyó un 29,3% entre 2009 y 2021, según los últimos datos de la Modern Language Association (MLA)”.

¿Desinterés en el aprendizaje de idiomas?

Dans mencionaba los beneficios cognitivos asociados al aprendizaje de idiomas, y terminaba su análisis señalando que, bajo su punto de vista, sería un error que los actuales desarrollos tecnológicos “diesen lugar a un desinterés en el aprendizaje de idiomas”. De hecho, añadía, eso sería “un empobrecimiento de la naturaleza humana provocado por un desarrollo tecnológico que siempre debería contribuir a expandirnos, no a limitarnos”.

Una persona utiliza ChatGPT desde su ordenador / UNSPLASH
Una persona utiliza ChatGPT desde su ordenador / UNSPLASH

Scott Markham es el presidente de la Federación Española de Centros de Enseñanza de Idiomas (FECEI) y explica a Consumidor Global que, a su juicio, el número de alumnos que estudian idiomas en España no ha descendido “para nada”, pero sí “puede ser distinto dónde, cómo y a través de qué medios aprenden”.

Niños más pequeños y menos adultos en las aulas

La tendencia, señala Markham, es que la demanda crece en edades tempranas: cada vez se empieza a dar clases a estudiantes más pequeños. Si hace unos años los niños y niñas empezaban a los siete años, luego se pasó a los seis y ahora es a los cinco.

En cambio, los adultos acuden menos a los centros. De hecho, las Escuelas Oficiales de Idiomas (“que no es mi sector, pero es representativo porque solo acuden alumnos adultos”, especifica Markham) están teniendo “muchas dificultades” que les han llevado incluso a “intentar rebajar la edad de entrada”: en vez de a los 18 años, a los 16. “Y en las academias privadas también hemos notado una tendencia a la baja de adultos estudiando idiomas en nuestros centros”, admite.

Varios estudiantes en una clase / FREEPIK
Varias estudiantes en una clase / FREEPIK

Empuje de la IA generativa y las plataformas de idiomas

Con todo, el presidente de FECEI recalca su tesis: no hay menos estudiantes, sino que simplemente no están acudiendo a las academias. Y eso se puede vincular con la pujanza de la inteligencia artificial generativa o con las plataformas internacionales de idiomas “que provienen de muchos países, como Corea o India, y no están cotizando en España”, apunta Markham.

Ese flanco, el fiscal, parece preocupar más a este experto. De hecho, es algo que han denunciado ante las administraciones públicas y aparece recogido en su Libro Blanco

El 30% de los alumnos eligen plataformas

“Es cada vez mayor, casi el 30%, el número de alumnos-consumidores que eligen estas plataformas internacionales como Italki, Skyeng, Open English, Preply, Inglés con Cambridge o Lingoda, entre otras”, recoge dicho documento.

Una imagen promocional de Preply / PREPLY
Una imagen promocional de Preply / PREPLY

“Estas plataformas imparten su servicio a partir de 7-8 €/hora, mientras que solamente los costes salariales de los centros en España parten de 17 € por hora, a los que si añadimos el resto de gastos, el coste mínimo del servicio legalizado y ofrecido desde España está entre 25 y 30 € por hora”, informa.

Cumplir las leyes

“Están enseñando en nuestro país, pero cumpliendo (o no) la ley del país de origen”, denuncia Markham. “Creemos firmemente en el mercado libre, pero también pensamos que todo el mundo tiene que cumplir las leyes de los países en los que opera”, agrega.

En este sentido, las diferencias de marco normativo ofrecen a las plataformas “una ventaja competitiva frente a las empresas españolas que les permite obtener una mayor cuota de mercado, reemplazando literalmente los puestos de trabajo nacionales por otros ubicados en terceros países. Es por esto que la mayoría de estas plataformas no se ubican ni tributan en España”, refleja el Libro Blanco.

