Pedir un café y comerte la taza. Parece que es una broma pero no. La compañía Areas está haciendo una prueba piloto con unas tazas comestibles. Así lo explica la empresa a Consumidor Global.
Unos vasos que están disponibles en los establecimientos Deli&Cia, en los aeropuertos de Barcelona, Palma de Mallorca, Alicante e Ibiza. Cupffee es la startup que ha creado las tazas comestibles. Esta apuesta por la sostenibilidad genera dudas. ¿Realmente tienen un menor impacto en el medio ambiente? ¿O es puro marketing?
Hechas de galleta natural
La galleta es la base con la que se fabrican las tazas de Cupffee. Areas explica a este medio que están pensadas para mantenerse crujientes durante unos 40 minutos. "Está diseñada para ser resistente y mantener su forma incluso con líquidos calientes como el café", añade la compañía. La cookie está hecha con ingredientes naturales.
"Completamente vegano y 100 % libre de transgénicos, sin colorantes, edulcorantes ni conservas", zanja. Ahora bien, ¿cuánto tiempo duran estos vasos? Areas reconoce que tienen una fecha de caducidad pero no especifica cuál. Solo habla de "meses" sin dar más detalles. "Por lo general se mantienen intactas varios meses si se almacenan correctamente".
Residuos alimentarios
Elvira Jiménez, consultora experta en economía circular, aclara a Consumidor Global las dudas sobre el desperdicio alimentario que pueden producir los vasos comestibles. Todo depende de dónde acaben los residuos. Si estos se llevan a una planta de compostaje y se recuperan los materiales biológicos, la degradabilidad tiene sentido, según explica la profesional.
Pero, "si esto va a acabar tirado en la basura que va a un vertedero, pues no es algo positivo", recalca. Las tazas comestibles vienen sujetas sobre un soporte de cartón. Uno de los motivos por los que la alternativa no convence a Jiménez. "Se sigue teniendo ese apoyo de papel, es decir, continúa generando un residuo", recuerda.
Un sustituto del plástico
Los vasos de Cupffee se presentan como una alternativa a los de plástico. A juicio de Alberto Vizcaíno, autor del blog Productor de Sostenibilidad, el problema no reside tanto en el material sino en el modelo de consumo. Así lo explica el experto a Consumidor Global. "Lo que resulta insostenible es basar el modelo de negocio en productos de usar y tirar", sentencia. Competir con los precios del plástico es difícil. Este es un material muy barato. "Entre otras cuestiones porque no incluye aspectos ambientales ni relacionados con la salud", añade.
"Cualquier producto de plástico son emisiones netas de efecto invernadero en tanto que su existencia requiere extraer petróleo fósil y transformarlo", matiza. Para este experto, la mejor alternativa tanto al plástico como a los vasos comestibles es el cristal. Elvira Jiménez también admite que las tazas tradicionales son más sostenibles que el resto de opciones. Añade que también puede ser interesante incentivar a los clientes a traer su propio vaso.
¿Márketing?
Areas reconoce que el proceso de producción de estas tazas comestibles es más caro que el de otros envases de plásticos u otros materiales tradicionales. Como resultado, puede ser que el precio del café suba. O, también, podría ser que el consumidor pague un extra por este vaso. De cualquier forma, Areas no deja claro si es el cliente quien tiene que hacer frente a este coste o no.
Elvira Jiménez reconoce que "a veces, es un reto implantar otro tipo de alternativas porque a nivel de precio cuesta mucho competir con el del plástico". Si se trata o no de una apuesta real por la sostenibilidad, Elvira Jiménez explica que esta debe formar parte de la visión de la empresa. "No puede limitarse a una acción puntual". Alberto Vizcaíno, en cambio, lo tiene claro: lo que hay detrás de estas tazas comestibles es márketing.
La experiencia de Consumidor Global
Este medio ha podido probar las tazas comestibles. Lo primero que llama la atención es que vienen en una bolsa de plástico. Al abrir el paquete, se comprueba que tienen un tacto duro, resistente. Basta con volcar sobre una de ellas un poco de café y, efectivamente, soporta el calor sin reblandecerse.
El soporte de cartón no cubre la parte inferior del vaso. Un detalle que hace que el consumidor se lo piense dos veces antes de dejar la taza sobre alguna mesa para después ingerirla. Cuando se le hinca el diente a la galleta, el sabor brilla por su ausencia. Eso sí, pasados los 40 minutos con el café en su interior, el vaso comestible sigue intacto. Tan intacto que ni siquiera parece que sea de galleta.