La paradoja que envuelve la baja natalidad en España es que cada vez los padres son más exigentes a la hora de comprar artículos para sus hijos. Nada de productos low cost. “Mi bebé tiene que tener lo mejor. La mejor cuna, el mejor carrito. Me da igual que cueste 500 euros más, Antonio”, le advertía Ariana a su marido, ambos sentados en una silla cada uno en la tienda Palacio del Bebé, en Gran Via de les Corts Catalanes, Barcelona. Mientras Ricart Matas, experto asesor puericultor, les atendía calmadamente al otro lado de la mesa. “Hay menor demanda debido a la baja natalidad, pero los clientes gastan mucho más que antes”, confiesa a Consumidor Global, una vez la pareja abandona el establecimiento.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), se han registrado 159.705 nacimientos en lo que va de 2022, apenas 211 más que en el mismo período del año anterior, que ostenta el récord más bajo desde que comenzó la serie histórica en 1941. Y es que la natalidad en España mantiene una tendencia a la baja desde 2008, el año que comenzó la última gran crisis económica. Además, hubo una importante bajada del 5% entre el primer semestre de 2020 y el de 2021, con una diferencia superior a los 20.000 alumbramientos.
Más de 2.000 euros y con bastante antelación
“Estos clientes han gastado sólo en la decoración de habitación de su futuro hijo un total de 2.068,9 euros”, cuenta Matas. Según el experto, la media de gasto oscila entre los 1.500 euros y los 2.000 euros, mientras que hace 30 años –cuando comenzó a trabajar en el sector– la cantidad de dinero invertida no sobrepasaba los 1.000 euros. No obstante, él mismo reconoce que ha gastado en su hija de tres meses un total de 2.569 euros en productos básicos.
Asimismo, los padres hacen la compra de artículos con una anticipación de hasta siete meses de que nazca el bebé. “La gente viene a comprar porque notan inflación, notan la crisis y, entonces, se hacen con los productos muy anticipadamente”, señala el puericultor. El hijo de Ariana y Antonio nace el 2 de febrero del 2023 y ya tienen todo comprado: la cuna, el cochecito, la ropa, los muebles para su habitación, y un largo etcétera. “Antes todo esto se adquiría con un mes o dos meses de antelación”, informa el empleado de Palacio del Bebé, que abrió en el año 1959 y ha visto cambiar las tendencias del consumidor durante más de 60 años.
Hasta un 20% más caro
De esta manera, pese a la baja demanda debido a la caída de la natalidad que envejece al país, el cliente destina más dinero en artículos para sus pequeños, no sólo porque ahora tiene un perfil más exigente, sino también porque los precios se han elevado en los últimos años debido a la pandemia y a la guerra de Ucrania. “Obviamente la demanda se ha reducido por la caída de la natalidad y también por otros fenómenos como la segunda mano, que en algunas categorías implica riesgos de seguridad como es el caso de sillas para el coche”, admiten a este medio fuentes de la marca Chicco, comercializa un sinnúmero de productos para el área infantil.
“En los últimos años ha habido una contención, al menos en nuestras marcas y productos, de los precios a pesar de las continuas subidas de costes. En 2022, debido a esa presión constante de costes de materias primas y transporte, la industria se ha visto obligada a repercutir parcialmente esto en subidas de precios”, comunican las mismas fuentes. De hecho, al comprar un chupete de la marca (physio comfort) en 2020 se podía comprar por 7 euros, pero en 2022 su página web anuncia que se ha elevado hasta los 8,50 euros, lo que supone una subida de un 21,43 %. De esta manera, los clientes gastan incluso más que antes a pesar de que nacen menos niños cada año. De ahí la paradoja.