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Así trampea Holaluz la Lista Robinson para bombardearte a llamadas con intermediarios opacos
Empresas como Voxbone y STG ejercen de intermediarias de grandes compañías para captar clientes mediante técnicas muy agresivas, y se libran de las sanciones por estar radicadas fuera de España
Hagamos un ejercicio de imaginación. El señor Domínguez recibe varias llamadas de teléfono de unos supuestos comerciales de una compañía eléctrica. Llamémosla Enibertugy. Le llaman para ofrecerle ofertas, y Domínguez se mosquea, porque está en la Lista Robinson y tiene derecho a que no le den la turra. Molesto, pone una reclamación ante la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) y denuncia los dos teléfonos que le llaman. La Agencia pregunta a Enibertugy, desde donde contestan que dichos teléfonos no corresponden a su red de agentes, y que, según sus informes, ellos nunca han llamado al señor Domínguez. Es decir, que no tiene nada que ver con ellos. ¿Entonces? ¿Es una firma que hace un favor a Enibertugy por amor al arte?
La historia se enrevesa. La Agencia hace su trabajo y exige a Enibertugy que le diga de dónde narices sale entonces ese número. A continuación, Enibertugy investiga y encuentra que, según la web Listas Spam, los teléfonos que llamaban al señor Domínguez ya habían sido denunciados como fraude por otras personas, y que se hacían pasar por grandes empresas como Vodafone o Jazztel. Además, Enibertugy descubre que el titular de dichas líneas que molestan al señor Domínguez es una empresa llamada Voxbone. Este nombre sí es real, aunque, como las matrioskas, oculta otro dentro.
Alquilar llamadas a un tercero
José Luis Estrella lleva más de 15 años trabajando como teleoperador y ha investigado las prácticas de Voxbone, porque las ha sufrido en su día a día, con clientes a los que han intentado cazar. Sin demasiados escrúpulos. “Voxbone es una empresa que ofrece sus servicios de VoIP [llamadas telefónicas por internet] a través de la nube, es decir, es como si fuera una operadora propia. Presta la infraestructura para que un servidor se conecte a uno de sus números y puedan llamar desde su propio centro”, explica Estrella. Así, actúa como una suerte de intermediario. Entre los servicios que ofrece figuran las llamadas entre países “que puede contratar cualquier compañía”.
Estrella revela que ha sido testigo en primera persona de cómo actúa Voxbone, y ha podido hacer un seguimiento de su modus operandi gracias a que un cliente al que atendió le facilitó todos los números que le llamaron diciendo ser de su entidad. Según relata, cuando las compañías que trabajan con Voxbone (eléctricas o telefónicas) aglutinan demasiadas quejas por ese motivo simplemente dejan de trabajar con ellas, el rastro se pierde y Voxbone marcha a otra. Ahora bien, ¿cómo lo hacen para no ser pillados? “Puede que Voxbone no se ofrezca directamente, y tengan una filial o le subcontraten”, aventura Estrella.
Holaluz trabaja con Voxbone
Con estos datos, surge una pregunta muy evidente: ¿Hasta dónde es consciente Enibertugy de que hay una empresa que gana clientes para ellos con métodos cuestionables? ¿Lo sabe todo, o mira para otro lado y prefiere no saber? “Debería saberlo todo. Si no lo sabe, la están engañando, y puede ser igual de víctima que el cliente al que llaman. Sinceramente, creo que hay un tercero que es el enlace entre las compañías y Voxbone, así ninguna de ellas se ve salpicada por lo que haga la otra. Creo que esa tercera entidad es la pieza que falta para completar el puzle”, asegura Estrella. Y da en el clavo.
Si dejamos a un lado los seudónimos, podemos saber, gracias a las resoluciones de la Agencia Española de Protección de Datos, que Voxbone prestó o alquiló unas líneas telefónicas a STG Company, una empresa radicada… en Perú. La pieza que faltaba en el caso del señor Domínguez, que es un nombre falso para un hombre que aparece citado en el expediente 202103030 de la Agencia de Protección de Datos. En ese informe, Enibertugy es en realidad Holaluz. Recapitulamos: Holaluz dice a la AEPD que no sabe nada de Voxbone, pero Voxbone (o su compinche, STG) intenta captar clientes para ellos. Como STG está radicada en Perú, la AEPD carece de competencias y pincha en hueso. No puede sancionar, ni seguir investigando, ni ofrecer más ayuda al señor Domínguez. Así las cosas, la apariencia es la de una estructura bien montada en aras de beneficiar a grandes firmas que pueden hacer que otros se salten la Ley Robinson por ellos.
