Loading...

La paradoja de las esponjas: “Es un producto creado para limpiar, pero también un nido de bacterias”

Los dermatólogos no las recomiendan y aconsejan frotarse con la propia mano o asearse con las de un solo uso

Ana Carrasco González

Una mujer en la ducha lavándose el pelo / PEXELS

De los diferentes objetos en el hogar hay algunos donde se acumulan más los virus y bacterias, entre ellos destaca la esponja de baño. “Es irónico pues se trata de un producto que fue creado para limpiar, sin embargo, también es un nido de gérmenes”, resalta Montserrat Salleras, jefa de servicio de Dermatología de Quirónsalud, que añade que es importante prestarles más atención y cambiar hábitos de higiene.

“En los estudios microbiológicos se puede ver en la superficie de este producto como crecen microbios que a veces son fuente de contagio de enfermedades o de perpetuación de enfermedades de la piel infecciosa”, señala a Consumidor Global la dermatóloga. Es cierto que la experta admite que no siempre ocurre esto si se hace un buen uso, pero tanto ella como los profesionales de su mismo campo rechazan rotundamente la esponja y aseguran que es mucho más higiénico frotarse con la propia mano o usar esponjas de usar y tirar.

Los peligros para la piel

Si se hace un uso prolongado de esponja húmeda puede resultar perjudicial para la piel. “Las bacterias, hongos y virus se introducen en la piel y puede provocar infecciones en las uñas, en la espalda, en la cara, por colitis, etc. En todo el cuerpo, en general”, explica Salleras. Hay zonas más específicas del cuerpo que son más propensas a coger estos hongos o bacterias, como las ingles o las axilas, ya que tienen más posibilidades de proliferar, de asentarse y de que se desarrolle la infección.

Una esponja de baño / FREEPIK

“A las bacterias les gusta la humedad, y la esponja siempre está en un ambiente húmedo pues se ubica en el baño, concretamente cerca de la bañera, un recipiente que nunca acaba de secarse por la zona o porque no hay tiempo suficiente para que se vuelva a usar”, comenta la dermatóloga a este medio. De esta manera, hasta que el usuario la vuelva a utilizar para enjabonarse, transcurre un período que permite la aparición de gérmenes de contagio.

Cómo mantenerla bien

Salleras hace hincapié en que hay que tener más cuidado si se trata de personas con pieles sensibles. Para mantenerla higiénica y evitar infecciones, se debe remplazar cada dos o tres semanas si es una esponja natural. Por otro lado, las esponjas artificiales duran un poco más de tiempo: hasta dos meses como máximo. “Es recomendable dejarla siempre en un ambiente seco, incluso exterior, al sol, pese a que no esté en un ambiente cerrado y húmedo. Claro, pero siendo realistas, eso lo hace muy poca gente”, reconoce la dermatóloga.

“Todas las esponjas tradicionales tienen esta problemática”, avisa Álvaro González, director de Desarrollo de Negocio de Jalsosa, una empresa especializada en la producción y distribución de productos para la higiene diaria personal. Desde la compañía ofrecen alternativas y matizan que “mejor que limpiarse con la mano es usar una esponja desechable”. Una de sus especialidades

Las mejores alternativas

“Nuestros productos están cambiando el sistema de aseo personal a nivel mundial, facilitando el hábito de higiene con nuestras esponjas jabonosas de un solo uso”, destacan desde la empresa. “Antes se usaba la misma esponja para todo el hospital. Solo en los ricos había una por paciente. Nuestro fundador, José Antonio López Sánchez-Ocaña, enfermero de profesión, en 1985 se percató de que los hospitales no contaban con un producto específico con el que realizar la higiene diaria a los pacientes encamados. Vio una oportunidad y quiso hacer negocio con esponjas desechables”, cuenta a Consumidor Global González.

Cabe destacar, que las esponjas de un solo uso de Jalsosa son un 95 % reciclables y un 5 % plásticos. “Somos conscientes, y estamos trabajando en ello porque estamos preocupados por el plástico. Estamos en una fase de transición”, reconocen desde la compañía. La higiene no es una cuestión de apariencia sino una necesidad para evitar bacterias e infecciones, pero primero hay que tener los instrumentos adecuados para ello.