“Él fue contándome entre dientes / La vieja historia de su amor, / Mira mi brazo tatuado con este nombre de mujer / es el recuerdo de un pasado / que nunca más ha de volver”. La letra se compuso en plena posguerra y la han cantado Conchita Piquer, Carlos Cano y Ana Belén. Quizá hoy, ese amante del que habla la canción no tendría por qué llevar “para siempre marcado” el nombre de su antigua amante.
Hoy, en la definición de tatuaje que recoge la RAE, no aparecen por ningún lado palabras como permanente, siempre o definitivo. Porque antes sí era algo permanente y definitivo, pero ahora ya no. No es cuestión de la sociedad líquida de Zygmunt Bauman, ni de la obsolescencia programada, ni del presente continuo en el que estamos instalados, sino de ciencia: los tratamientos con láser permiten hacer desaparecer ese tattoo que te habías hecho con tu expareja y que entonces te pareció original, o ese tribal en el hombro canalla del que ya no estás muy orgulloso. Con todo, la eliminación de tatuajes, como su elaboración, conlleva riesgos. Riesgos que, si no es un especialista el que lleva a cabo el borrado, pueden magnificarse.
“Fragmentar las partículas de tinta”
Donís Muñoz, Licenciado en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia y especialista en Dermatología Médico Quirúrgica y Venereología por el Hospital Clínico de Valencia, cuenta a Consumidor Global que actualmente los métodos principales para eliminar los tatuajes son la tecnología láser Q-Switched y la de picosegundos. “Consiste en fragmentar las partículas de tinta del tatuaje para que después las elimine nuestro sistema linfático a través de la sangre”, explica.
El doctor señala que las células encargadas de llevarse las partículas fragmentadas actúan como barrenderos naturales. Antes de que actúen las células, a la hora de eliminar un tatuaje lo fundamental es, según el galeno, que la persona encargada de realizarlo sea capaz de prevenir al paciente y aconsejarle de forma prudente. A continuación, el operador del borrado debe ser capaz de predecir posibles efectos adversos, bien por el tipo de piel o por el tipo de tinta. Y, finalmente, el operador debe poder detectar los posibles problemas, revisando la piel a los 15 o 20 días para ver cómo evoluciona la curación. Uno puede dar marcha atrás, pero no hacer magia.
Duración y variación según los colores
El tratamiento puede ser largo. “Depende de muchos factores, como la tinta, la localización del tatuaje en el cuerpo o la capacidad de regeneración de la piel”, explica el dermatólogo. Un tatuaje pequeño y sencillo puede necesitar dos o tres sesiones de eliminación, pero, según el doctor Muñoz, la gente cada vez escoge tatuajes más grandes. Así que lo mejor es pensárselo bien. Hay algunos casos célebres, como el enorme dragón que Ben Affleck lleva en la espalda que ha sido blanco de mofas y memes. El actor mintió en 2015 asegurando que era un tatuaje falso para una película.
En cuanto a los colores, Muñoz señala que las partículas de tinta negra son las más pequeñas, por lo que son las más sencillas de quitar. Afirma que el blanco “no es posible quitarlo”. Entre un extremo y el otro se mueven los grados de dificultad. Asimismo, puntualiza que borrar el azul turquesa puede ser especialmente complejo (Sí: Ben Affleck tiene turquesa en la espalda).
Productos de riesgo
Como ocurre con muchos otros tratamientos médicos y estéticos, internet es una moneda al aire, un lago cenagoso en el que es posible encontrar productos que se venden como panaceas. Por ejemplo, se puede comprar una máquina láser para eliminación de tatuajes (con el aspecto de un aspirador) que cuesta 700 euros. Un equipo profesional, seguro y efectivo, multiplica ese precio por veinte o por cuarenta. “La tecnología que se ha invertido en uno y otro no es la misma”, argumenta el doctor Muñoz. Asimismo, explica que hay muchos equipos, en determinados estudios de tatuajes amateurs, que pueden suponer riesgos.
También pueden crear problemas las cremas que se anuncian en webs para quitar tatuajes. Por ejemplo, la marca Profade tiene a la venta un producto que promete la “eliminación natural del tatuaje sin tratamientos láser”. Cuesta 59,95 euros. “Eso es de juzgado de guardia”, clama Muñoz. En esta línea, la firma Tmishion vende un “bolígrafo de picosegundos” que “elimina tatuajes, pecas y cicatrices”. La mera aplicación casera de esos productos puede ser muy perjudicial para la piel. De hecho, un mal uso de los mismos puede crear una herida que, paradójicamente, sí se convierta en definitiva.
Secuelas
Pero un tratamiento profesional también puede producir secuelas. El doctor Muñoz señala que el principal efecto adverso es la aparición de cicatrices hipertróficas, que son muy antiestéticas y pueden provocar picor.
El dermatólogo explica que si el paciente acude a un operador poco profesional, existe el riesgo de que este no detecte a tiempo la herida o de que no la trate de forma adecuada. “Entonces el paciente, preocupado, acudirá a su médico de cabecera, quien le derivará al dermatólogo, de donde nunca debió irse”, apunta. Para borrar lo permanente, escoger el camino rápido puede resultar catastrófico.