La cadena de supermercados Mere desembarcó en 2021 en España con grandes pretensiones. Ahora, apenas un año después, cerrará más de la mitad de sus tiendas. Su política de precios bajos no ha sido suficiente. Visitamos uno de los Lidl rusos que sobrevivirán más allá de febrero. Se trata del Mere de Tortosa, en Tarragona.
Hace viento y luce el sol. El parking está desértico: los coches se cuentan con los dedos de una mano y sobran el anular y el meñique. Deben ser de los trabajadores, piensa uno. “Mere. Los mejores precios todos los días”, se puede leer en letras rojas sobre fondo amarillo. Los pasillos, completamente vacíos, parecen más anchos de lo normal. ¿Dónde está la gente? En los más de 1.000 metros de la nave, la única señal de vida se encuentra en uno de los cajeros de la entrada y viste un polo color gualda con letras carmesí. Entonces, ¿de quién serán los otros dos coches?
Supermercados Mere: cerrar o no cerrar
El solitario cajero es atento y parece tener ganas de hablar. “¿Vosotros también cerraréis el 15 de febrero?”. “Nosotros no cerraremos. Somos dos empresas independientes”, asegura el empleado.
A diferencia de los supermercados Mere de Parla, Gandía y Aldaia, que bajarán la persiana justo después de San Valentín, las tiendas de Tortosa, Ontinyent y León permanecerán abiertas, tal y como confirman a Consumidor Global fuentes internas de la empresa.
Comprar en soledad y barato
Al perderse por los pasillos, lo primero que llama la atención es la disposición de los artículos, que no están en estanterías, sino en cajas que forman pequeñas montañas. ¿Estamos en un supermercado o en un almacén?
Se mire como se mire, el aspecto austero, la simplicidad de los envoltorios y la ausencia de dependientes tienen su lado positivo: es realmente económico. Una pasta de dientes Colgate por 0,89 euros y un paquete de papel higiénico o más de 100 toallitas por 0,59 euros son precios difíciles de igualar.
Marcas desconocidas y ‘packs’ familiares
Una distribución un tanto caótica y un gran número de marcas desconocidas dificultan, de primeras, la tarea de encontrar el artículo deseado. De repente, entran tres personas y la cosa se anima. Hasta se forma una alegre cola de dos frente al único cajero disponible.
En la zona de bebidas destacan los packs familiares a precios de derribo. Una botella de 2 litros de Cola Sani Zero, por ejemplo, se vende por 0,39 euros. Aunque por lo general falta variedad de marcas y alternativas, en sus inicios se podían encontrar en el Mere de Parla (Madrid) latas de Coca-Cola en lotes de 24 unidades por 0,49 céntimos. Y si alguien quiere celebrar que enero llega a su fin, comprar una botella de Cava Jaume Serra cuesta tan sólo 2,79 euros.