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Tener un billete en la cartera: todo un reto en la España vacía
Convertir autobuses en oficinas móviles y espacios de Correos en cajeros son algunas de las apuestas de los bancos para suplir la carencia de efectivo en las zonas más remotas o menos pobladas
Hasta hace poco, tener un billete de 20 euros en la cartera era una misión bastante complicada para los 400 habitantes de Aljariz, una de las pedanías del pequeño municipio almeriense de Antas. La mayoría de sus vecinos son mayores y recorrer dos kilómetros hasta el núcleo urbano principal para disponer de efectivo suponía un trámite tedioso.
Por ello, y a petición del alcalde del pueblo, Pedro Ridao, la empresa Euronet instaló un cajero automático en la plaza central de Aljariz. Según relata a Consumidor Global el regidor, a pesar de que el nuevo dispositivo ha tenido buena acogida, la primera vez que fueron a sacar 20 euros se llevaron una sorpresa. La retirada implicaba una comisión de casi cuatro euros y sçolo las operaciones con ING, Cajamar y Unicaja estaban exentas de un recargo extra. Al igual que los vecinos de Aljariz, el 2,9 % de la población española y un total de 4.109 municipios carecen de oficina bancaria. Es la exclusión financiera y el desierto de efectivo en la España vacía.
El efectivo se impone
A pesar de la creciente digitalización del sector financiero y de la apuesta de los bancos en ese sentido, la realidad se impone. El efectivo es el medio de pago más común para los gastos cotidianos. En concreto, el 74 % de la población española se decanta por este método para sus compras diarias, según desvela el Barómetro sobre hábitos y percepción de los ciudadanos respecto al pago en efectivo, publicado por la Asociación Profesional de Compañías Privadas de Servicios de Seguridad (Aproser). Sin embargo, debido a la pandemia del coronavirus, las operaciones de retirada de efectivo en cajeros se redujeron un 31 % y su importe disminuyó en casi una quinta parte en 2020 frente al año anterior, según las últimas estadísticas del Banco de España.
Fruto de los procesos de reestructuración bancaria y de la crisis de las cajas de ahorros, desde 2008 las entidades financieras han reducido casi a la mitad el número de sucursales. Antonio Luis Gallardo, responsable de Estudios de la Asociación Usuarios Financieros (Asufin), explica a este medio que si bien el grueso de los cierres se ha producido en las grandes ciudades, el impacto se ha notado más en las zonas rurales, que son “más sensibles” a esta nueva situación.ç
Una red sobredimensionada
“La rentabilidad de la banca española está por debajo de la que exige el inversor, lo que obliga a recortar costes para mejorar su eficiencia. Un factor muy importante de los costes de explotación es la red de oficinas. Por eso, los cierres que comenzaron en 2008 son lógicos y todavía no han terminado, dado el problema de baja rentabilidad del sector. En los sitios menos poblados es más difícil conseguir que una oficina sea rentable, por lo que son las primeras víctimas”, asegura Joaquín Maudos, catedrático de Análisis Económico y director adjunto de Investigación del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE).
Sobre ello, Gallardo apunta que en España hay “más oficinas por habitante que en los países de nuestro entorno”, aunque matiza que también existe una dependencia mayor de los bancos. “Se está forzando a reducir el número de entidades financieras a un ritmo mucho más elevado”, añade el experto.
Instalación de oficinas móviles en autobuses
Para paliar el impacto de esta situación en las zonas menos pobladas, los bancos apuestan por diferentes opciones para evitar la falta de efectivo. Una de las iniciativas más llamativas es la de Bankia y sus oficinas móviles instaladas en autobuses. Según la compañía, prestan servicio a 250.000 personas de 373 pequeños municipios en riesgo de exclusión financiera en seis comunidades autónomas. Esta estrategia la inició en 1995 Caja Madrid -- una de las siete entidades que dio origen a Bankia-- y no desaparecerá a pesar de la fusión con CaixaBank.
Juan José Carmelo es el responsable del ofibús que opera en la Comunidad de Madrid. Su ruta cubre 38 localidades con una población media de entre 500 y 600 habitantes, según relata a este medio. “El 80 o el 90 % de los clientes que suben al autobús son jubilados”, asegura el comercial. Muchos de ellos no pueden trasladarse a otras zonas en las que haya oficinas físicas para realizar operaciones tan básicas como cobrar la pensión o pagar recibos.
Usar estafetas de Correos como cajeros
El Santander anunció a finales de septiembre un acuerdo con Correos para ofrecer servicios de retirada e ingreso de efectivo en 4.675 oficinas y puntos de atención rural. El convenio también incluye la posibilidad de que los clientes pidan dinero a domicilio, al estilo de los giros postales de antaño.
“En el 75 % de los municipios con menos de 1.000 habitantes donde el banco no está presente existe un punto de atención de Correos, lo que permitirá a Santander llegar al 66 % de la población que hasta ahora no disponía de un servicio de efectivo en su municipio”, asegura la compañía presidida por Ana Botín.
Convertir estancos en bancos
La compañía gala BNP Paribas avanzó el pasado julio su intención de traer a España un modelo que ya utiliza en Francia y que consiste en convertir bares, estancos y establecimientos similares en pequeñas sucursales. La propuesta del banco se llama Nickel y facilitará a los clientes la posibilidad de abrir una cuenta corriente asociada a una tarjeta Mastercard en cualquiera de esos puntos.
Si bien esta propuesta no está pensada inicialmente para paliar la exclusión financiera, la empresa asegura a Consumidor Global que puede ser una alternativa más. Por ahora, su objetivo es conseguir abrir 700.000 cuentas y establecer 3.000 puntos de venta hasta 2024.
Un problema social que crece
Preguntado acerca de las estrategias puestas en marcha por las entidades financieras, el catedrático Maudos considera que estas medidas “no son ningún parche” y enfatiza que la banca “es muy consciente” de la situación. “Debe ser el sector público el protagonista de las medidas, ya que es un problema social. La banca no es la responsable de cerrar oficinas porque debe ser rentable en beneficio de todos”, asegura.
Asimismo, el experto incide en que el cierre de oficinas “no ha concluido”. Se prevé que miles de sucursales más bajen la persiana. “Ya hemos visto la fusión de CaixaBank y Bankia y hay propuestas en curso de nuevas fusiones. Se cerrarán oficinas para conseguir sinergias y reducir costes”, concluye.
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