Domicilio social en Bélgica
Para esclarecer cuál es exactamente su relación con Voxbone, en Consumidor Global hemos preguntado por este asunto a Holaluz, que ha preferido no dar ninguna información al respecto. No obstante, no es la primera vez que Holaluz aparece vinculado con una entidad de dudosa reputación: como ya demostró este medio, Holaluz ha trabajado anteriormente Macradem, una sociedad que daba guiones a sus teleoperadores con instrucciones como “exagerar” o “dar todo por hecho” para captar nuevos clientes. Igualmente, este medio ha intentado, sin éxito, contactar con Voxbone y con STG Company.
Las malas artes de Voxbone no son novedosas para todos. En 2018, Alberto Ruiz denunció al CERTSI (hoy Instituto Nacional de Seguridad, INCIBE) dos webs que descargaban programas maliciosos y asustaban a los usuarios diciéndoles que tenían un virus en su ordenador y que, para solucionarlo, llamasen a un número de España. Dicho número, según averiguó Ruiz, pertenecía a Voxbone, filial de un servicio estadounidense de llamadas por Internet. Supo que lo era gracias al Registro de Numeración de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). Más tarde, el 12 de octubre de 2020, la americana Bandwith compró Voxbone (que definía entonces como “líder internacional en comunicaciones empresariales en la nube”) por nada más y nada menos que 446 millones de euros. Hoy, en el Registro de Numeración y Operadores de Telecomunicaciones, se puede leer que el domicilio social de Voxbone está en Bélgica.
“Ninguna compañía deja de aceptar un nuevo cliente”
César Ferreras trabaja para un grupo de telefonía móvil, y relata que reciben muchos telefonazos de clientes que se quejan tras ser contactados por Voxbone y otras similares. "Como firma, nosotros lo que hacemos en atención al cliente es reportar el número al que le han llamado, nada más”, relata. A su juicio, Voxbone no actúa por libre. “Yo lo que creo es que son distribuidores pequeños que firman un contrato (con Orange por ejemplo, por decir una) para que les traigas líneas. Ninguna compañía te va a reconocer que acepta estos contratos, pero ninguna compañía va a dejar de aceptar un nuevo cliente”, resume.
Listas Spam, el portal colaborativo donde los usuarios comparten información sobre quién les llama (y que aparece citado por Holaluz en la resolución de la AEPD), arroja algo más de luz al asunto. Aquí hay más de 80 referencias sobre Voxbone. La última es de hace casi un año. “Me llaman para ofrecer telecomunicaciones, líneas y no sé qué productos. Le digo que no me interesa y me dice ‘da igual, yo te explico’. Unos pesados y mal educados”, denuncia un usuario. Otro indica que le llamaron tres veces un viernes a medianoche.
La Lista Robinson, inútil ante llamadas de fuera
“Aunque pertenece a Voxbone, S.A., la realidad es que esta empresa solo es una compañía que alquila sus líneas a otras, a mí me llama una supuesta empresa financiera que dice que yo me apunté, y cuando les digo que no, se comportan como unos energúmenos”, denunció otro usuario anónimo en 2018. En TrustPilot también hay algunas pistas: “persistent scammer” (estafador persistente), define un usuario. “Constantly ringing and do not stop. I've blocked the number. Spam”, dice otra usuaria.
Por su experiencia, Estrella conoce al dedillo hasta dónde llega la ley y recuerda que cualquier llamada que un usuario reciba sobre una supuesta subida de tarifa por parte de su compañía debe hacerle sospechar. “Primero debes saber que cualquier cambio en los planes de precios se tiene que notificar por escrito, y te lo tienen que notificar con 30 días de preaviso. No puede ser que de repente te digan cosas como ‘si no estás de acuerdo con este cambio, te damos de baja de los contratos que tengas’. No es legal”, recalca. Además, hay casos en los que lo mejor es directamente denunciar. “Si el cliente está en la Lista Robinson, no le pueden llamar, porque infringen la Ley de protección de datos. Otra cosa es si llaman desde fuera, ahí la privacidad se la pasan por el forro”. Por eso STG está en Perú. Por eso no se puede sancionar a Enibertugy. Ni a Holaluz. Por eso te seguirán llamando.
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