Ocurrió con los alimentos, ocurrió con la gasolina, ocurrió incluso con el alquiler de barcos y está ocurriendo con los billetes de avión: su precio se ha disparado. En 2023 es mucho más costoso coger un vuelo y permanecer felice di stare lassù durante unas horas. Se trata de una subida multifactorial que difiere según las rutas, pero en general los consumidores que ya planean sus vacaciones de verano afrontan que deberán rascarse más el bolsillo.
“Diría que sí hay una tendencia a la elevación de los precios, pero es eso, una tendencia”, cuenta a Consumidor Global Manuel Figuerola, consultor internacional de turismo y profesor emérito de la Universidad de Nebrija. Este experto recalca que sería necesario estudiar los datos concretos de cada aerolínea y ruta para hacer un análisis en profundidad, pero estima que la subida general de precios en todos los sectores así lo indica.
Incremento con matices
Lo que se palpa es un runrún, un malestar entre los consumidores. Un informe semanal publicado el pasado 21 de abril por la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) reconocía que muchos medios habían abordado en las últimas semanas el incremento “percibido” en los precios. No obstante, según IATA, lo que sucedía es que los billetes de avión estaban hasta hace poco anormalmente bajos y ahora se han puesto al día con la tasa de inflación promedio en la OCDE.
“Se mantienen significativamente por debajo de la inflación observada en los precios del combustible para aviones”, defiende este organismo. El argumento de IATA es que, en la pandemia, los precios de los billetes de avión “cayeron abruptamente y se mantuvieron bajos durante gran parte de 2020 y el primer trimestre de 2021”.
Recuperación en mayo de 2022
De hecho, hasta marzo de 2021, las tarifas aéreas mundiales “cayeron un 53 % con respecto al mismo período del año anterior, mientras que disminuyeron un 36 % para los países de la OCDE”. No fue hasta mayo de 2022 cuando el precio promedio de los billetes recuperó a los niveles previos a la pandemia.
“En ese mes, el IPC de la OCDE fue un 15 % más alto en comparación con mayo de 2019, mientras que el precio del combustible para aviones aumentó un 92 % sobre la misma base, casi duplicando su precio”, asegura la IATA. Es decir, que el incremento sería una normalización, y no una anomalía alarmante. No obstante, Figuerola considera que la subida del combustible justifica las alzas solo hasta cierto punto, puesto que el precio del mismo en la actualidad “no es tan tremendo como lo fue hace unos meses”.
“Sí hay un incremento real muy importante”
Por su parte, Christophe De Bruyn, experto en el sector turístico y CEO de THR Tourism Industry Advisors, cree que “sí hay un incremento real muy importante en los billetes de avión”, que juzga superior al 8 % en el último año, y en ocasiones motiva que el coste de los vuelos “estén incluso por encima de antes de la pandemia”.
El alza se explica por una conjunción de factores, argumenta De Bruyn, por lo que la explicación de la AITA no sería del todo convincente. En primer lugar, este experto destaca que la demanda se recuperó en 2022. “Ahora hay, globalmente, más demanda que oferta, y todas las aerolíneas funcionan con revenue management, es decir, utilizan herramientas para intentar que cada plaza de avión se venda por el máximo precio posible”. Esta descompensación entre la demanda y la oferta, a su vez, se explica porque “no hay suficiente flota disponible”.
Falta de personal
De Bruyn detalla que dos de los mayores fabricantes, Boeing y Airbus, “no dan abasto”, e incluso están teniendo problemas para entregar los aviones ya comprometidos con las aerolíneas. Igualmente, el coste de las piezas necesarias para modernizar o reparar algunos aviones ha subido mucho, puntualiza.
A la escasez de flota se une la disminución del personal disponible. El CEO de THR expone que, tras la pandemia, muchos trabajadores perdieron su empleo, y ahora no lo han recuperado porque han encontrado otro trabajo que les proporciona mayor estabilidad o porque, aunque no lo hayan hecho, no desean volver a esas condiciones.
Huelgas y cancelaciones
Buena prueba de este malestar son las recientes huelgas de Ryanair y Vueling que han sacudido parte del sector. Asimismo, un informe reciente de la consultora Oliver Wayman revela que el sector experimenta una escasez de pilotos de aerolíneas comerciales y de mecánicos de aeronaves del 18 % y del 14 %, respectivamente.
Y esa carestía tiene un eco directo: Transavia France, la filial de bajo coste del grupo Air France-KLM, anunciaba el 19 de mayo la cancelación de 300 vuelos para la temporada de verano por escasez de aviones y problemas de mantenimiento.
Combustible más caro y consumidores con ganas de viajar
La puntilla es, claro, la subida de los combustibles. “Para las aerolíneas, representa aproximadamente un 30 % de sus costes. La guerra de Ucrania disparó el precio del petróleo, luego bajó un poco… Pero las grandes compañías hacen compras a largo plazo, así que se ven afectadas”, razona De Bruyn.
Este cóctel de contrariedades ha llevado a determinados aeropuertos a reducir el número de vuelos. “En 2019, la industria estaba totalmente rodada. Había demanda y había oferta. Después, ha cambiado totalmente”, resume este consultor, si bien reconoce que “el viaje de ocio sigue siendo insustituible para muchos consumidores”, que no están dispuestos a renunciar a sus vacaciones y pagarán para coger aviones, aunque sean más caros.
Subida de ocho puntos hace un año
En mayo de 2022, precisamente cuando IATA calcula que la demanda se recuperó, el INE calculó que el precio de viajar en avión había registrado su mayor subida desde 2009, con un incremento interanual del 8,5 % y casi 2,5 puntos por encima del último trimestre de 2021. Más tarde, el pasado diciembre, un análisis de Eurostat señalaba que la subida de precios real de los billetes de avión en Europa alcanzaba el 10 % desde agosto.
Y los intermediarios también son conscientes. En enero de este año, la directora comercial de Kayak para Europa, Natalia Diez-Rivas, avanzó en La Razón que los precios de los vuelos serían aproximadamente un 36 % más caros que en 2022. Un mes después, en febrero de 2023, un icono del low cost como Ryanair confirmaba los peores presagios y se convertía en un oráculo de lo que viene al admitir que preveía una subida del precio de los billetes de avión de entre el 5 % y el 10 % a lo largo del año. Abróchense los cinturones porque hay turbulencias.