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La nueva ‘iglesia’ que triunfa entre los jóvenes

Junto a los retiros espirituales centrados en la meditación y el ejercicio toman fuerza los organizados por grupos cristianos

Juan Manuel Del Olmo

Un joven asistente a un retiro espiritual alza las manos / UNSPLASH

“En la meditación lo más importante es no hacer nada más que observar. Observas la aparición de los pensamientos, de las emociones, de las sensaciones conscientes. Observas su desaparición. Observas sus pilotes, sus puntos de apoyo, sus líneas de fuga. Observas tu tránsito. No te sumas a él, no lo rechazas. Sigues la corriente sin dejar que te arrastre. A fuerza de hacer eso, la vida misma cambia”. Lo escribió Emmanuel Carrère, premio Princesa de Asturias de las Letras 2021. El libro se titula Yoga y parte de ese fenómeno en boga.

Al calor del auge de prácticas como el mindfulness, y quizá del deshielo de la conversación sobre salud mental, los retiros espirituales experimentan  su particular auge. No se limitan a estirarse sobre una esterilla, a meterse madrugones y a repetir el reverberante ‘om’, sino que han alcanzado a la religión. El retiro Effetá, en concreto, se ha puesto de moda entre los jóvenes católicos que acuden a una suerte de albergues para reencontrarse con Dios. ¿Coaching religioso o terapia provechosa?

El lujo de parar en un retiro espiritual

La psicóloga Carolina López-Ibor, de la clínica Reactiva, focaliza el problema en el frenesí de la vida actual. “Estamos llenos de ansiedades, de inseguridades, y no podemos pararnos a ver cómo nos sentimos o a buscar un sentido a nuestra vida. Estamos en una rueda en la que no nos cuestionamos nada”, razona. Por ello, asegura, “nuestro cuerpo y nuestra mente nos pueden pedir parar”. La pregunta es si hacer ese break significa esbozar una coma, un punto y seguido o un punto y final. Además, parar puede ser un lujo. No porque los precios sean desorbitados, sino porque requiere tiempo.  

Varias personas practican yoga en un retiro grupal / PIXABAY

Según la experta, los retiros responden a la necesidad de echar el freno. “Ante esa necesidad, surgen distintas posibilidades: en primer lugar, están los retiros más corporales, por ejemplo, de yoga, que se centran en cuidarte y sanearte, en los que te quitan el teléfono y te proporcionan un tiempo para parar y volver a ti”, explica. Por el otro lado, los ligados a las parroquias. De los primeros hay muchos: alguien que desee desconectar puede reservar un retiro de yoga y meditación de tres días en un palacete medieval del pirineo navarro por unos 220 euros. Incluye dietas depurativas, caminatas por bosques de hayas y actividades relajantes. Para los más creativos, es posible acudir a un retiro en las Rías Baixas para desarrollar la vena artística. Por 300 euros.

La otra iglesia de los ‘influencers’ 

“En retiros como Effetá o Emaús, las personas buscan un sentido trascendental. No tanto encontrarse con uno mismo, sino algo más espiritual, como encontrarse con Dios”, explica López-Ibor. Existe mucho secretismo en torno a ambos. Effetá significa ‘ábrete’ (ojo: a escuchar la palabra de Dios). Pero sin proclamarlo: la gente que ha estado no revela detalles. Si se bucea en Twitter, algunos comentarios dan pistas. “Este finde he ido a un retiro de Effetá y ha sido la mejor experiencia de mi vida, hacía muchísimo tiempo que no me sentía tan feliz”, afirma un tuitero. Otro, dubitativo, pregunta si alguien ha asistido y si lo recomienda. Un tercero lo define como “experiencia de inmersión total”. 

Entre las que sí han ido figura la influencer Marta Rimbau, que tiene 650.000 seguidores en Instagram. La joven contó en sus stories que tras el retiro se sentía “feliz y aliviada”, que había llorado mucho” y que allí les hacían sacar “todo lo que tienes dentro”. Es decir, que funciona como una especie de purga emocional en comunidad, un curso acelerado de reflexión vital disfrazado de mayéutica bien regado de lágrimas. Un tanto alejado de la concepción tradicional de espiritualidad: privada, sobria, silenciosa.

Una joven realiza ejercicios en un retiro / UNSPLASH

Encontrar a Dios por 130 euros

Entre las cosas que los organizadores no esconden está el precio. Los retiros, de un fin de semana de duración, cuestan 130 euros. Menos que una casa rural en la Sierra de Madrid. En esta comunidad, el viaje empieza en la casa de Espiritualidad de Emaús de Torremocha del Jarama. Pero los hay en muchas ciudades: los organizadores contactan con los diferentes obispados y se establecen delegaciones que han organizado retiros en Sevilla, San Sebastián, Santander o Valladolid.

“Se trata, en definitiva, de un proceso personal que han de descubrir los jóvenes que en él participan, ya que es difícil encontrar información explícita sobre lo que ocurre en estos retiros en internet o redes sociales”, reconoce la Archidiócesis de Burgos.

Lo que pasa en Effetá, se queda en Effetá 

L., un joven que ha asistido a Effetá, da a Consumidor Global algunas pinceladas del funcionamiento: “Al llegar, nos quitan los relojes y los móviles. Rezamos varias veces al día, hay unas personas que actúan como monitores. La comida es muy sencilla, pasta y tostadas, como en un campamento”. L. destaca que en estos retiros “te abres en canal” y que, de forma más o menos tácita, los organizadores instan a no contar nada.

Pueden ser epifanías para algunos, pero, tal y como explica Carolina López-Ibor, el impacto psicológico de estas experiencias es limitado. “Son como fuegos artificiales: te vas un fin de semana y desconectas, pero cuando vuelves a tu rutina, los cambios no permanecen. Sigues en el mismo bucle y con la misma dinámica. Por eso, lo ideal es buscar cambios a largo plazo, que te ayuden a replantearte cosas”, defiende la experta.