Planeta es un enorme grupo empresarial centrado en el negocio editorial, de comunicación y de formación superior. Aglutina 70 sellos editoriales, como Espasa, Tusquets o Paidós, y es el accionista de referencia de Atresmedia. A pesar de su enorme poder e implantación, también hay algunas manchas que oscurecen su historial de éxito. El pasado mes de enero, Consumidor Global pudo contactar con consumidores que denunciaban cómo trabajadores o extrabajadores de la editorial, a través del extinto Círculo de Lectores, intentaban colar productos engañosos a personas mayores.
Ahora, este medio ha comprobado que estas incidencias también han sucedido con Artika, el sello editorial de Planeta especializado en ediciones limitadas y numeradas de grandes libros de artista, como Chillida, Goya, Van Gogh o Picasso. Los comerciales ofrecen los libros a personas mayores, no son transparentes con los contratos y les atan a deudas enormes.
Desde libros a documentales
La madre y la tía de Javier Lobo, explica este consumidor, llevaban “media vida” comprando colecciones de libros, enciclopedias y otras cosas a Editorial Planeta. “De vez en cuando entraba en casa alguna colección nueva”, recuerda, como libros de música clásica o documentales de National Geographic en Laser Disc. Hasta aquí, explica en su blog, no existían irregularidades, pero Lobo ha descubierto que los comerciales han llegado a “estafar” a su madre y a su tía.
Según detectó, a su tía, que ya es anciana, le llegó en noviembre de 2022 un correo con una nueva contratación de Editorial Planeta. El libro que había adquirido se titulaba Los sueños de Frida Kahlo, lo publicaba el sello Artika como una edición limitada y tenía un precio de 5.100 euros. Alarmado, Lobo llamó a su tía, y dio la casualidad de que el comercial que había hecho la venta se encontraba en su casa.
Certificado de autenticidad
Este vendedor se mostró, explica Lobo, satisfecho de habérsela “colado” a su tía con la excusa de que la señora necesitaba esa última parte de la colección porque incluían unos certificados de autenticidad que le permitirían venderla después. Es decir, como si se tratara de un producto de inversión.
En ese momento, Lobo no pudo hacer nada, porque su tía corroboró que quería el libro. Tiempo después él descubrió que había otra compra, en este caso de un anillo, cuyo precio total superaba los 2.000 euros. Tras contrastar los números, este consumidor hizo entender a su tía que era un coste desproporcionado para lo que le ofrecían, por lo que llamaron al servicio de atención al cliente de Planeta dispuestos a cortar toda relación comercial.
Contratos sin copias
Su conclusión tras hablar con el SAT fue que su madre había llegado a firmar contratos sin verlos y sin recibir copias. “Al menos en un par de casos, alguien le ha llevado libros y le ha hecho firmar para que constara que se los había entregado, cuando realmente era una contratación nueva y nunca informó de tal cosa”, explica Lobo. Desde Planeta parecen aceptar que no es normal: la teleoperadora le dijo que, efectivamente, era algo “muy irregular”.
Tras recopilar toda la información, Lobo preparó unos correos de desistimiento desde cada cuenta (uno desde la de su madre, otro desde la de su tía) explicando las malas prácticas de los comerciales y su deseo de no volver a ser contactadas nunca más. Y, para saber cuánto reclamar, tuvo que usar la calculadora.
Deudas de miles de euros
La deuda de su madre asciende a unos 1.500 euros, una cifra que, si bien es muy abultada, Lobo considera relativamente lógica, porque le enviaron robots de cocina y otros aparatos a casa.
Pero, en el caso de su tía, la cifra era escandalosa, escalofriante: 7.788 euros. En la relación de compras se incluían varias cosas que nunca recibió, como un anillo y los tomos de la colección Lugares Sagrados.
Qué hacer en estos casos
“Hablad con vuestros familiares por si están en este ajo o en alguno parecido y hacedles entender que ni esa colección de libros vale 5.000€, ni ese robot de cocina vale 3.000€. Que escriban a atencionalcliente@planeta.es desde la cuenta de correo que tengan registrada exigiendo no recibir más visitas ni llamadas, y cancelad cualquier pedido que esté en plazo si es posible”, recomienda Lobo en su blog.
Respecto a la deuda, este consumidor se muestra resignado, porque, si hay contratos firmados, hay poco que hacer. “Toca pagar o meterse en litigios”, expresa.
