Hay vida más allá del Black Friday. Cada noviembre comienza la avalancha de campañas publicitarias con descuentos, aparentemente únicos, para adelantar las compras de Navidad. Por suerte, más allá de esta vorágine de consumo compulsivo, hay tres alternativas más baratas, cómodas y sostenibles al Black Friday.
Porque, ante una situación económica inestable en la que el coste de vida es la principal preocupación de los españoles, elegir conscientemente qué consumir se convierte en una prioridad.
Economía circular
El Black Friday propone un consumismo impulsivo, pero los españoles, cada vez más, apuestan por la compraventa de productos de segunda mano tanto en plataformas online como en mercadillos.
De hecho, el 88% de la población española ha comprado productos de segunda mano alguna vez, mientras que el 67% los ha vendido, según un estudio de Nextdoor. Asimismo, para el 62% de quienes ponen a la venta objetos de segunda mano su motivación ha sido la sostenibilidad y la economía circular.
Consumo colaborativo
Más allá de si necesitamos o no comprar algo, muchas veces consumimos productos o servicios sin reflexionar previamente si pudiéramos obtenerlos por otra vía. El vecindario puede ser un gran aliado a la hora de encontrar alternativas al consumo ansioso.
Por ejemplo, una tendencia en alza en España es el denominado consumo colaborativo que consiste en compartir o intercambiar viviendas, medios de transporte, cestas de la compra, productos y un largo etcétera. Además, Nextdoor asegura que los vecinos españoles han ahorrado hasta 190 euros gracias a la ayuda de sus vecinos.
A la venta y gratis
El 78% de los consumidores que han comprado o vendido productos usados lo han hecho por plataformas digitales como Nextdoor, la cual cuenta con una sección llamada A la venta y gratis en la que los vecinos pueden encontrar todo tipo de productos para reutilizar. En concreto, en los últimos cuatro meses, el 27% de los artículos de la sección A la venta y gratis fueron gratuitos.
Otra tendencia son los bancos de tiempo que proponen el intercambio de servicios sin que medie el dinero, sino que se emplean las denominadas “monedas sociales”. De esta forma, los vecinos pueden intercambiar habilidades sin gastarse un euro, contabilizando las horas de servicio prestado y recibido. Si tú no sabes coser pero eres muy bueno en inglés, un vecino puede coger la aguja y el hilo por ti a cambio de unas clases de vocabulario.
Comercio local
Por último, pero no menos importante, cabe recordar que el comercio local intenta competir en la guerra de ofertas con las grandes multinacionales. Sin embargo, por mucho que bajen los precios, la competición es injusta y para nada igualada.
En este contexto, “el apoyo de los vecinos al comercio de barrio es fundamental en estas fechas”, señala Katherine Villegas, directora de Nextdoor en Madrid, quien insiste en que “el consumismo compulsivo es antónimo de un crecimiento económico justo, y por ello los vecinos deben apostar por los negocios locales en detrimento del hiperconsumismo que solo contribuye a promover una sociedad materialista donde el pequeño comercio queda olvidado”.