Una persona utiliza una web para traducir idiomas / FREEPIK
Una persona utiliza una web para traducir idiomas / FREEPIK

Distinción entre sectores

La foto es compleja, y sale movida. Además, hay ausencias: la dificultad de las academias para contratar nativos ha aumentado tras el Brexit. Hay muchos actores en juego, el mercado impone velocidad y el currito que necesita manejar una serie de términos en inglés pero no hablarlo en su día a día puede apañarse gracias a ChatGPT o similares, y quizá antes no podía. Así, el presidente de FECEI remarca que se debe distinguir entre varios sectores: el de la enseñanza o el aprendizaje de idiomas y el de traducciones simultáneas.

Markham afirma que, si bien él no representa al sector de la traducción, es un ramo que “lo está pasando mal”, porque la traducción jurada está siendo superada y ha perdido valor en España. “La gente está acudiendo a ChatGPT o a plataformas similares para hacer sus traducciones, que son de cierta calidad, no voy a decir que sean malas. Antiguamente, las traducciones de herramientas como Google no eran tan buenas. Ahora ChatGPT sí es capaz de hacerlas”, concede.

“La IA está aquí”

Si el asunto se aborda desde la óptica de las academias de idiomas, este experto señala que la IA es algo que “está aquí”, pero no cree, a nivel personal, que estemos preparados todavía “para tratarlo de forma global”. Y no lo cree, entre otras razones, “porque las administraciones públicas no han legislado” para dictaminar claramente por qué cauces debe discurrir este impetuoso río.

 

“Es un avance tecnológico y es nuestro deber, como profesionales vocacionales que somos (muchos de nosotros), atender a las nuevas tecnologías, sabiendo que existen debates morales importantes, como temas de copyright, que hay que tener en cuenta”, declara Markham. A nivel personal, subraya, deben tratarse estos temas de forma urgente, y es su responsabilidad “complementar la formación que se da en colegios y universidades con el uso ético de estas tecnologías”.

Dos estudiantes a la salida de un centro / FREEPIK
Dos estudiantes a la salida de un centro / FREEPIK

La redacción se hace en el aula

Markham pone un ejemplo del cambio que resulta muy clarificador: dado que es evidente que los alumnos de un centro pueden copiar una redacción de ChatGPT, lo que se hace ahora es no mandarla a casa a modo de deberes, sino que se redactan en clase, delante del profesor.

“Quizás también hay que valorar más cuáles son los prompts, las instrucciones, que se dan a la IA de turno. Qué le dice el estudiante a la máquina para que produzca los textos, porque de la máquina nunca sale un texto que tú no has pedido”, apostilla.

Las academias sacan pecho

Markham no cree que una estrategia para captar a esos alumnos adultos que ya no están en las academias sea bajar los precios. De hecho, se niega en rotundo y saca pecho. “Nosotros hemos aguantado y perdurado muchos años, a pesar de varias crisis económicas. Hemos pasado una pandemia, como todos, y hemos sido capaces de reinventarnos y de dar una respuesta a las personas que tenían que quedarse en casa, convirtiéndonos en empresas online con métodos virtuales, usando Teams, Zoom, Hangouts u otras”, expone.

Una chica asiste a una clase online / FREEPIK - @tonodiaz
Una chica asiste a una clase online / FREEPIK - @tonodiaz

Y, hoy en día, el presidente de FECEI cree que esas personas que estuvieron en su casa aprendiendo hoy quieren estar en sus academias, “porque aprender un idioma es para hablarlo, para usarlo. Es un valor entre personas que no consigues a través de una máquina”, defiende.

“Abaratarnos no, para nada”

Los distintos sectores se adaptarán, como lo han hecho en los últimos tiempos. El negocio, cree Markham, va hacia la personalización. “Y nosotros somos capaces de personalizar la educación mejor que hace 10 años, de modo que abaratarnos no, para nada. Vivimos en un sector paupérrimo, donde los precios que cobramos no llegan a pagar el sueldo que requiere un profesor para trabajar”, asegura.

“Reivindico que, como sector, no solo no podemos abaratarnos, sino que debemos cobrar lo que realmente vale nuestro servicio, que es más de lo que se está cobrando”.

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