La excusa de completar la colección
En junio de 2023, una consumidora denunció en un foro de lectores que había recibido la llamada de un agente de Planeta, que le había indicado que le iban a mandar unos libros que le faltaban para completar una colección de arte. Es decir, exactamente lo mismo que le ocurrió a las familiares de Lobo. “Yo le contesto que solamente me queda por pagar una cuota para finalizar, y que eso es imposible”, relataba esta afectada. A pesar de su negativa, el comercial insistió.
“Por curiosidad miro en internet las colecciones de Artika de Planeta (supuestamente lo que me falta). Lo que veo es una nueva colección en la que están Botero o Frida Kahlo, pero también otros, un total de 6 libros más, pero no lo que yo tengo adquirido y supuestamente a lo que pertenece. Lo que se ve, es que hacen todo lo posible para tenerte enganchado”, explicaba
Vender una de las obras
En el mismo foro (bibliotecalascumbres.weebly.com), otro consumidor corrobora los hechos y explica una variante del “robo” que consistía en ofrecer una reventa: “La nueva técnica de estafa para quienes tienen obras de Artikabooks de Planeta consiste en que un comercial conocido del cliente le llama y le ofrece comprarle una o más de las obras que previamente le ha vendido por una cifra muy sustanciosa, pero para materializar esa venta le piden que deposite una cantidad de dinero en una cuenta bancaria del mismo banco de donde le han estado cobrando las cuotas”, decía.
La técnica es rastrera: la llamada se produce cuando el cliente está a punto de liquidar la deuda con la editorial y el comercial ha comprendido que ya no va a poder vender más. “La cifra que le ofrecen le despierta la codicia, la cuenta en su banco le da confianza. Como ven está todo pensado para el robo y que el estafado no pueda hacer nada”, añadía el consumidor en el foro. El gran drama, como explicaba Lobo, es que aunque el contrato se haya firmado con mentiras o mala fe, si existe es muy difícil revocarlo.
Ventas desde 2008
La madre de Iván Sarnago ha tenido una experiencia similar con otro vendedor de Planeta sin escrúpulos, pero este consumidor aún no ha calculado exactamente a cuánto ascienden los pagos por cosas que realmente ella no quería. Este afectado cuenta a Consumidor Global que los cobros comenzaron hace muchos años, cuando los vendedores acudieron a casa de su madre logrando que ella firmase. “Desde 2008 probablemente, en fechas posteriores a la muerte de mi padre”, señala.
A partir de entonces, ella recibió “un sinfín de libros especiales de arte de grandes pintores, como Miguel Ángel o Dalí” de “descomunal tamaño”, que califica además de inabarcables y poco funcionales.
Cuotas muy elevadas
Sarnago no puede saber con exactitud a cuánto asciende la cantidad que han ido desembolsando todos estos años, pero estima una cifra elevadísima. “Hay cuotas de 200 a 400 euros desde entonces”, indica. No fue hasta este año, cuando su madre estaba ya muy enferma, cuando Sarnago decidió tomar cartas en el asunto y cortar todo pago desde el banco.
Desde Planeta se desentienden de sus reclamaciones, asegura, y, de hecho, siguen reclamando el dinero a través de una empresa de recobros. “Nos llama un tipo reclamando una deuda y amenaza con todo tipo de acciones legales y con llevar a mi madre a juicio. Pero cuando cojo el teléfono yo, cuelga”, relata Sarnago.
“Abuso y manipulación”
Por la manera en la que los contratos se suscribieron, Sarnago no duda en calificar las ventas de “irregulares”, y además cree que también hubo “abuso y manipulación”. Lo cierto es que las técnicas de algunos comerciales han sido perversas: “Como yo me dedico a la ilustración y al tema editorial, más de una vez el comercial engañaba a mi madre con un supuesto contacto en Planeta que podría darme trabajo. Lo hicieron en varias ocasiones, mi madre acababa pensando que era una buena oportunidad”, explica.
“Por supuesto, los comerciales son pobres hombres sin acceso ninguno a la editorial, y mienten descaradamente con tal de lograr su presa”, agrega. De momento, Sarnago está consultando a expertos legales, pero, llegado el caso, se plantea llegar a los tribunales. No es difícil dar con casos similares. En X (antigua Twitter) hay testimonios parecidos, muy duros, de familiares de personas mayores que han contraído deudas escandalosas.
Este medio ha contactado con Artika para preguntar por estas supuestas irregularidades, pero, al término de este reportaje, no ha obtenido respuesta.