Un paso adelante. Basta con cruzar el umbral de la puerta de esta antigua papelería del ensanche barcelonés para toparnos de frente con el pasado, el presente y el futuro. Los tres, mezclados. Como desnortados. Y algún invitado nuevo. Las plumas estilográficas comparten el viejo escaparate de madera con las mascarillas; el típex y los bolígrafos borrables no se entienden el uno con el otro; los enormes carpesanos de colores de toda la vida miran con envidia a los cuadernos inteligentes; y unos auriculares de última generación se ofrecen junto a los bolígrafos anti-Covid. Son tiempos extraños. Estamos en la Papelería Canut, un lugar donde todo está escrito y todo está por reescribir.
“El bolígrafo borrable de la casa Pilot es el producto estrella, pero también vendemos muchas libretas digitales inteligentes”, apunta Mercè Canut, propietaria de la papelería que lleva su nombre desde que su abuelo, José Canut Costal, creó una imprenta en esta esquina de la calle Consejo de Ciento en 1930. El instinto de supervivencia de Mercè, que lleva treinta y dos años al frente del negocio, le ha llevado a introducir todo tipo de productos. Desde butacas ergonómicas y reposapiés, hasta ratones y teclados. Todo lo necesario para trasladar la clase a la habitación o montarse el despacho en el salón. Toca adaptarse a las necesidades del momento para sobrevivir, aunque se corra el riesgo de convertirse en un bazar.
La necesidad agudiza el ingenio
“Yo nunca había vendido puzzles, ni pinturas, pero hay que aguantar como sea. Desde el inicio de la pandemia también vendemos cosas para hacer en casa. La semana que viene nos llegan los bolis anti-Covid”, explica Fernando Losada, que lleva años ingeniándoselas para mantener abierta la Papelería Losada que abrió su padre en 1965 en el barrio de Las Letras de Madrid.
Hasta el 30 de junio, en esta papelería insigne de la capital aceptan el pago de bolígrafos borrables, cuadernos digitales y cualquier otro producto en pesetas --tanto en billetes como en monedas--. “Desde 2007 aceptamos pesetas, pero devolvemos el cambio en euros”, matiza Losada. Todo vale si está en juego el tener que bajar la persiana. “Cuando yo lo deje, se acabó lo de la papelería, no quiero que mis hijos recojan el testigo”, se sincera.
Los cambios se aceleran
“Viendo el interés de la ciudadanía en la prevención del Covid, lo primero que hicimos fue crear una línea de bolígrafos antibacterianos. Y el producto se puede decir que está siendo un éxito, aunque no se venden tanto como las mascarillas”, bromea Vicente Arregui, director de PensFromBCN, la empresa que distribuye en exclusiva la marca Inoxcrom. “La verdad es que todo lo que tenga que ver con el Covid se vende como churros”, subraya Canut.
En cambio, los cuadernos digitales sí parece que han llegado para quedarse. “El público ya compraba nuestras libretas de espiral inteligentes antes del Covid, pero la gran mayoría no utilizaba la aplicación”, explica Anna Pla, directora de marketing de la sociedad Hamelin, que tiene la marca de cuadernos y agendas Oxford como una de sus marcas estrella.
La revolución digital
“A partir del confinamiento, vimos como nuestros clientes empezaron a descargarse la app gratuita Scribzee -- con la que funcionan las libretas de Oxford – y a utilizar todos los extras que nos brinda la Inteligencia Artificial”, añade Pla.
Las grandes empresas de material de papelería y oficina han buscado otras vías de negocio ante el contexto actual. “Hemos visto una clara aceleración de las herramientas online de nuestro canal de distribución. Éste es, o mejor dicho era, un sector que en ese sentido iba un poco lento, pero se ha visto empujado por la implementación del e-commerce en tiempo récord”, explica Elena Gómez, responsable de marketing y publicidad de Pilot España.
Los clásicos nunca mueren
Sin embargo, todas las empresas con las que ha hablado Consumidor Global coinciden en el peso de las tiendas físicas. “Durante el confinamiento, la mayoría de nuestros clientes cerraron sus establecimientos. Desde entonces, la venta online ha aumentado, pero nuestro sector tradicional es la distribución en librerías y papelerías”, remarca Vicente Arregui.
La realidad es que tanto Pilot como Inoxcrom, entre otras marcas, sacan gamas de bolígrafos sostenibles --fabricados con plásticos recuperados de los océanos y con recambios--, pero los más vendidos son los básicos desechables como el BIC Cristal, del que se venden 57 unidades cada segundo, o el SuperGrip de Pilot, que ofrece ocho kilómetros de escritura. “Los bolígrafos de un uso se venden igual que siempre”, recuerda Canut.