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Sonrisa brillante, productos turbios y regulación gris: peligros del blanqueamiento dental
Aumentan los artículos que prometen aclarar los dientes de forma rápida, pero los especialistas advierten de su ineficacia
"No sonrías, bastante falsa es la peluca”. Se lo dice Lluís Homar a Penélope Cruz en Los abrazos rotos. Claro que Joker, como Isabel Pantoja, practica todo lo contrario: “Dientes, dientes”. De algún modo, la sonrisa es nuestra principal fachada, y mostrarla es sinónimo de disfrute. Y más cuando las mascarillas se han encargado de taparlas durante meses. En la actualidad, cada vez son más los que quieren lucir una resplandeciente. La lista de personas con dientes níveos va desde personajes de la televisión hasta futbolistas, y crece cada día.
Los dentistas han percibido un aumento de la demanda de blanqueamientos dentales, un tratamiento que, sin embargo, no se puede practicar en todo tipo de pacientes. Asimismo, hay quienes ofrecen vías más rápidas para blanquear la dentadura: tanto en internet como en muchas tiendas físicas se pueden comprar productos milagrosos que prometen hacer brillar el diente, pero ocultan sus riesgos.
Blanqueamientos no aptos para todos
En Amazon, ya lo sabemos, hay de todo. Por algo más de 20 euros, cualquiera puede comprar un kit de blanqueamiento dental de la marca británica Pro Teeth Whitening que incluye, nada más y nada menos, una especie de molde que se adapta a la dentadura donde se aplica luz led durante 20 minutos para blanquear los dientes. Hay más cosméticos de ese tipo. Por ejemplo, la marca belga iWhite vende una crema que promete blanquear “hasta ocho tonos en una sola aplicación”. Víctor Zurita, presidente del Colegio de Odontólogos y Estomatólogos de la VIII Región, explica a Consumidor Global que si un producto es muy potente en términos de limpieza, es posible que dañe el diente. “Si blanquea tantos tonos en tan poco tiempo puede resultar perjudicial”, advierte.
El experto señala que el esmalte de cada persona es diferente, pero que los blanqueamientos dentales siempre se deben realizar en los centros especializados. Además, no son para todo el mundo, ni siquiera los que se practican por dentistas. “Lo primero que hay que determinar es si la persona es candidata o no para el tratamiento: no debe hacerse en pacientes con los esmaltes muy desgastados, o en aquellos que tengan problemas de encías, ni tampoco es recomendable en personas con caries, puesto que se puede producir un fallo del nervio”, señala. Así, concluye que si el tratamiento es profesional no es dañino, pero tampoco es para todo el mundo. Además, tiene consecuencias: la higienista bucodental Helena Gil reconoce que el paciente puede notar una mayor sensibilidad en los dientes después de blanquearse, por lo que deberá utilizar un gel especial. Igualmente, Gil explica que el blanqueamiento con férulas (un aparato de plástico que se coloca sobre los dientes durante la noche) cada vez está más de moda, porque con ellas el paciente no tiene que estar yendo a consulta. Esta modalidad, cuenta, tiene una duración de tres meses. Bastante más que los 20 minutos que prometía iWhite.
“Un pequeño vacío legal”
En España, la normativa restringe la aplicación del blanqueamiento dental a dentistas. Entre las sustancias bajo la lupa, la ley dice que los productos blanqueadores pueden tener “entre un 0,1 y un 6% de peróxido de hidrógeno”, pero especifica que este será seguro “siempre y cuando, a fin de evitar el mal uso, se cumplan las condiciones siguientes: que se realice un examen clínico adecuado a fin de garantizar que no existen factores de riesgo o cualquier otra patología bucal y que la exposición a dichos productos sea limitada, de manera que se garantice que estos sólo se utilizan según la frecuencia y la duración de la aplicación previstas”.
