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Los peligros de comprar en apps de segunda mano
Adquirir productos a través de ciertas webs de compraventa conlleva una serie de riesgos cibernéticos y obligaciones fiscales
El mercado de segunda mano es un negocio beneficioso si se sabe dónde y cómo comprar, aunque también entraña algunos riesgos. Una mayor conciencia de la sociedad por una economía colaborativa, ha incrementado la presencia de las aplicaciones de compraventa y consigo los timos o hackeos.
“Me robaron 1.000 euros cuando intenté adquirir un reloj a través DH Gate”, lamenta Javier Casado, un usuario de 28 años que compra de forma habitual a través de esta app de productos de China y segunda mano. El problema es que “en muchas plataformas hay enlaces que redirigen a otras webs y el cargo se hace a un tercero. Esto es un riesgo porque le estamos dando toda la información para que pueda hacer cargos de otro tipo, como un robo de identidad”, alertan desde la empresa tecnológica Aether Solutions.
Una apuesta por la economía colaborativa
Cada vez más internautas usan apps para comprar, vender o alquilar productos de segunda mano. De hecho, esta tendencia ha crecido con la pandemia. “En Micolet recibimos más de 10.000 prendas a diario, el doble que antes y el 41 % de las mujeres ya compra de segunda mano", explica Aritza Loroño, cofundador de Micolet a Consumidor Global. De hecho, se espera que el mercado de segunda mano crezca, a nivel global, hasta los 51.000 millones de dólares -- 44.000 millones de euros-- en 2023, según una investigación de ThredUp y GlobalData Retail.
Ante el cambio de mentalidad de algunos consumidores, míticas firmas, como Levi’s, se suman a iniciativas para impulsar las adquisición de productos de segunda mano. Con SecondHand, la compañía estadounidense permite a los clientes comprar pantalones y cazadoras vaqueras de segunda mano y cambiar sus prendas usadas por créditos. Mientras, la sueca Ikea cuenta con una web dedicada a la compraventa de muebles y artículos de segunda mano de la marca.
Robo de datos
El principal riesgo de muchas operaciones de este tipo realizadas por internet tiene que ver con la información personal que puede acabar en manos de sitios fraudulentos. Por ello, se debe evitar entrar en los enlaces que redirigen a otras páginas. “No se debe comprar en plataformas sin certificado SSL --el candado que aparece a la izquierda--, el cual comprueba que la información está encriptada y que no puede ser descifrada por nadie más que la misma página web. Asimismo, hay que desconfiar de cualquier mecanismo de pago que no sea habitual, como los sistemas con tarjetas de crédito y débito, pero sin símbolos de VISA, Mastercard o American Express”, insisten desde Aether Solutions.
Por otro lado, comprar dispositivos electrónicos que ya hayan sido usados supone otros peligros añadidos. “Pueden tener virus para robar los datos personales y hay que sospechar de los dispositivos de alta gama que se ofrecen por muy bajo precio. Además, si el anterior usurio no ha desvinculado su cuenta, puede acceder acceder a la misma el nuevo comprador ”, añade la tecnológica.
Garantía
“Me compré un bolso de Louis Vuitton por 200 euros en Wallapop, pero cuando llegó era uno de plástico. Intenté reclamar, pero el anuncio ya no estaba y el vendedor desapareció”, lamenta Iñigo Saracho, un joven de 24 años de Bilbao. En casos como éste, algunas plataformas se lavan manos y evitan todo tipo de responsabilidad. “Wallapop no es propietaria de ninguno de los artículos en venta a través de su plataforma. Tampoco revisa, ni valida los productos y no es parte de la transacción, por lo que no será responsable de los daños y perjuicios”, subraya Wallapop en sus condiciones de uso.
Además, con la pandemia del Covid-19, el miedo al contagio obliga a las plataformas de segunda mano a ser más escrupulosas con lo que venden. Todas nuestras prendas se retienen durante más de dos semanas antes de ser puestas a la venta. Pero, estos son los protocolos que nosotros seguimos, no podemos hablar por otras tiendas o plataformas, ya que cada empresa toma diferentes medidas”, explica Loroño de Micolet.
Ante los ojos de Hacienda
Estos cambios en los hábitos de consumo pueden ser una oportunidad para los propios usuarios, ya que el sector de segunda mano pone de nuevo en circulación los objetos que ya no se usan y con los que se puede obtener un beneficio. Sin embargo, ante los ojos de Hacienda, la compraventa por internet no difiere de la tradicional y, aunque muchas personas lo desconozcan, dicha transacción no está exenta de tributación.
“Es obligatorio declarar las ventas por internet entre particulares siempre que suponga un beneficio, es decir, cuando el valor de lo que vendo sea más alto que el precio original del producto”, explican los asesores fiscales de UB Consultores. Además, los compradores tampoco están exentos. “Lo que se adquiera por plataformas como Wallapop se declara tal como si fuera una compra física e independientemente del precio de la venta, pagando el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales a través del modelo 600 de la Agencia Tributaria, añaden estos expertos legales. De hecho, cada vez es más común que este tipo de plataformas colaboren con la Agencia Tributaria, aunque todavía es bastante difícil que Hacienda detecte todas las compras y ventas que se realizan a diario, y más cuando son pequeñas cantidades de dinero.
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