Un jueves cualquiera en Gran Vía, el bastión de las compras de Madrid. Bolsas arriba y abajo, bullicio y coches que rugen en la principal arteria comercial de la capital. En el número 37 no para de entrar y salir gente y se percibe más movimiento que en el resto de establecimientos vecinos. “Vamos a entrar, a ver que vemos”, se dice una pareja junto a la boca de metro de Callao, a escasos metros de la nueva tienda de Uniqlo. Y es que el que es conocido como el Zara japonés ha conquistado la zona de compras líder de Madrid con la apertura de su tienda más grande de España y la segunda en la capital.
Ese número 37 de Gran Vía, que en su día albergó el conocido cine Avenida y la sala de espectáculos Pasapoga, hoy se ha convertido en el flagship del gigante asiático de moda en España. Hace tan un solo un año que este edificio de estilo clasicista era una tienda de H&M que ahora releva la firma japonesa. Sus paredes, pasillos y muebles albergan todo tipo de artículos de moda distribuidos en cuatro plantas y con 2.200 metros cuadrados de espacio. “Nuestra segunda tienda en Madrid, la más grande hasta la fecha en España, simboliza nuestro firme compromiso con el mercado español”, ha dicho Taku Morikawa, responsable de Uniqlo en Europa en la apertura.
Un edificio emblemático
Al entrar al edificio, impresiona la arquitectura majestuosa y señorial que recibe a los clientes. Lámparas de araña y espejos en la parte superior inundan la primera sala en la que también están los baños, con puertas tapizadas en terciopelo verde. Una vez pasamos al corazón de la tienda, el aspecto es como el de otra cualquiera con escaleras mecánicas, cajas automáticas y probadores.
“Nosotros hemos venido sobre todo para ver el edificio, en cuanto a ropa no tiene productos muy distintos al resto de tiendas”, dice Carmen Martínez mientras da un paseo por el local con su marido. “Para mí es lo mismo de siempre, igual de caro que el Zara, pero en un sitio muy bonito”, explica el hombre a quién su esposa le debate que “bueno, es diferente, es otro estilo”.
Precios de todo tipo
En cuanto a precios, Uniqlo no brilla por ser precisamente una línea barata, pero trabajadores y algunos clientes destacan la calidad de los productos. “Veo que todos los pantalones tienen un precio medio de 40 euros, creo que no es una tienda para gente joven, pero se ve muy buena calidad”, cuenta Beatriz González mientras fotografía el edificio por dentro. A escasos metros se pueden ver unos jerséis de cuello redondo que cuestan 130 euros por una promoción especial de apertura, su precio original era de 150 euros.
“Hay de todo, hay cosas más asequibles, pero también prendas más caras que merecen la pena por la calidad de la tela y la tecnología de su fabricación”, asegura Toni Martín, un empleado de Uniqlo. “Yo sí que la conocía, alguna vez compré en la primera tienda que abrieron aquí y ya sabía lo que me iba a encontrar, creo que tiene unos precios normales”, añade un chico que acaba de comprar dos sudaderas.
Tecnología y customización propia
Uno de las novedades más llamativas es la sección UTme!, una sala en la que los clientes pueden diseñar sus propias camisetas. A través de unas tabletas, los compradores pueden combinar infinidad de imágenes y tipografías variadas para imprimir después las prendas in situ en 30 minutos.
En la planta superior, se ofrece un servicio de sastrería donde los clientes pueden hacer arreglos o customizar sus prendas. Además de la típica recogida de bajo de pantalón o vestido, Re Uniqlo Studio permite modificar y entallar la ropa en el momento. “Hemos incorporado una técnica de bordado japonesa, sashiko, para reparar prendas con diseños personalizados al gusto del cliente”, explica Guiomar L., responsable de este puesto. En cuanto a los precios por este servicio, los bordados parten de los 10 euros, según la prenda y diseño.