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Construir una buena defensa digital: cuesta muy poco y no hacerlo sale caro
Utilizar contraseñas débiles o reciclarlas para diferentes servicios pone en peligro los datos personales y expone a los consumidores a hackeos más sencillos
Las contraseñas son la llave de acceso a gran parte de la información sensible que los usuarios comparten en internet. Desde una cuenta en una tienda de ropa virtual hasta la aplicación de la entidad bancaria, los datos están protegidos bajo esta clave que garantiza la seguridad y privacidad de cada usuario. Sin embargo, y a pesar de su importancia, lo cierto es que es muy común utilizar combinaciones demasiado sencillas, como el nombre de algún miembro de la familia, la fecha de cumpleaños, el alias de una mascota o hasta el sitio web para el que se crea dicha clave.
Al caer en esta falta de originalidad para recordar las claves con facilidad, los estafadores lo tienen más fácil para meterse en territorio ajeno. De hecho, un 18% de los españoles asegura que le han robado alguna vez la contraseña, según un reciente estudio de Línea Directa sobre los riesgos de la tecnología. Y ya son varias las filtraciones masivas de claves y correos electrónicos que se conocen, sobre todo en contextos de incertidumbre y crisis como la actual. Contar con una contraseña robusta es un paso importante para la protección de los datos, pero no el único. Utilizar antivirus o gestores de contraseñas son otras medidas muy económicas que se pueden tomar para entorpecer la labor de los ciberdelincuentes y así evitar que el coste sea mucho mayor. En realidad, protegerse en el mundo online no cuesta tanto.
Un Google para las ‘passwords’
Más de 2,5 millones de personas usan la contraseña 123456 que se tarda menos de un segundo en crackear, según datos de NordPass. La palabra inglesa password (que significa contraseña), abc123, 121212 o aaaaaa son otras de las combinaciones que aparecen en la lista de las consignas más comunes y también más expuestas a los ciberataques. “Generar y recordar contraseñas complejas para cada servicio que utilizamos es complicado, pero es muy necesario para garantizar nuestra seguridad”, explica a Consumidor Global Rubén Vega, director de ciberseguridad de Excem Technologies.
Pero, como no todos tienen una memoria implacable, para crear contraseñas robustas sin peligro de olvidarlas, Vega recomienda el uso de un gestor de contraseñas, una base de datos personal que crea de forma aleatoria y guarda todas las claves del usuario. Este tipo de servicio está disponible por un precio muy reducido. De hecho, casi todas las opciones, como el mencionado NordPass y otros como LastPass, así como los servicios de Google o Apple, tienen una versión gratuita. Y si se quiere optar por la premium, que va un paso más allá e incluye la supervisión de intentos de hackeo, se puede conseguir por apenas 1,30 euros al mes, es decir, el precio de un café. “Así, sólo hace falta recordar la contraseña de entrada a este repositorio, que debe ser muy segura, ya que si alguien se hace con la llave maestra, se haría con todas las demás”, matiza este experto.
Una barrera extra de protección
Coincide con este planteamiento Enrique Domínguez, director de estrategia de Entelgy Innotec Security, quien aboga por crear contraseñas tan complejas que ni las conozca el propio usuario. “Yo solo me sé una contraseña, que es con la que accedo al gestor en el que guardo todas las demás y así me aseguro de que, en cada servicio que utilizo, sea diferente”, asegura Domínguez. Para cerciorarse de que nadie pueda entrar a esa base de datos, aunque se descubriera la contraseña de acceso, este experto en ciberseguridad recomienda utilizar siempre el doble factor de autenticación. “Es un segundo candado en forma de SMS al móvil, de petición de introducir la huella dactilar, el reconocimiento facial o un código a través de una aplicación”, explica. Esto también se puede utilizar de forma independiente para blindar el correo electrónico, por ejemplo.
Otra medida común de protección es la instalación de un antivirus, que rastree el ordenador en busca de archivos o intrusiones maliciosas. Como en el caso de los gestores de contraseñas, el servicio más básico es gratuito y su precio se incrementa según el nivel de protección que se contrate, partiendo de los 30 euros anuales y pudiendo superar los 100 euros. Sin embargo, esta medida tampoco es la panacea definitiva, pues está demostrado que los antivirus protegen de los virus conocidos, pero van un paso por detrás de los estafadores cuando se enfrentan a los ataques creados de forma más reciente.
La protección más barata: una contraseña robusta
Además, “contar con un antivirus no sirve de nada si la contraseña ya ha quedado expuesta”, recuerda Vega. Por eso, junto con estas sencillas medidas, es esencial contar con una clave potente y difícil de crackear. “Debe incluir mayúsculas y minúsculas, caracteres especiales, números y ser lo menos lógica posible”, aconseja este experto.
Así, junto con la posible inversión económica, “el aumento de seguridad acarrea un incremento del tiempo que se debe utilizar para proteger nuestra información y nuestros datos”, agrega Eusebio Nieva, director técnico de la empresa de ciberseguridad Check Point en España. Sea como fuera, esta dedicación no tiene parangón con el enorme coste de ser víctima de un ciberataque. “Los estafadores pueden llegar a acceder a servicios muy importantes como el correo electrónico o cuentas con las que se realizan pagos”, recuerda Nieva. Incluso, en otras ocasiones, el coste económico no es significativo, pero sí el coste de tiempo para recuperar la normalidad y el valor sentimental, cuando el robo implica la pérdida de información personal como recuerdos en forma de fotografías.
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