Si fuese cómico y no dramático, se podría decir que, de momento, el límite al precio del gas que entró en vigor el 15 de junio no está muy sólido. O que hace aguas. O que el ahorro se evapora. O que lo de la luz sigue muy oscuro y el descuento tira a medio gas. Pero, como no lo es, no lo diremos. Más allá de la distinción vaporosa entre lo cómico y lo preocupante, lo cierto es que, en los primeros cuatro días de “excepción ibérica” (es decir, 15, 16, 17 y 18 de junio), el ahorro en la factura para los usuarios fue, de media, de un 12 %. Muy lejos del 30 % del que habló el Gobierno en un primer momento (aunque luego reculó a un 20 %). Si bien se puede echar la culpa a la ola de calor, el tope al gas es, de momento, un gran chasco para el consumidor.
Tal y como han explicado representantes de la Asociación de Empresas de Energía Eléctrica (Aelec), el precio fijo de referencia al gas será de 40 euros durante los primeros seis meses de aplicación de la medida, pero después se incrementará. A partir del séptimo mes, el colchón no será tan grande. ¿Y entonces? Ignacio Sánchez Galán, presidente de Iberdrola, cosechó críticas furibundas al afirmar que los consumidores que no estaban en el mercado libre eran “tontos”. Después pidió perdón. Pero así es como se han quedado muchos consumidores ante este fiasco.
“Esperábamos que el tope al gas que tuviera más impacto”
“Es una sorpresa, todos esperábamos que la medida tuviera más impacto”, reconoce a Consumidor Global Roberto Gómez-Calvet, profesor del área de Empresa y experto en suministro energético de la Universidad Europea de Valencia. No obstante, apunta que producir la energía no es lo más importante a la hora de considerar la factura de la luz, puesto que hay otros cargos añadidos que empujan el coste.
“Estamos un poco desorientados”, admite el experto, “pero también habría que preguntarse qué habría pasado si no se hubiese aplicado esta medida. Quizá el precio nos pondría los pelos de punta”, añade. Algunos vecinos lo están pasando peor, eso es cierto. El lunes 20 de junio, el kilovatio/hora marcó en España 258 euros, mientras que en Italia y Francia rebasó la barrera de los 300. “Ahora mismo estamos en niveles máximos de demanda, más que en invierno. Rondamos los 38-40 gigavatios y habitualmente estamos en 32”, apunta Gómez-Calvet. Y, a mayor demanda, mayor precio.
"Un parche” para la factura de la luz
Antoni Cunyat, profesor de los estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), coincide con el diagnóstico de Gómez-Calvet. “Fuera del Gobierno se esperaba un ahorro, como mucho, del 20 %”, expone. Desde luego, el optimismo es una virtud, pero hay que saber manejarlo. Cunyat también cree que se puede “ver el vaso medio lleno o medio vacío”, en referencia a los altos precios de otros países europeos, pero es contundente a la hora de afirmar que lo del gas es, en esencia, “un parche”.
Y lo es porque se podrían subir las revoluciones. “Si realmente se quisiera abaratar el precio de la luz, se podría hacer con reformas estructurales y con medidas más contundentes”, considera el experto de la UOC. Por eso, no se muestra tan optimista como el Ejecutivo (que cifró en 130 euros el precio medio de la factura de la luz durante los 12 meses de tope al gas). “Mientras dure la guerra de Ucrania, el precio de la luz seguirá alto. Una gran rebaja en corto plazo es descartable”, revela Cunyat.
La alternativa del autoconsumo
Por otra parte, el profesor de la UOC alude a problemas de competencia en el mercado eléctrico. “Imaginemos que sólo hay 4 barcos que pescan sardinas. Esos barcos poseen, además, las pescaderías en las que lo venden y decisiones sobre la compra. Hay margen para llegar a acuerdos y alterar, de algún modo, la subasta”, declara. A falta de que algún personaje influyente se decida a pedir a los consumidores que pongan el aire acondicionado a 27 grados y no a 23 (en la línea la petición de Ana Patricia Botín que generó revuelo con la calefacción), Cunyat apunta algunas medidas que podrían abaratar el precio de la luz, como intensificar la apuesta por el autoconsumo con paneles solares.
