Reservar antes de ir a comer a un restaurante se ha vuelto casi una obligación. Desde la pandemia, son muchos más los comensales que prefieren asegurarse de que tendrán mesa el día y la hora deseada. Normalmente, siempre que una persona reserva en un bar concreto, no falla a la cita.
Eso no impide que haya algunos casos en los que nunca llegan a personarse los clientes. Son las denominadas reservas fantasma o no show. En ellas se amparan los restaurantes para pedir una tarjeta de crédito en el momento de reservar. Advierten de que cobrarán un determinado importe en caso de que nadie se presente a la cita acordada. Una práctica cada vez más extendida pero ¿es legal?
Sin anclaje legal
Más allá de las celebraciones especiales, como sería el caso de una boda, algunos establecimientos ya cobran un importe cuando el cliente realiza una reserva normal. Otros amenazan con hacerlo si el comensal no se presenta.
En uno y otro caso, no estarían respetando la actual Ley de Consumidores y Usuarios. Lo explica Jesús P. López Pelaz, socio fundador y director del Bufete Abogado Amigo, en declaraciones a Consumidor Global. "No me pueden cobrar por no haberme prestado el servicio. Lo hacen porque se lo dejamos hacer", sostiene.
¿Una forma de castigar al cliente?
Esta actitud por parte de algunos restaurantes se podría entender como una "cláusula penal", en palabras del citado jurista. Básicamente, es una forma de trasladarle al cliente que, si no viene, se le penalizará por ello.
"La ley nos dice que no cabe la ejecución de cláusulas penales por parte de los prestadores de servicios", recuerda López Pelaz. En el caso del gremio de la hostelería, las reservas, generalmente, no están asociadas a un coste. Simplemente son para garantizar el asiento en el establecimiento en cuestión.
El caso de DiverXO
Como ejemplo de estas prácticas cabe destacar el caso de DiverXO, del chef David Muñoz. El establecimiento tiene tres estrellas Michelin y el sistema de reservas queda muy claro en la propia web.
DiverXO obliga a comprar un ticket de 365 euros. Si finalmente, la persona no puede asistir tiene dos opciones: transferirlo a un tercero o cancelar la reserva dos semanas antes. Un sistema que no deja lugar para los imprevistos.
La amenaza del cobro
Algo similar ocurre con Benzina, un restaurante italiano común en Barcelona. Su propietario, Badr Bennis explica que piden la tarjeta de crédito con un posible cargo de diez euros si el cliente se marca un no show.
Así lo reflejan sus declaraciones a la revista Elle. "No queremos que se llegue al punto de cobrar los diez euros, simplemente evitar que el cliente haga reservas innecesarias", justifica.
Lo relativo al tratamiento de datos
Aplicar cláusulas de penalización a los clientes que finalmente no se presentan a la reserva está prohibido pero, ¿y exigir la tarjeta de crédito como garantía? En este caso, López Pelaz explica que la importancia recae no tanto en que pidan esa información sino en su uso.
Normalmente no se pide la tarjeta para facilitar el pago en el establecimiento, sino para cobrar por reservar o cancelar la misma. "Ya sabemos que los datos que piden las empresas deben ser necesarios y suficientes. Por ejemplo, no cabría que me pidieran el DNI para reservar una mesa. El número de la tarjeta es un tratamiento excesivo", zanja el abogado.
Una circunstancia que no pasa desapercibida
López Pelaz apunta una última cuestión. Asegura que en el ámbito de los consumidores y usuarios, hay muchas cosas en páginas webs y grandes almacenes que se hacen y no son legales. "Al final este tipo de medidas quedan impuestas por la práctica. Si quieres comer aquí, tienes que darme la tarjeta; si no, vete a otro sitio", explica el jurista. "Así hasta que alguien reclame y a esa persona le devolverán el dinero que le han cobrado. Pero las 100, 200 o 500 personas que ya lo han pagado, pues lo han cobrado. Y ya está", concluye.
Ciertamente las reservas fantasma son perjudiciales para el restaurante en cuestión. No siempre se consigue un reemplazo para la mesa reservada. Por ello, cobrar un importe antes de prestar el servicio es cada vez más común en los restaurantes, que buscan luchar contra los no show. Pero pedir la tarjeta o hacer un cargo en ella antes de asistir a la comida no parece lo más aconsejable. Al menos, a nivel legal no está permitido.