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Vuelven las bodas: crece el alquiler de ropa de fiesta como plan de ahorro
El ‘fashion renting’ vive un auge con la reactivación de los eventos sociales, lo que permite alargar la vida útil de las prendas
Ir de estreno en cada boda no tiene por qué ser caro y compartir marca de ropa con la reina Leticia es posible. El fenómeno de alquilar ropa de fiesta gana adeptos. Si bien esta práctica ya era habitual en el público masculino, ahora también irrumpe con fuerza en la vida --o armario-- de las mujeres. Vestidos, joyas, bolsos, fulares, capas y hasta tocados se alquilan cada vez más.
En 2020 se realizaron un 80 % menos de celebraciones que en 2019, según una encuesta realizada a 1.400 empresas y 2.500 parejas por Bodas.net. Y muchos que pospusieron el “sí quiero” ya no están dispuestos a esperar más. Así, que con la mejora de los datos epidemiológicos, el 2021 ha supuesto el arranque definitivo a la temporada de eventos. “La gente está animada y ya empiezan a buscar looks para todos los actos que no se han celebrado durante este tiempo y que ahora se acumulan”, explica Alma Sachs, portavoz de la empresa de La Más Mona dedicada al alquiler de ropa.
El Netflix de la ropa
A través del pago único o la suscripción, las plataformas de alquiler de ropa beben del modelo de otros servicios como el renting de coches o el de las plataformas audiovisuales de streaming. El objetivo no es poseer la prenda, el coche o la película, sino disfrutarla durante un tiempo e ir a otra cosa. Además, ha crecido el número de empresas que alquilan las prendas de vestir de manera online y sólo algunas poseen ateliers.
Y el auge de estos negocios se debe, según Joana Aguilera, de Rental Mode Bcn, a las ganas de novedad y el creciente interés por la moda sostenible. “Han vuelto las clientas de siempre y muchas nuevas. Las que consumían este servicio antes de la pandemia lo hacían para no repetir estilismo, pero las nuevas consumidoras de estos servicios se mueven más por criterios medioambientales”.
La importancia de ahorrar en tiempos de crisis
El ahorro es uno de los reclamos que utilizan estas empresas para captar nuevas clientas, sobre todo en tiempos de crisis económica. “Aparte de alquilar también vendemos. Nuestros vestidos están confeccionados a mano en nuestro taller y el precio ronda entre los 150 y los 200 euros. En cambio, si se alquilan todos los modelos cuestan 60 euros y se ofrecen con bolso, cinturón y pendientes incluidos”, asegura Aguilera.
Por ello, no resulta extraño que algunas firmas se hayan unido a plataformas de alquiler tipo Pillow y al sector del fashion renting. De hecho, la marca Escada ofrece ahora una colección con medio centenar de referencias, algunas valoradas en hasta 1.300 euros, cuyas piezas se alquilan. Así, por unos 155 euros, una usuaria puede disfrutar durante un mes de unos pantalones de alta costura que suelen encontrarse en una tienda por 600.
El auge de la segunda mano
La consultora McKinsey prevé que en 2025 el mercado de segunda mano crezca más que el de la moda de producción rápida. Y Thredup, una empresa estadounidense que comercializa ropa de segunda mano, pronostica que para 2029 el armario de los consumidores estará compuesto en un 19 % por ropa usada, frente al 3 % actual.
“La situación mundial que hemos vivido y que seguimos viviendo nos ha dado tiempo de parar y pensar. La gente ya es más consciente de que no necesita tanta ropa y que no tiene sentido acumular prendas que apenas se utilizan”, insiste Sach de La Más Mona.
Atención personalizada
Con la pandemia “la gente se ha acostumbrado a comprar por internet y ya no va tanto a las tiendas”, recuerda María José González, de la empresa de alquiler de ropa Pillow. Sin embargo, el sector del fashion renting, aunque se nutre del comercio electrónico, ofrece una atención personalizada como si la clienta estuviera en la misma tienda.
“Disponemos de una estilista que conoce las medidas y los gustos de la clienta, y en función de eso, buscamos el vestido o conjunto que mejor le va según el evento”, explica González. “La idea es que la clienta se sienta como si estuviera frente al armario de su amiga, que le presta ropa con toda la confianza y también la asesora”, detalla Aguilera de Rental Mode. Además, otra ventaja es que la clienta puede vestirse de pies a cabeza en una tienda. “Se va con el conjunto completo: vestido, bolso y hasta con joyas”, añade Aguilera.
El ‘renting’ cautiva a un público amplio
Los estudios de algunas consultoras apuntan que la generación millennial es la más propensa a alquilar ropa. Sin embargo, Sach, portavoz de La Más Mona, considera que, en su caso, se trata de un público entre los 30 y 60 años, que ha acumulado muchas prendas en su armario y entiende mejor el valor de la oferta de alquiler.
“Las clientas más jóvenes prefieren todavía comprar en las tiendas, porque no han acumulado ropa de más y aún piensan que van a amortizar las prendas que compran”, concluye.
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