“Por cada kilovatio que una persona vuelca a la red eléctrica, recibe un precio irrisorio”, añade. Con una compensación más razonable, la factura sí podría variar. ¿Provocaría eso un cambio de mentalidad? Durante los últimos meses, las continuas oscilaciones del mercado regulado provocaron un éxodo al mercado libre. Si ahora la situación se invierte y es el regulado (que es al que le afecta el tope el gas) el más barato, podría haber algunos consumidores que emprendan el viaje de vuelta. Pero Cunyat no cree que sea masivo. “Creo que el consumidor ya está un poco harto. Las familias están saturadas por tener que pensar si podrán poner el aire o llenar el depósito de gasolina”, asevera.
El ciclo combinado, el método más caro
Lo cierto es que en redes sociales se puede palpar la insatisfacción del consumidor medio, con palabras como “insuficiente” o incluso “desastre” que van de la mano de “tope al gas” en Twitter. Si bien en España hay enfado, en Alemania se puede hablar de pánico. Pero no por el precio, sino por el mero abastecimiento: si Rusia corta el grifo del gas, el invierno puede ser preocupante. Así, el partido político verde ha aprobado una vuelta a la quema de carbón para reducir el consumo y la dependencia del gas ruso.
Gómez-Calvet describe que el ciclo combinado, que es el método al que se recurre estos días para producir electricidad, es el más caro. “Se piensa que la electricidad es algo así como la harina, que se echa la mano al saco para coger más, pero no es así. Hay que generarla en el momento”, detalla el profesor de la UE. El ciclo combinado aúna la turbina con los gases. “La fotovoltaica está muy bien, pero sólo durante el día. Y la eólica es un desastre en verano, porque hay una climatología mucho más estable, sin altas presiones”, detalla el profesor.
Francia se beneficia de la excepción ibérica
Eduardo Delgado, director del comparador Roams, una herramienta que ofrece el precio de la luz por hora cada día; cree que el principal fallo del mecanismo que han planteado los gobiernos español y portugués consiste en no haber limitado las exportaciones a Francia. Ahora, las exportaciones al país vecino por los Pirineos se han multiplicado por cinco. "Las compañías, como es lógico, buscan maximizar su beneficio, y si en Francia pueden vender más caro, lo harán", expone.
"Aquí la clave es que la Comisión Europea, con Ursula von der Leyen al frente, no permitió que se establecieran dos precios diferenciados, uno para la Península Ibérica y otro para Francia, por lo que se da la situación de que el país galo se aprovecha de un producto subvencionado por el Gobierno español", analiza el experto. Delgado extrae conclusiones más profundas sobre las desigualdades en el seno de la Unión Europea, pero, con todo, reconoce que lo importante es pensar a largo plazo. "Sí creo que en seis meses podremos ver que el ahorro en la factura de la luz se situará entre el 15 y el 20 %", pronostica.
El precio, en manos del clima
Además, el mecanismo del límite al precio del gas tiene, según Gómez-Calvet, “mucha miga”. El experto explica que la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, pidió a las autoridades europeas un control nuevo, no un descuento. “Esto es una negociación, y, si bien Europa ha dado el visto bueno, quiere que España lleve a cabo una modificación de su sistema de fijación de precios”, narra Gómez-Calvet.
También cabe pensar qué ocurrirá con los contratos largos a precio fijo en el mercado libre. “Habrá que ajustar los costes. Conforme venzan sus contratos, seguramente los precios suban”, cree Gómez-Calvet. Por último, el profesor de la UE confía en que, si el tiempo acompaña y no hay más olas de calor tempranas, el tope al gas lleve la tarifa de la luz a cifras razonables. “Si viene una climatología bondadosa, podremos ver mayores ahorros”, zanja.