0 opiniones
Los viajeros de los ferries de Baleària se hartan de reservar un destino y desembarcar en otro
La empresa de transporte marítimo recibe una oleada de críticas por sus retrasos, cambios de destino y variaciones con los asientos
Kavafis enseñó que, al emprender el viaje hacia Ítaca, el viajero debía pedir que su viaje fuera largo, y que no tenía razón para temer a los lestrigones, a los cíclopes ni al colérico Poseidón. Lo importante es el viaje y los aprendizajes que de él se extraigan, y no la meta final. El proceso, y no el resultado. De acuerdo. El poema es bonito, pero cuando un viajero reserva un billete en ferry o en barco, acabar en otro destino es de todo menos poético. Es lo que les ha ocurrido a muchos viajeros con Baleària, una empresa de transporte marítimo que ha alterado la calma de muchos con cambios de ruta, retrasos y desinformación.
Además, el pasado marzo, el Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana adjudicó a Baleària el contrato para dar servicio en las líneas que unen Melilla con Motril, Málaga y Almería. En ese momento se dijo que el servicio se prestaría en “2 ferries ecoeficientes”, pero, más allá de lo que contaminen las embarcaciones, algunos creen que son de todo menos eficaces.
Viajar a Mallorca con Baleària y acabar en otro destino a 60 kilómetros
Marta Estévez es una de las afectadas por los cambiazos de Baelària. Tal y como explica a Consumidor Global, esta clienta reservó un viaje desde Barcelona a Palma de Mallorca para agosto, pero, aproximadamente un mes antes de embarcar, la empresa cambió el destino sin explicación: en vez de desembarcar en Palma, lo hacía en Alcúdia, que se encuentra a unos 60 kilómetros de la capital balear. Además, en otro horario. “Llegamos a las 4 de la mañana y nos abandonan en Alcúdia sin lugar al que ir. Ni siquiera nos pagan la gasolina hasta Palma”, protesta. Desde la compañía, la única explicación que le dieron fue que se habían visto obligados a “efectuar cambios”. Y las alternativas son limitadas: cambiar la fecha o bien solicitar el reembolso y no viajar. Que cada palo aguante su vela.
“El problema es que ninguna de las soluciones que me proponen me sirve. Tal como les indiqué, tengo la reserva del alojamiento desde hace mucho tiempo, porque es un sitio muy demandado y es imposible cambiarlo por otras fechas. Nos dejan abandonados en un destino que no es el nuestro. No somos residentes, sino turistas”, remarca Estévez, quien hace hincapié en su indefensión. Además, su reserva no fue barata: cuando sacó sus billetes, desembolsó 466 euros por un camarote para dos personas más la plaza de un vehículo.
Perder una noche en un alojamiento de 150 euros
A Roberto Salas le ocurrió lo mismo. En este caso, Baleària alegó “problemas logísticos” al sustituir Alcúdia por Palma. Según explica Salas, ha contactado con la empresa a través de su call center y su email, y “en ningún caso” le han detallado en qué consisten esos problemas logísticos. “No puedo modificar el día, porque alquilo una vivienda para fechas determinadas, así que no puedo llegar antes, y llegar tarde supone perder una noche de habitación, cuando el precio medio ronda los 150 euros”, expone Salas a este medio. Para colmo, argumenta, viaja con tres niños, uno de ellos muy pequeño, de modo que el cambio de destino le obliga a modificar por entero sus planes.
Y estas incidencias no son nuevas. El verano pasado, asegura Miguel Verdaguer, sacó un billete de Barcelona a Menorca para una amiga. Lo hizo por teléfono, y, en la llamada, indicó que su compañera llevaría un ciclomotor de 49cc. Verdaguer, cuenta, preguntó qué equipaje podría llevar ella en el barco, a lo que Baleària respondió que “todo el equipaje que ella misma pueda llevar encima o mover a la vez”. Un tanto ambiguo, pero se fiaron. Sin embargo, una vez embarcó, obligaron a la viajera a elegir entre las dos maletas que llevaba o la moto. “Al final dejó la moto en Barcelona”, relata Verdaguer, indignado. Y los esfuerzos para protestar fueron estériles.
Pagar un billete VIP para acabar en la fila ocho
En redes sociales también hay olas de indignación contra Baleària. Por ejemplo, Aina Núñez reveló su cabreo en Twitter y se preguntó por qué la empresa tardaba “12 días en hacer una devolución cuando vuestra pasarela de pago ha hecho el cobro en segundos y lo que ha fallado ha sido vuestra web de reservas”.
