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Aviso a comensales: lo que cobran los restaurantes de moda por reservar mesa y dejarles plantados
Cada vez más establecimientos gastronómicos apuestan por endurecer sus políticas de cancelación y penalizar a los clientes que no se presentan
Para ir a un concierto de Rosalía, al teatro a ver una obra de Miguel Delibes o al estadio de tu equipo, hay que comprar una entrada con anterioridad. Y nadie se queja por ello. Para ir a cenar a DiverXO, el restaurante de David Muñoz, hay que hacer lo mismo: sacar un tique que cuesta 365 euros --el precio del menú sin bebidas--. Pero, más allá de los establecimientos con estrella Michelin, cada vez son más los restaurantes de moda que cobran una buena suma por reservar mesa y dejarles plantados.
Que levante la mano aquel que nunca haya hecho una reserva en un restaurante y no se haya presentado. Ausente. Lamentablemente, es una práctica más habitual de lo que debería. Y es una práctica poco decorosa que hace daño a los restauradores. Por ello, en los tiempos del Covid, “muchos locales han aprovechado la digitalización de sus servicios para combatir el no show --incomparecencia de un comensal-- con políticas de cancelación más severas”, expone el autor del libro Una nueva era en los restaurantes, Diego Coquillat, en referencia a los locales que piden la tarjeta de crédito en el momento de hacer la reserva y multan al cliente que no acude a la misma.
Los plantones ya no salen gratis
Una de las aperturas más exitosas del panorama gastronómico barcelonés tuvo lugar el pasado noviembre, cuando abrió sus puertas el restaurante Gala, del grupo Isabella’s, en la calle Provenza. Desde entonces, encontrar mesa en el fabuloso local del ensanche, donde antes estaba El Principal, es casi una misión imposible. Como C. Tangana, cuenta sus veladas por sold puts, y son pocos los que se atreven a no asistir a una reserva.
“Al efectuar una reserva de ocho o más personas, solicitaremos los datos de su tarjeta de crédito como garantía. El trámite de la reserva no conlleva ningún cargo”, se puede leer en su Política de cancelación. Pero si un cliente no anula su reserva hasta cinco horas antes y decide no presentarse, se le cargarán 25 euros por persona. Es decir, 400 euros por la mesa de ocho que no se ha utilizado. Los otros restaurantes del grupo, que acaba de abrir Carmina en el antiguo Senyor Parellada, también piden la tarjeta como garantía.
Pagar por servicios no prestados
Al igual que Gala o Carmina, el famoso japonés Zuma Madrid, que se instaló en el Paseo de la Castellana en 2020, también prefiere asegurarse de que sus clientes acuden a la cita. “A partir de cuatro personas pedimos el número de cuenta, pero el cliente puede cancelar hasta una hora antes. Somos muy flexibles en este aspecto”, aseguran desde Zuma. Eso sí, no presentarse tiene un coste de 20 euros por persona.
El artículo 87 de la Ley de Defensa de los Consumidores y los Usuarios considera abusivo “el abono de cantidades por servicios no prestados”, y son muchos los clientes que se han quejado al respecto. Pero desde el sector aseguran que estas políticas de cancelación se van a imponer de ahora en adelante. “Sobre todo se suele aplicar en restaurantes de grandes ciudades y en los que viven de la temporada de verano y necesitan rentabilizar esos cuatro meses al máximo”, apunta el fundador de Con Gusto Consulting, Manel Morillo, quien asegura que ellos aconsejan a sus clientes restauradores que cobren a los grupos grandes el 20 % de la reserva por anticipado.
‘The place to be’ y consumo mínimo
Estar donde todo el mundo quiere estar se ha convertido en un lujo que se paga. Al hacer una reserva en Beso Beach de Formentera, por ejemplo, envían un correo para confirmar la mesa y piden el número de tarjeta. “Si no te presentas y no cancelas con 24 horas de antelación, te cobramos el pedido mínimo, que es de 70 euros por comensal”, explica una telefonista del grupo de restauración. Así, si una pareja pincha una rueda al salir, por caminos de tierra, de una playa paradisiaca, no sólo tendrá que entenderse con la compañía de alquiler de coches, sino que deberá pagar 140 euros a los propietarios del Beso.
Lo mismo sucede en el restaurante del ganador de MasterChef, Jorge Brazález, en Ibiza. En caso de no presentarse a una cena, “se aplicará un cargo en concepto de indemnización de 70 euros por comensal. Recuerde que puede cancelar la reserva hasta seis horas antes”, se puede leer en los correos electrónicos que envían de Roto al coger una mesa. Allí, entre el 13 de mayo de y el 15 de octubre de 2022, el consumo mínimo es de 90 euros por persona.
Otras medidas disuasorias
Algunos establecimientos optan por tomar medidas menos severas para evitar el ghosting. Los hay que promueven la confirmación a través de llamadas, SMS o recordatorios por correo electrónico, lo que facilita una posible cancelación al cliente. “También hay algunos que te piden los datos de tu tarjeta sólo como medida disuasoria, sin cargo alguno”, apunta Morillo. Y después están los más demandados, los estrella Michelin, que suelen pedir alrededor de 100 euros, dinero que luego descuentan de la cuenta final, pero que, si el cliente no se presenta, tienen la opción de cobrar.
Se trata de un modus operandi que está muy implantado en otros sectores, pero que en la restauración va con cierto retraso y ahora parece haber llegado para quedarse. “Es algo que va muy ligado a la demanda, y el cliente debe entender que, si quiere ir a un restaurante de moda, tiene que pasar por estos trámites”, explica Coquillat, quien asegura que esta tendencia irá a más.
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