Hay dos datos que aparecen en todos los estudios recientes sobre sexología. El primero es que cada vez hay menos relaciones sexuales cuerpo a cuerpo, es decir, presenciales. Y mientras la cantidad y la frecuencia del sexo en pareja disminuye, aumentan las alternativas enmarcadas en los goces solitarios.
Las ventas de juguetes sexuales se disparan y los menores acceden a la pornografía a edades cada vez más tempranas --entre los 8 y 9 años--, según un estudio de la Universidad de las Islas Baleares que pone de manifiesto que la prevalencia del consumo de porno entre adolescentes y jóvenes alcanza un 70%. “La palabra adicción relacionada con la pornografía o las redes sociales oscila entre un 5% y un 8%”, expone a Consumidor Global José Ramón Ubieto, psicoanalista y autor del libro El mundo pos-Covid, quien añade que esta situación se ha acentuado con la pandemia. Seguramente por ello, el emprendedor inglés Jack Jenkins lanzó en septiembre de 2020 un programa llamado Remojo para ayudar a la gente a superar su adicción al porno.
¿Qué es Remojo?
“El 99% de hombres jóvenes ve porno. Pero en Remojo apoyamos al 1% que elige recuperar el control de su mente, energía, vida sexual y masculinidad”, señalan en la página web de Remojo, una aplicación de pago --cuesta 5 dólares al mes-- disponible para Android, iOS y Windows que crece un 100% cada mes, según asegura su fundador.
La aplicación multiplataforma, que quiere ayudar a los hombres a liberarse de adicciones digitales que van desde la pornografía hasta las redes sociales pasando por las apuestas, promete que “en tres pasos puede reconfigurar la mente de cualquiera y hacer que deje su peor hábito en tan solo 90 días”. Una afirmación ambiciosa que para los psicólogos y psicoanalistas no es más que un “fake sacaperras”.
Promesas en el aire
Además de ofrecer una tecnología para bloquear las páginas porno de todos los dispositivos, Remojo pone al alcance del adicto un espacio para compartir contenido, podcasts, meditaciones guiadas y una comunidad anónima online para buscar apoyo en momentos de recaída. Pero, ¿es posible superar una adicción en 90 días a través de una app y sin ayuda profesional?
“Cuando hablamos de adicciones, pensar que va a desaparecer en 90 días con un tratamiento mindfulness es ridículo, pero el mercado siempre te ofrece inversiones fraudulentas de este tipo”, explica Ubieto, quien opina que este tipo de soluciones rápidas desplazan el objeto, pero no terminan con la adicción. “Ojalá fuera como lo intentan vender, pero las adicciones son una cosa seria y esto es un engañabobos”, añade el psicoanalista sobre Remojo.
¿Quién se descarga Remojo?
Según Jenkins, más de 100.000 personas --el 90% hombres-- ya se han instalado la app en su teléfono móvil. “Cuando los usuarios reflexionan sobre en qué momento sacan lo mejor de ellos mismos, normalmente dicen que es cuando dejan de estar enganchados al porno”, explica Jenkins en un artículo en The Guardian.
“Este tipo de aplicaciones funcionan porque hay gente que está enganchada que tiene un sentimiento de culpa, y las empresas se aprovechan de este sentimiento”, advierte Ubieto, quien explica que programas como el de Remojo son artilugios que todo el mundo sabe que no sirven para nada. “Es un autoengaño para aliviar la culpa”, sentencia.
La solución real
El que quiere dejar una adicción “sabe que la manera es ponerse en manos de profesionales y que el proceso será más largo y exigente”, expone el psicólogo Marc Masip, fundador y director de Desconect@, un centro especializado en adicciones a las nuevas tecnologías.
Así pues, la solución real pasa por terapias individuales y de grupo, y por talleres ocupaciones que sean sustitutivos del consumo que hacen. “A través de una app no tienes acceso a este tratamiento”, asegura Masip, quien opina que Remojo solo podría llegar a servir para un consumidor habitual, nunca para un adicto.
¿Cuándo se considera adicción?
Según el psicoanalista José Ramón Ubieto, un adicto es una persona que no puede dejar de tener una conducta, aunque se exponga a perderlo todo --amistades, trabajo, etc--. “Básicamente es un grado que perturba la vida de alguien porque su única prioridad es el consumo”, añade.
“La sustitución de actividades es la señal más evidente de que una persona sufre una adicción”, detalla Masip, quien explica que los adictos a la pornografía sufren el síndrome de abstinencia y no pueden parar. Muchos adictos incluso desarrollan una animadversión al sexo. Las unidades especializadas en ludopatía y adicción al porno están cansadas de ver fracasos. “El porcentaje de éxito es reducido y siempre actúan por la estrategia de reducción de daños para no arruinarse, para no hacerlo en el trabajo, para no hacerlo a través de prácticas peligrosas”, sentencia Ubieto. En la actualidad, España se sitúa entre los países con un porcentaje más alto de consumo pornográfico: 41%.