Una pareja de turistas pasa su último día en una ciudad. Han dejado el apartamento a las 12.30 horas, pero no regresan a casa hasta última hora de la tarde, así que les queda mucho tiempo para dar vueltas por ahí. Como es lógico, no quieren ir arrastrando las maletas. La solución es fácil: escoger una de las empresas de taquillas que han abierto sus establecimientos al calor del turismo masivo (y, concretamente, de Airbnb).
Muchas son totalmente automatizadas, lo que significa que no tienen portero ni ningún tipo de personal. En los casos en las que sí lo hay, la inversión para los responsables resulta igualmente barata y, si no hay una pandemia mundial, rentable. ¿Cómo funcionan? ¿Qué precios tienen?
Ocho euros por día
El traqueteo de maletas es (junto con la radial) la banda sonora habitual del centro de muchas ciudades, especialmente durante los fines de semana. Para los viajeros que llegaban en tren a las grandes urbes españolas, las consignas de las propias estaciones eran perfectas para olvidarse durante unas horas de su equipaje. Estas consignas están administradas por Adif. Sin embargo, permanecen cerradas desde el inicio de la pandemia. Son muchos los viajeros que han protestado en Twitter por esta medida que consideran absurda, dada la incidencia actual. Además, existe el miedo de que sea una resolución definitiva y no una ausencia temporal. Fuentes de Adif explican a Consumidor Global que aún no hay fecha de apertura para las consignas de ninguna de sus estaciones.
Ante la inoperancia de las taquillas de Adif, la opción restante es pasearse por las ciudades. Las iniciativas privadas son muchas y variadas. Por ejemplo, en torno al Arco del Triunfo de Barcelona se aglutinan seis locales que prestan estos servicios. Igualmente, en las cercanías de la Puerta del Sol de Madrid hay media docena de lockers. Entre ellos está BagResort, una empresa donde el cliente puede guardar sus maletas grandes desde 8 euros al día. Es posible aumentar la estancia hasta un mes por un precio de 60 euros. Uno de los responsables de BagResort señala a Consumidor Global que abrieron justo antes de la pandemia, y la empresa lo pasó mal. Desarrollaron dos negocios simultáneos en su tienda: la propia consigna y una sección de golosinas y artículos para los turistas. “A finales de verano, con la llegada de turistas, esto comenzó a repuntar”, explica.
Seguridad y dependencia de Airbnb
BagResort, como otros negocios similares, tiene seguro para las maletas. “Nunca hemos tenido una mala experiencia, y aquí hay tres niveles de seguridad. Cada taquilla tiene un código que sólo conoce el cliente. Y siempre hay alguien en el local. Además, tenemos alarma con sistema antirrobo”, enumera el encargado. En la mayoría de los establecimientos, el seguro cubre hasta 1.000 euros. “Hay que utilizar el sentido común” dice el responsable de BagResort. “No vas a meter en la maleta artículos de lujo, ¿no?”
Lógicamente, es un sector totalmente dependiente del turismo. Según cuenta, el 70% de sus clientes son extranjeros. Aún más, detalla que el 80% de sus clientes acuden a su negocio porque han alquilado un apartamento en Airbnb o plataformas similares. Por eso, la regulación de estos establecimientos que cavila el Ayuntamiento de Madrid les preocupa. “Nosotros estamos a favor de que se regule porque, si no, se convierte en un desastre, pero no se pueden quitar los apartamentos de Airbnb a quien ya los tiene. Una buena medida sería la que se hizo en Barcelona: no dar más licencias”, explica.
“Una ciudad más europea”
Muy cerca de BagResort está Lock and Be Free, una de las primeras que abrió en Madrid, allá por 2015. Su dueño, Víctor, se reivindica como el pionero en la capital: “Más allá de las estaciones y el aeropuerto, en el centro no había nada”, explica. A día de hoy tienen un local en Valencia, dos en Barcelona y tres en Madrid. Bajo su punto de vista, ellos hacen de esta última “una ciudad más europea”, puesto que ofrecen un servicio que ya estaba presente en París, Londres o Berlín.
En este local se puede dejar una maleta mediana por ocho euros al día. “Nuestro cliente es el internacional”, explica Víctor. “Personalizamos la atención, vendemos algunos artículos que pueden interesar al turista, ofrecemos los bonos de tour guiados y pesamos las maletas”, detalla. Una vez, cuenta, un cliente no vino a recoger su maleta pasado un tiempo considerable, así que la mandaron a objetos perdidos. Hay otros establecimientos que directamente las destruyen.
Locker in the City: ¿hacia la automatización?
Otra de las empresas de consignas para maletas con presencia en España es Locker in the City, que tiene cinco locales en Madrid y uno en Granada. Estos son del tamaño de un salón mediano o de una habitación grande. Su servicio es automatizado: el cliente reserva su taquilla a través de la página web, paga online y recibe un código de nueve dígitos con el que abre la puerta de la tienda física. Esa es la diferencia respecto a otros locales automatizados que se han popularizado últimamente, como las lavanderías: no puede entrar cualquiera.
Los habitáculos están disponibles para sus clientes las 24 horas y cuentan con videovigilancia. Reservar un espacio en el que quepa una maleta grande y una mochila cuesta unos nueve euros todo el día. Lo peliagudo de los locales automatizados es que el control sobre lo que se deposita es nulo. Así, las taquillas pueden ser utilizadas para guardar sustancias u objetos ilegales.
Cuando las maletas se guardan en ‘sitios amigos’
Una de las premisas que siguen las empresas del estilo de Airbnb es la de eliminar al intermediario y conectar personas. Esta filosofía ha llegado también al segmento de las taquillas de maletas: compañías como LuggageHero o Stasher ofrecen una red de lugares en los que dejar la maleta, desde tiendas y hoteles hasta kioskos o bares. Claramente, el nivel de seguridad es inferior en estos sitios.
En definitiva, las opciones para guardar la maleta son muy variadas, y resultará más barato llevar poco equipaje. Lo dejó escrito Ira Levin: “todo aquel que necesite más de una maleta es un turista, no un viajero".