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El riesgo de los centros de bronceado: excesos, desconocimiento y falta de control administrativo

Algunas clínicas estéticas ofrecen la posibilidad de tener la piel morena todo el año a través de los rayos UVA, pero los expertos alertan del peligro de ocasionar cáncer

Juan Manuel Del Olmo

Una cabina en la que el cliente recibe rayos UVA / PIXABAY

Ocurre todos los años: termina el verano y toca decir adiós a los chapuzones, a las largas cenas en la terraza, a las sandalias… y a tomar el sol. Con el paso de los días, se va comprobando con resignación cómo ese moreno que tan bien sentaba va desapareciendo. No obstante, cada vez se alteran más procesos naturales: se fabrica nieve artificial, se come durante todo el año fruta que antes era de temporada, y también la gente se resiste a dejar de estar morena.

Esta resistencia explica el auge de centros de estética que ofrecen sesiones de rayos UVA. En España, la competencia entre estas clínicas de bronceado ha llevado a que algunas establezcan precios muy bajos. Por menos de 6 euros, un cliente puede someterse a un baño de sol artificial durante 7 minutos. Algunos nombres son muy elocuentes: Solmanía, Sun Music, De sol a sol... La temporada alta tiene lugar entre marzo y julio, con el repunte de los bautizos, bodas y comuniones. Se trata, en definitiva, de un servicio normalizado en España. Pero que lo sea no significa que no entrañe riesgos. Unos riesgos que están poco regulados y controlados por la administración.

¿Saludable o peligroso?

360Clinics, una empresa que cuenta con centros en siete comunidades autónomas, llega hasta el punto de afirmar en su web que “el bronceado artificial, utilizado de forma controlada y segura, es una verdadera fuente de salud”.  

No obstante, la opinión de los expertos difiere totalmente. Eduardo Nagore, jefe clínico del Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología, recuerda que en 2009 la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya aseveró que los rayos UVA de las cabinas de bronceado eran carcinógenos.

Un marco legal demasiado laxo

Si las autoridades consideran que es una práctica dañina, ¿está regulada? La cosa no está clara. Fuentes del Ministerio de Consumo han asegurado a Consumidor Global que la responsabilidad recae en el Ministerio de Sanidad, donde, sin embargo, en este negociado no tenían noticia de que esto fuera así.

La única regulación existente a nivel nacional es el Real Decreto 1002/2002, de 27 de septiembre, por el que se regula la venta y utilización de aparatos de bronceado mediante radiaciones ultravioletas. Este marco legislativo obliga a los centros de estética a colocar un gran cartel que indique que las gafas son obligatorias y que “las radiaciones ultravioletas pueden provocar cáncer de piel y dañar gravemente los ojos”. Es decir: “está usted a punto de recibir emisiones perjudiciales, adelante”. Además, en el rótulo debe quedar claro que ciertos medicamentos y cosméticos “pueden provocar reacciones indeseables” y que su uso está prohibido para menores de edad y desaconsejado en embarazadas.

Responsabilidad individual

Además, la norma insta a los establecimientos a ofrecer varias recomendaciones a sus clientes. Por ejemplo, utilizar siempre gafas de protección adecuadas, controlar los cosméticos o guardar 48 horas entre las dos primeras sesiones. Igualmente, sugiere que lo ideal es no exponerse a las radiaciones ultravioleta durante los períodos de tratamiento con medicamentos y tampoco recibir rayos del sol y del aparato el mismo día.

Por muy bienintencionadas que sean, estas recomendaciones son sólo eso. No hay manera de comprobar que el cliente las siga.

“La cantidad idónea de rayos es 0”

En todo caso, los centros de bronceado utilizan diferentes reclamos para captar clientes. Desde la Clínica San Lorenzo de Madrid explican que han notado un aumento de usuarios que acuden a su establecimiento a aplicarse rayos porque tienen déficit de vitamina D. El doctor Nagore reconoce que alrededor de un 20 o un 30% de la población tiene déficit de esta vitamina, pero señala que es un error tratar de remediarlo en esas cabinas. Tal y como expone, el estilo de vida que llevamos es muy de interior, pero la mejor solución es la natural: sol. La sobreexposición es siempre negativa. Según el doctor, la cantidad idónea de rayos en cabina para una persona es 0.

Otro de los ganchos que utilizan estas clínicas es el de asegurar que es sano preparar la piel antes de ir a la playa con una sesión de rayos. Pero Nagore responde que esto no tiene fundamento científico. “Lo que es sano es lo natural. Tomar el sol poco a poco, para que la melanina responda progresivamente”, explica.

Una mujer aplicándose protector solar / PEXELS
 

Descontroles y excesos

Como en todos los sectores, hay diferentes grados de profesionalidad. Desde el centro de estética Top Sun & Beauty apuntan que el sol es bueno, pero hay que tomarlo con medida. Su responsable considera que más allá de los rayos UVA, la gente abusa del sol. “Cada quemadura solar produce de todo”, admite. Un sol que, señala, puede ser nocivo tanto por exceso como por carencia. 

Además, argumenta que hay centros de bronceado donde los controles y la revisión de los filtros sí son exhaustivos y el tiempo está muy estipulado, lo que garantiza la seguridad. Según explica la empresaria, el nivel de control es distinto según las comunidades. “Hay clientes que se sorprenden cuando les digo que hay que ponerse las gafas”, relata. Ahora bien, el centro no puede hacer nada más allá que dar recomendaciones a las personas “adictas”.

Invisibilización de un problema

Sorprende que, pese al consenso científico en torno a los efectos negativos que pueden producir las cabinas de rayos, las autoridades no les presten más atención. Según el doctor Nagore, el Estado debería plantearse implementar una regulación consistente. El galeno subraya que lo más importante es concienciar. “La gran mayoría de la gente que fuma sabe que fumar es malo. Estaría bien alertar de que esto también lo es”, insiste.

Por otra parte, se puede examinar el tema desde una perspectiva social. Que la nuestra es una sociedad obsesionada con el físico ya lo sabíamos, pero no deja de ser curioso que, hace siglos, el canon de belleza pasase por tener la piel blanca. En este sentido, Nagore señala que sería útil dejar de idealizar el moreno. Parece que para lograrlo haría falta algo más que un cartel y unas cuantas recomendaciones. El doctor avisa, además, de que las consecuencias de tomar asiduamente rayos en cabinas son muy palpables a la larga: “La gente acaba con 45 años y la piel envejecida”. Es, concluye, “pan para hoy y hambre para mañana”.