Pero si un cliente compra un producto con peróxido de hidrógeno en la farmacia (o en El Corte Inglés, donde se pueden encontrar blanqueadores de iWhite sin problemas) no hay ni examen clínico ni control sobre la periodicidad del uso. Zurita reconoce, sin mencionar ninguno, que con determinados productos “hay un pequeño vacío legal”. En este sentido, explica que los Colegios Oficiales de Odontólogos están intentando que se regule la publicidad sanitaria. Rafael Flores, doctor en Odontología y tesorero de la Junta de Gobierno del Colegio de Dentistas de Sevilla, tiene una visión similar: “Ha surgido un boom y en esta ocasión la legislación va detrás de la situación real”.
El peligro del carbón activo
Helena Gil explica que en ningún caso es aconsejable realizar el blanqueamiento en casa. "Ahora se comercializa con el carbón activo, que puede que sea efectivo, pero es muy abrasivo para el esmalte dental y puede retraer las encías, por no mencionar que un uso prolongado puede afectar a nuestro organismo", detalla la higienista. El doctor Flores apela a la precaución. “En mi clínica, la primera visita es siempre de observación. Obligatoria. Lo primero es ver cómo está el paciente”, expone. Además, deja caer que hay clínicas en las que todo vale donde no se cumplen los estándares necesarios.
En esta línea, Zurita señala que, si la persona que se aplica el blanqueador no es un paciente apto, puede producirse daño sin pretenderlo. “La boca debe estar sana y limpia antes de realizar el blanqueamiento”, defiende. Por eso, una persona con algún problema dental puede hacerse un verdadero estropicio. Y la ley, de momento, no lo impide. Rafael Flores es aún más contundente: “Lo que se blanquea es un órgano vivo, no una pared que se pueda pintar”.
¿Blanquean las pastas de dientes blanqueadoras?
Los productos que más oscurecen los dientes, según el odontólogo, son el tabaco, el vino tinto y el café (“que cuanto más oscuro es, más oscurece, lógicamente”), pero también chocolates, frambuesas o alimentos con pigmentos de este tipo. Además, Zurita expone que, si un paciente se realiza un blanqueamiento y es consumidor habitual de vino o fumador habitual, se puede producir un efecto rebote: “Después de blanquear, los productos que tiñen lo hacen aún más”. Blanco para hoy y hambre para mañana.
Así, muchos consumidores optan por emplear una pasta de dientes blanqueadora. Son algo más caras, pero son percibidas como una solución a corto plazo. El doctor Zurita comenta que hay algunas más abrasivas que otras, pero que, en líneas generales, lo que hacen es limpiar más en profundidad, no blanquear el diente. “Y eso, en ciertas personas que puedan tener algún problema, tampoco es recomendable”, añade. Para Rafael Flores, lo idóneo sería acudir al dentista de forma regular. Según Helena Gil, las pastas dentales que dicen ser blanqueadoras no tienen efectos óptimos por sí solas.
“El diente envejece”
Zurita ratifica que la preocupación estética es creciente entre la población, y que las redes sociales pueden contribuir al problema, puesto que crean una imagen artificial. Habla de un “interés desmedido” que puede tener consecuencias perjudiciales. Además, cuenta, hay pacientes de cierta edad, con desgaste en el esmalte, “que no pueden pretender tener el mismo tono que una persona de 20 años”. Como el resto del cuerpo, “el diente envejece”.
Los más llamativos son los tonos blanco cerámica o blanco porcelana. “Algunos clientes demandan una funda de porcelana, pero para hacerla hay que tallar el diente. Hay que ver si compensa”, detalla Zurita. Además, tal y como expresa el odontólogo, el blanco resplandeciente va en contra de lo natural. Lo normal es, señala, un tono A-2 o A-3, un blanco que tiende al amarillento en los hombres y a lo grisáceo en las mujeres. Pero los blanqueamientos tampoco son eternos. Helena Gil es clara: si se consume café, tabaco o vino tinto, el blanqueamiento se pierde. Según Rafael Flores, varía mucho, pero un blanqueamiento profesional dura varios años. No obstante, depende de la higiene del paciente y también de su dieta. Especialmente, del consumo de productos con ácido, como Coca-Cola, Fanta, limón o pomelo. “Nuestra vida diaria no hace fácil mantener el blanco perfecto”, subraya. Nuestra vida diaria tampoco es impoluta.
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