Al principio eran unos pocos jóvenes creando contenido desde su cuarto, y ahora es una industria millonaria. Los gamers son un grupo heterogéneo, cuyo pujante universo tiene fronteras porosas con plataformas como Twitch o YouTube. Muchos de ellos se pasan horas (pueden ser ocho, diez o doce) delante de una pantalla. Siendo realistas, no es muy diferente a lo que hacen cientos de miles de trabajadores en sus oficinas, sólo que los gamers se divierten.
La estética gamer es peculiar. Ambiente oscuro y preferencia por las formas geométricas, las líneas rectas y las luces led. La iluminación, como en los cuadros barrocos, es la que crea la atmósfera. A grandes rasgos, el estilo es como si Darth Vader condujese un Fórmula 1 y saliese en Lost in Translation. Completan el atrezzo alguna bebida energética y algún funko. Pero lo que vertebra este universo son las pantallas. Para asegurar que las lumbares no queden destrozadas tras mirarlas durante horas y horas, en los últimos años se han popularizado las sillas de gamers, verdaderos tronos con un aire a carrocería de coches en las que amarillos o azules fosforitos surcan vistosamente el color negro. Pero, ¿son realmente mejores para la espalda?
“No hay cuerpo sedentario sano”
“Sabemos que hay personas cuyo trabajo se desarrolla en una silla, pero hay que partir de que no es muy sano estar mucho tiempo sentado”, señala el fisioterapeuta Airam Ramos. Recalca que la evolución humana demuestra que el ser humano es un animal habituado a moverse, así que permanecer sentado durante periodos largos tampoco es natural. “No hay cuerpo sedentario sano”, remarca.
Por otra parte, el fisioterapeuta explica que cada cuerpo es diferente y tiene unas características concretas, pero uno de los elementos clave de la silla será que la altura sea regulable. “A mayor capacidad de apoyar los pies en el suelo, mayor estabilidad”, asegura. También destaca las virtudes que pueden tener los reposabrazos y el hecho de que el respaldo ocupe toda la espalda, “de cervicales a lumbares”. Esta descripción cuadra con la mayoría de las sillas de gaming. Por ejemplo, Ibai Llanos, el emblema de los streamers en España, tiene una silla de la marca Secretlab Titan ajustable que cuenta, además, con soportes lumbares, respaldo reclinable, relleno especial de espuma y cuero sintético. Cuesta unos 450 euros.
Alternar posturas
Pablo Herrera, vicedecano del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de la Comunidad de Madrid y experto en ergonomía explica a Consumidor Global que el mejor consejo es utilizar poco la silla. Dentro de lo posible. “Muévete. Si puedes tener una silla cómoda para que tu musculatura no sufra, está bien, pero no hay ningún estudio científico que relacione las características de la silla con ausencia de dolores”, explica. Señala, además, que ahora están de moda las sillas de gamer, pero también lo están las pelotas de fitball. “Lo ideal es alternar de un sitio a otro”.
“No hablamos de buenas o malas posturas, sino de tiempo. Lo recomendable es variar: el sofá, la silla, aprovechar las llamadas para caminar…”. En la misma línea, Ramos señala que de vez en cuando es bueno despegar la espalda del respaldo y someter el tronco a aguantar recto sin apoyarse. “De esa manera, la musculatura de nuestra espalda trabaja para mantenernos erguidos, por lo que existen menos posibilidades de que en el futuro tengamos patologías”, razona. De momento, ni streamers ni gamers hacen pausas en sus directos para estirar. Muchos trabajadores de oficina tampoco.
“Si hacen que estemos ocho horas sentados, no son buenas”
Según la consultora Newzoo, en España hay 2,9 millones de entusiastas de los e-sports. Y van en aumento. Si los hábitos de trabajo no cambian y el mundo del gaming sigue creciendo, el problema del sedentarismo se podría extender. Y, tal y como explica Pablo Herrera, va asociado a cosas graves como problemas cardiovasculares. Airam Ramos apunta que no sólo acecha el sedentarismo, sino la debilidad glútea o el acortamiento de la parte posterior de las piernas. Para evitarlos, la postura más recomendable es la de sedestación sana, aquella en la que tenemos apoyo sobre el asiento, pies en el suelo y la pantalla a la altura de los ojos o la nariz.
“La ergonomía clásica dice que las rodillas deben estar inclinadas 90 grados, con la espalda recta, pero no podremos aguantar en esa postura mucho tiempo. Sería necesario entrenar”, reconoce Herrera. Así, lo importante es variar. “Si las sillas de gamer van a hacer que nos quedemos ocho horas sentados, no serán buenas”, advierte el vicedecano. En un momento en el que el teletrabajo puede significar no salir de casa en todo el día, los fisioterapeutas explican que la concienciación es fundamental. “En las oficinas había mucha más vida social: la bajada a por el café, las reuniones en una sala… Ahora todo gira en torno a la mesa del salón”, resume Herrera.
Mercado en auge
Como en casi todos los mercados, hay precios para todos los bolsillos. Las sillas de gaming pueden ir desde los 100 hasta los 500 euros. Algunas tienen incluso un respaldo con circulación de aire o altavoces para que el jugador disfrute de una experiencia más completa. Se venden tanto en tiendas de referencia para los entusiastas de los videojuegos, tipo Game o PcComponents, como en MediaMarkt o Fnac. Ikea, la reina de los muebles por antonomasia, también ha visto el filón: la marca sueca ha lanzado junto con Republic of Gamers (ROG) una línea de productos para gamers que incluye sillas, cajoneras, escritorios, tapetes para el ratón o incluso una mano de madera para colocar los auriculares.
Hasta las administraciones están tomando nota. Begoña Villacís, vicealcaldesa de Madrid, ha hablado de hacer de la ciudad “la capital del videojuego en Europa” a través de un Campus del Videojuego que se ubicaría en Casa de Campo. Parece evidente que cada vez estamos más atados a las sillas. Entre los consejos para capearlo, Airam Ramos explica que las personas que pasan mucho tiempo sentadas deberían realizar estiramientos para compensar los periodos de inacción. Además de, claro, “movilizarse”: levantarse y andar. Como Lázaro. Pablo Herrera lo zanja con una frase que sabe a lema: “La mejor postura es la que menos dura”.