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¿Son las pilas recargables una alternativa más económica que las desechables?
La rentabilidad depende de los usos, pero los consumidores prefieren las alcalinas de toda la vida sin preocuparse por el rendimiento a largo plazo
Están en los mandos de nuestros televisores, en el reloj de la pared, en algunas cámaras de fotos y en determinados lectores de llaves. Ahora, con la Navidad, ha tocado ponerlas en las luces que rodean el árbol. Los aficionados a los videojuegos también las tienen en el ratón, en el teclado inalámbrico o en los mandos de la Xbox. Otros las cambian cada cierto tiempo de sus juguetes sexuales. Las pilas siguen presentes, agazapadas, desapercibidas hasta que se agotan y entonces toca pensar en ellas. De un tiempo a esta parte, se ha hablado más de la importancia de las pilas recargables, puesto que son más sostenibles que las tradicionales y su vida es más larga. También hay quienes sostienen que pueden suponer un ahorro importante en casa, pero lo cierto es que depende.
¿De según cómo se mire todo? No exactamente. De la frecuencia y de las ganas. La pereza es un pecado fatal para el bolsillo, pero el cortoplacismo no lo es menos. Por eso, las recargables no están muy afianzadas entre los consumidores españoles, que prefieren la comodidad del quita y pon.
Contratiempos de las recargables
Vinibattery es una empresa con sede en Madrid que se dedica a la comercialización de pilas para mayoristas. Desde aquí, uno de sus responsables expone que no han notado un interés creciente porque, al ser los suyos clientes grandes y no particulares, la fluctuación es menor. Ahora bien, apunta que “son útiles siempre y cuando tengas un consumo recurrente. Seguramente si las usas mucho sí te vas a ahorrar algo, pero lo más importante es medir tu consumo de pilas: ¿cuántas utilizas al año? Habrá ahorro si tienes niños pequeños que todos los días jueguen con juguetes a pilas, si tienes un jardín con contemporizadores…”, relata.
También admite que tienen contratiempos. Por ejemplo, si una pila recargable permanece mucho tiempo sin recibir su carga, o pasa demasiado rato en su cargador, pierde potencia. Requieren estar un poco pendiente. Requieren ponerse las pilas, en definitiva. “Lo que también ocurre es que, mientras tus pilas recargables están cargándose, ¿qué usas? Al final, tiras de pilas normales”, resume este experto.
Analizar la vida útil
“A la hora de hacer una estimación, la clave sería considerar cuál es la vida útil de las pilas recargables”, apunta Rubén Lijó, ingeniero, experto en sistemas eléctricos y divulgador. Un pack de 4 pilas recargables de Duracell AA 2.500 mAh cuesta en Alcampo 19,99 euros. Es decir, 5 eurazos cada pila. Ahora bien, el fabricante asegura que son “ideales para aparatos con consumo elevado de energía, y además gracias a su tecnología Duralock pueden mantener la carga hasta 12 meses”. Por otra parte, la etiqueta promete hasta 100 recargas.”Eso implica que una sola pila de Duracell va a aportar lo mismo que 100 pilas de otra marca, pero solo en caso de que la recargues todas y cada una de esas 100 veces”, expone Lijó.
“El tema está en la secuencialidad”, añade. “En un mando, que consume muy poco, es difícil llegar a hacer 100 cargas, pero en una videoconsola portátil podría ser. Habría que tener en cuenta que el consumo sea realmente frecuente y tenga potencialidad de agotar la pila hasta 100 veces”, recalca. Por otra parte, a la hora de comparar el precio, habría que sumar a la inversión el gasto inicial del cargador y el de la electricidad invertida en las cargas.
Ikea habla de un ahorro superior a los 300 euros
Este medio ha preguntado a varias organizaciones, como Ecopilas, para hacerse una idea del ahorro, pero no ha conseguido cifras concretas. Algunas marcas (que, lógicamente, barren para casa) sí dan estimaciones. Es el caso de Ikea, que en su blog afirma que con sus pilas recargables Ladda se puede ahorrar “hasta 360 euros, que equivalen a 1880 pilas alcalinas desechables que acabarían en la basura”.
Es un cálculo con cierta brocha gorda, porque supone en realidad la diferencia del precio de 4 pilas recargables LADDA más el cargador (que son 19,99 euros) frente a nada más y nada menos que 1.880 pilas alcalinas, su equivalencia en términos de duración.
La importancia de las cargas
Rubén Lijó cita un cálculo algo más afinado que aparece en Quora, una red social en la que los usuarios intercambian preguntas y respuestas que se define como una plataforma “para obtener y compartir conocimientos”. Aquí, un usuario tira de calculadora y analiza diversas variables.
Expone que una pila NiMH de 2.500 mA da 1.2 v y cuesta dos euros, el doble que una pila alcalina de 2.500 MA. Teniendo en cuenta la vida útil y el coste de la electricidad, este usuario indica que el precio de 2.000 pilas alcalinas sería de 2.000 euros; mientras que el valor total de 500 cargas de 4 pilas AA NiMH más las propias pilas más el cargador ascendería a… 21,2 euros. Es decir, hay una diferencia abismal. “Tiene sentido siempre y cuando asumamos que la pila recargable soporta 500 cargas”, subraya Lijó. Además, en este cálculo, el precio de las baterías recargables es demasiado bajo. Pero, aunque fuese el doble, hablaríamos de 42 euros.
“En cuanto les dices el precio, se van corriendo”
A la pregunta de si han notado más interés en las pilas recargables en los últimos tiempos, desde la ferretería Congosto, ubicada en el madrileño barrio de Vallecas, se muestran contundentes: “Nada. Cero. En cuanto les dices el precio se van corriendo”, afirman. El motivo es evidente: son más caras. ¿Cuánto? Depende. “Hay modelos y modelos. Hay unas que cuestan 15 euros, pero tienen 1.000 cargas, así que, realmente, si las usas mucho, son baratas”, resalta.
Lo mismo opinan en la Ferretería Aguilón. “Si te digo la verdad, la mayoría de la gente tira de pilas de las de toda la vida. También tenemos de las otras, pero se venden muchas más de las normales. Y es por el lo que cuestan”, argumenta José Luis Larrio, quien cree que, en cualquier caso, sí podría haber ahorro con las recargables: “Valen 20 euros, pero tienen 1.000 cargas. Haz el cálculo. Las otras cuestan cinco euros, pero duran lo que duran. La gente ve que el coste es superior y no piensa en el largo plazo”, resume.
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