Un arquitecto, un ingeniero y un abogado fiscalista. Los tres rondan la treintena. Viven en Madrid, y por sus cabezas circula “durante meses” una idea, que finalmente ponen en práctica: digitalizar el negocio de los arreglos y la customización de ropa con una nueva aplicación. No es una adivinanza ni el argumento de una serie española de Netflix: es Pinzel. Aunque de momento no ha solidificado en una app, Pinzel funciona con una web que quiere aunar la comodidad con el cuidado de las prendas.
David Ortega es uno de los tres fundadores de la empresa, y cuenta a Consumidor Global que ni él ni las otras dos cabezas detrás del proyecto estaban vinculadas a la moda, pero sí detectaron que, mientras “el comercio se ha digitalizado mucho”, la fuerza de lo online no había tocado a la puerta de las tiendas de arreglos. “Todo es digital, pero la costura no lo era. Nuestra intención es cambiarlo”, cuenta con determinación. La idea es que para el cliente todo sea coser y cantar, ya que desde Pinzel se encargan de la recogida, el arreglo y la devolución. De momento sólo están Madrid, pero sus creadores quieren convertir la app en “un Glovo o un Uber Eats de la costura”.
Ajustes de ropa a domicilio en cinco días
En su web, Pinzel se define como un servicio de arreglos y ajustes de ropa a domicilio “para personas ocupadas” en Madrid. Su gran baza es la comodidad: un profesional de la empresa se desplaza a casa del cliente a recoger las prendas que necesiten unos retoques y Pinzel se compromete a que, en solo cinco días, devolverá perfectamente empaquetadas las prendas arregladas y ajustadas. “Unos clicks y olvídate, nosotros nos encargamos del resto. Tú solo tienes que elegir los arreglos que quieres o solicitar un Pinzel 'En un Click'”, asevera la web.
Otra de las ventajas, tal y como explica su responsable, es que se elige el horario y también se puede solicitar la opción de que un profesional de la compañía tome medidas al consumidor. Esta segunda opción trasciende el mero arreglo, ya que la escogen mayoritariamente los que quieren darle un punto especial a su prenda, pero no son suficientemente manitas para tomar cartas en el asunto y ponerse con la aguja. “Pinzel es un 50% customizar y un 50% arreglar”, dice el cofundador del proyecto. “El negocio de prendas a medida es muy caro, pero retocártela tú no lo es”, añade.
7 euros por arreglar los bajos de un pantalón
En cuanto a los servicios más exitosos, uno de los retoques más solicitados son los de los vestidos de mujer o los de los bajos del pantalón. Tal y como se precisa en la página, alargar los bajos cuesta 7,10 euros. Ensanchar las piernas sale por 10,60 euros, mientras que estrechar la cintura o alargar las mangas de una americana cuesta 14,20 euros. El pedido mínimo está en torno a los seis euros.
En el caso de las camisas, coser cada botón cuesta 0,60 euros, y añadir (hacer) ojales 2,50. En una sudadera, el precio de cambiar la cremallera larga es de 19,80. Y la lista no termina ahí. “Nos hemos metido hasta en las cortinas porque la gente lo ha pedido”, cuenta el responsable de Pinzel. “Imagínate el lío que es llevarlas hasta la tienda y luego traerlas de vuelta. Mucho más fácil así”, opina.
Cuidar el trato con el cliente
El usuario solicita los horarios de recogida y entrega, y después acude un profesional de Pinzel, pero, de momento, no son ellos mismos quienes reparan las prendas, sino que actúan de intermediarios. “Ahora tenemos acuerdos con tiendas de costura, pero nuestro objetivo es establecer nuestros propios talleres en diferentes puntos distribuidos por la ciudad”, expresa el joven empresario. En cualquier caso, subraya su voluntad de “cuidar mucho el trato con el cliente”. Los profesionales que acuden a las casas sí son de Pinzel.
“No se trata sólo de recoger y entregar una prenda, sino tratarla con cariño. Y creemos que eso también se valora”, expone este joven empresario. A pesar de que Pinzel tiene apenas un año de recorrido, cree que la acogida ha sido muy positiva. “Todo el mundo nos escribía por WhatsApp diciéndonos que era una idea muy buena. Incluso alguna influencer con la que hemos trabajado nos lo reconocido, y, después de colaborar con ella ofreciéndole un servicio gratuito, ha hecho pedidos”, relata el emprendedor. Así, desde el verano, “todos los meses han sido de crecimiento”.
Escalar el negocio a otras partes de España
Actualmente, el servicio sólo está disponible en los barrios madrileños que están dentro de la M-30, pero en Pinzel han hecho algunas excepciones y han acudido donde les han llamado los consumidores, aunque su casa estuviera un poco más lejos del centro. En el futuro, irán mucho más allá. “Hay intención de expandirnos”, afirma su cofundador sin ambages y con una puntada de ambición en la voz, “y escalar el negocio a toda España o más allá”.
En cuanto al perfil del usuario, es evidente que los interesados potenciales son las personas que tengan poco tiempo por motivos laborales y que además necesiten ir bien vestidos a su trabajo, pero el responsable del proyecto estira la horquilla mucho más y cree que se trata “de un perfil muy variado, quizás de una mujer entre los 30 y los 60 años”. También puede ser útil para los que tengan prisa y sean dados a dejar todo para el último minuto. Para los que tengan una boda al día siguiente y hayan descubierto un descosido alarmante en su americana, Pinzel cuenta con la modalidad Express, que reduce los plazos de entrega a un solo día.
Foco en la sostenibilidad
Para que sea exitosa, la web (y la futura app) debe ser fácil de usar, y en Pinzel juzgan que la suya es “muy básica y muy intuitiva”, y también acorde a los tiempos, es decir, con el foco puesto en la sostenibilidad. “El sector textil es uno de los que más contamina. Te pones la ropa tres o cuatro veces y crees que ya no te vale”, argumenta.
Con Pinzel se reduce la contaminación porque la ropa se recicla y se reutiliza. Falta que se ponga, precisamente, de moda. “Montar el negocio ha funcionado bien, la idea ha calado, pero falta que nos conozcan más. Cuando comenzaron los pedidos a domicilio de comida, también había gente que decía que era mucho mejor ir al restaurante, y ahora mira”, relata el joven emprendedor.