Gracias @Balearia por traernos a Mallorca con casi 10 horas de retraso, sin ninguna explicación, sin ningún detalle (desayuno, almuerzo), sin permitirnos usar el wifi para avisar a nuestras familias y sobre todo gracias por el trato tan exquisito de la tripulación! #verguenza pic.twitter.com/JCheKkUxUE
— Abellez (@PabloAbellan) July 25, 2022
En la misma línea, Roberto R. denunció que, a pesar de haber contratado una butaca VIP Plus, le habían sentado en la fila ocho. “Y si reclamas se ríen de ti, no te dan ni hoja de reclamaciones”, puntualizó. Este medio ha preguntado a Baleària por estas incidencias que hacen naufragar la paciencia de los viajeros, y desde la empresa apuntan que, si bien la prioridad es la puntualidad y la calidad, “es posible que se puedan producir algunos retrasos puntuales debido principalmente a los elevados tráficos que se registra en los puertos que forman parte de la Operación Paso de Estrecho”.
Caos con la Operación Paso del Estrecho
Y es que, más allá de contratiempos aquí y allá, el verdadero boquete en la cubierta de Baleària es la Operación Paso del Estrecho (OPE). Según Lucas Arias, residente en Melilla, “las compañías hacen lo que quieren durante todo el año, pero la OPE lo ha magnificado”. Se trata de algo así como un éxodo vacacional a gran escala, ya que supone el desplazamiento de cientos de miles de magrebíes residentes en Europa que cruzan el Estrecho de Gibraltar para pasar el verano en países como Marruecos, Libia o Argelia. Por ello, el tráfico en los puertos de Algeciras, Tarifa, Almería o Ceuta se intensifica, con las consecuentes complicaciones para los ciudadanos que utilizan a diario los ferries.
Víctor Laguna es uno de ellos, y define la situación que se vivió en el puerto de Ceuta los primeros días de julio como “caótica”. No obstante, no sólo culpa a Baleària, sino a Acciona y FRS, que “son lo mismo”. Además, cree que la gestión del Ministerio deja mucho que desear. Estas incidencias tampoco han pasado desapercibidas en la prensa ceutí. La misma recoge que, mientras el tráfico de pasajeros se ha triplicado con la OPE, Baleària ha subido el precio de su ‘fast ferry Avemar 2 un 27 %. Así, ha pasado de costar 11,26 euros –en vez de 8,82 euros– a los residentes de Ceuta.
Las navieras hacen el agosto
“Si compras un billete Open, tienes un año para gastarlo. Con este tipo de ticket, coge la plaza en el barco el primero que llega. En cambio, con un billete cerrado tienes tu plaza asegurada, pero la pierdes si no estás a la hora indicada. Lo que ha ocurrido con la OPE es que personas que habían comprado billetes cerrados se han encontrado, el día del embarque, que los habían cambiado por Open”, detalla Laguna. Según este afectado, no se informó a los afectados ni se respetó el carril de residentes, lo que contradice las explicaciones de la compañía, desde donde argumentan que la naviera “comunica las reprogramaciones o posibles cambios en las reservas con suficiente antelación a la salida mediante mensajes de texto a través del teléfono móvil”.
Por otra parte, Laguna subraya que fue la gente de Ceuta la que mantuvo el “negocio” de las navieras durante la pandemia, pero ahora, “cuando han visto la oportunidad de la OPE, han querido hacer el agosto”. No es el único que lo piensa. Rafael R. denunció en Twitter que Baelària había cambiado, sin avisar, la calidad de su plaza, que pasó de un confortable camarote a una butaca. A su juicio, lo que ocurrió fue que la empresa le había desplazado de su camarote para vendérselo a un pasajero de la OPE “por el cuádruple del precio que me habían cobrado a mí”.
Cuatro horas de retraso sin justificación ni compensación
El 4 de julio de 2022, Óscar Domingo aguardaba para embarcar en el puerto de Algeciras, pero lo que empezó como una demora terminó en una pesadilla de casi cuatro horas de retraso. Según cuenta, lo vivió con estoicismo y sin alterarse, pero no oculta el enorme hastío: “Allí había cientos de coches al sol con cientos de personas mayores, niños, mujeres... Sin ninguna explicación ni ayuda. Imagino que el calor y el agobio sería terrible”, narra.
Además, cree que a la empresa le ha dado igual el retraso, y desliza que ese es su modus operandi. Domingo presentó una reclamación vía online por esa enorme demora, pero a día de hoy sigue esperando una respuesta. “No se trata de una cuestión de dinero, sino de derechos. Que reconozcan el mío y me compensen por lo que hicieron mal. No pararé hasta ser indemnizado”, remarca. Contra viento y marea.
Desbloquear para comentar