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La última oportunidad de comprar como en el siglo XIX: las tiendas centenarias apenas resisten

Los comercios más antiguos de Madrid y Barcelona han sobrevivido al Covid, pero agonizan mientras ven cómo los turistas no terminan de llegar

Teo Camino

La fachada de Guantería Alonso, una de las tiendas centenarias de Barcelona / CG

Cruzar el umbral de cualquiera de estos establecimientos es como teletransportarse a finales del siglo XIX o principios del XX. Aquí, en su interior, los relojes de caja de caoba se pararon hace más de 100 años, cuando el modernismo y sus líneas curvas eran un movimiento rupturista, y las han visto de todos los colores.

Superaron la pandemia de la gripe española de 1918, la Gran Depresión, la Guerra Civil y la crisis financiera de 2008. “No nos ha tumbado nada en 100 años, nos va a tumbar ahora el Covid”, apunta muy optimista María Asunción Cabedo, la dueña de la tienda de artesanía textil Almacenes del Pilar, que abrió sus puertas en 1886 en la calle Boquería de Barcelona y desde entonces no ha bajado la persiana.

Un mañana incierto

“Resistiré” es la frase más repetida en estos comercios centenarios que se encuentran ahora con el agua al cuello. “Las hemos pasado canutas”, confiesa Victoria Alonso, que forma parte de la tercera generación de Guantería Alonso, un icónico negocio que abrió sus puertas en 1905. “Aguanto porque la familia me ha dejado dinero y he pedido un crédito ICO”, añade Alonso, que se da hasta 2022 --cuando deberá empezar a devolver el préstamo-- de margen. “Llevo desde los 14 años trabajando aquí, pero si en Navidad el negocio no funciona, el año que viene cerramos”, sentencia.

En una situación parecida se encuentra Jaume Doncos, dueño de Casa Beethoven --una de las últimas joyas de La Rambla de Barcelona--, quien apunta que su comercio es como el Titanic: “se va hundiendo poco a poco desde hace una década”. Este melómano asegura que ha pensado más de una vez en cerrar y que si tuviera edad de jubilarse ya no estaría 11 horas diarias de lunes a sábado en la tienda. Algo más positivos se muestran en la Antigua Relojería de 1880 de la calle de la Sal --vecina a la Playa Mayor de Madrid--, quienes, al ser un negocio familiar, se han bajado el sueldo, han tirado de ahorros y ahora empiezan a ver la luz al final del túnel.

Fachada de la Sombrerería Obach / CG
 

Una renovación difícil

Al tratarse de objetos tan específicos como guantes y abanicos, partituras musicales, vestidos para fiestas populares, relojes y sombreros, en el caso de la Sombrerería Obach, renovarse no siempre es tarea fácil. En Casa Beethoven, por ejemplo, han incluido vinilos y una sección de objetos de regalo, “pero no podemos hacer mucho más”, apunta Doncos, quien espera no volver a vender mascarillas nunca más. “Yo para reinventarme un poco ahora vendo cinturones de hombre y capazos”, expone la propietaria de Guantería Alonso.

Además, en Almacenes del Pilar y en la Sombrerería Obach tienen claro que el sector online no va con ellos por el tipo de producto con el que trabajan. Pero en la Pastelería la Colmena de Ciutat Vella, donde venden los caramelos más antiguos de España desde 1849, aseguran que durante la Semana Santa de 2021 “disparamos nuestras ventas online”.

Extranjeros que no terminan de llegar

Muchos de estos comercios, situados en el centro de Barcelona y Madrid, dependen en gran medida del turismo, al que esperan “con los brazos abiertos”. “Estoy deseando que lleguen los turistas nórdicos porque alucinan con nuestras partituras”, apuntan desde Casa Beethoven, quienes se quejan de que en La Rambla ya no viven barceloneses. “Antes del Covid vendíamos 400 kilogramos de caramelos a la semana, pero durante la pandemia había días en los que entraban dos o tres personas”, se sincera Jessica Méndez, dependienta de la mítica tienda La violeta de la plaza de Canalejas (Madrid).

Mientras algunos lamentan que el turismo ha desaparecido y que los extranjeros llegan a cuentagotas, la mayoría de estos establecimientos agradecen que muchos clientes habituales hayan comprado por el simple hecho de colaborar y echar una mano. “Hemos recuperado la clientela de Barcelona”, celebran desde la Colmena. “Por suerte tenemos mucha clientela fija que compra uno o dos sombreros al año”, aplauden, también, desde la Sombrerería Obach.

La fachada de la mítica Casa Beethoven de La Rambla de Barcelona / CG

Los precios se congelan

El turismo representa un 50 % de las ventas para algunos de estos comercios centenarios que se han visto obligados a ajustar precios. “Hemos mantenido los de 2019 e incluso hemos bajado el coste de algunos productos que teníamos en stock”, explica Pol Obach --la cuarta generación de la sombrerería familiar fundada en 1924--, quien añade que el sombrero Panamá (85 euros) es su producto más vendido durante el estío.

En la Antigua Relojería, en cambio, Suiza marca el tiempo y los precios, que en 2020 subieron. El Tissot T-Touch Connect Solar, que oscila entre los 900 y los 1.000 euros, “está saliendo muy bien”, apuntan como gran novedad. Al mismo tiempo, la llegada del calor ha hecho que el producto estrella de la Guantería Alonso pase a ser el abanico, que puede costar desde 4 euros hasta los 200, es decir, lo mismo que en 2019.