En los últimos años han proliferado los tejidos que prometen hacer la vida más fácil al consumidor, desde trajes antimanchas a camisetas deportivas con absorción de sudor. No obstante, estas cualidades de la ropa (y del calzado) esconden una parte oscura que la industria tiende a ocultar: sus compuestos químicos, peligrosos para la salud, acaban en los organismos de las personas. Y es que, tras poner la lavadora, estas sustancias tóxicas terminan en los suelos, y de allí, en los humanos.
Por ejemplo, los compuestos de los tintes son los mayores contaminantes para el medioambiente y los que más pueden empeorar la salud de los trabajadores en las fábricas textiles. Los colorantes azoicos pueden incluso causar daños en el ADN.
Un problema “amplio y generalizado”
Un estudio de Greenpeace publicado en 2012 encontró altos niveles de ftalatos 2 tóxicos en cuatro de las prendas analizadas sobre un total de 141 (prendas vendidas por marcas muy conocidas), y compuestos químicos orgánicos cancerígenos procedentes del uso de colorantes en dos. “El uso de sustancias peligrosas en el sector textil es un problema amplio y generalizado que la industria no está asumiendo de forma adecuada”, señaló entonces el grupo ecologista.
Asimismo, según los análisis del Laboratorio de Toxicología y Salud Medioambiental de la Universitat Rovira i Virgili, ciertos componentes de la ropa pueden provocar dermatitis de contacto alérgica. Otros estudios científicos han llegado a hallar concentraciones elevadas de químicos tóxicos en placentas humanas.
El problema de los PFAs
Las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAs) son un grupo de más de 4.000 agentes químicos sintéticos que se utilizan en muchas industrias, incluida la moda, y especialmente la deportiva. Se les conoce como químicos eternos porque son extraordinariamente persistentes en el medio ambiente y en el organismo.
La propia Agencia Europea de Medio Ambiente ha reconocido que la exposición prolongada a PFAS puede causar varios problemas de salud, como daños hepáticos, enfermedad tiroidea, obesidad, problemas de fertilidad e incluso cáncer. Para evitar estas enfermedades, es esencial que las compañías textiles se comprometan a ser transparentes y a mostrar qué aditivos llevan sus fibra.