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Lo que no te dicen antes de inyectarte una súper oferta de belleza
Algunos centros de estética se aprovechan de la falta de regulación en los precios y abogan por el intrusismo médico
Cinco de cada 10 mujeres y dos de cada 10 hombres españoles se someten a tratamientos estéticos en España. Los motivos son varios. Algunos usuarios deciden hacerse un retoque para verse mejor, otros por temas de salud y los hay que esperan ganar confianza en sí mismos. La oferta es infinita, pero la inyección de bótox gana por goleada en cuanto a popularidad.
Sin embargo, ¿cómo puede ser que un tratamiento con una misma finalidad presente tal abismo de precios? Conforme aumenta la demanda, sube también el intrusismo con centros sin licencia. Eso, sumado a una falta de regulación, da lugar a una guerra de costes. En España, Allergan, Merz Pharma e Ipsen Pharma son las compañías farmacéuticas que comercializan la toxina botulínica con fines estéticos. “Un vial de Allergan cuesta 166,28 euros”, explica la farmacéutica Mamen Plaza. Sin embargo, en Groupon podemos encontrar ofertas por menos de 70 euros. “Si el precio es más bajo de lo que nos cuesta el vial a los profesionales significa que está muy diluido o que usan el mismo en distintos pacientes”, indica la doctora Maria José Used Bescos, cirujana especializada en medicina estética de la clínica La Maz.
Tratamientos por menos de 100 euros
Además, los usuarios que acuden a este tipo de servicios son cada vez más jóvenes. Los expertos atribuyen este creciente interés a la presión que ejercen las redes sociales sobre la imagen. De hecho, la edad media de los pacientes que se interesan por los retoques médicos en España ha descendido hasta los 26 años, con un ligero repunte de usuarios masculinos. Además, como ya se ha apuntado, en Groupon y otras plataformas de belleza, como Uala, existe una gran variedad de precios. Algunas empresas optan por ofertas por debajo del coste del producto, mientras otras juegan con el elitismo de estos servicios. “El bótox es un polvo que hay que diluir con suero. Esto significa que cuanto más bajo sea el precio, menos concentrado es el producto y, por tanto, menos efectivo. Además, el coste final del tratamiento no es equivalente al precio del producto, sino que también debe incluir el trabajo del médico y el IVA”, recuerda Used Bescos.
Otro riesgo a tener en cuenta es que este medicamento se debe guardar en la nevera y una vez abierto sólo dura cuatro horas, ya que después pierde efectividad. “Una mala aplicación puede provocar desde reacciones alérgicas, hasta parálisis de la zona”, añade esta cirujana. Mientras, en el caso de la depilación láser u otros tratamientos de aparatología, no todas las máquinas son iguales y eso no sólo afecta al coste, sino también a la eficacia del servicio. Así, mientras en unos centros se ofrecen sesiones de depilación en una zona pequeña por 30 euros, en otras consultas este mismo tratamiento triplica el precio. "En los últimos años, la tecnología ha avanzado mucho para mejorar la velocidad de disparo, que afecta a la duración de cada sesión, o para incluir sistemas de refrigeración que pueden mitigar las molestias durante la depilación. El riesgo, sobre todo, es no conseguir los resultados esperados”, aclara Antonio Hermida, cofundador de Centros Ideal. Asimismo, es fundamental disponer de profesionales cualificados para evaluar al paciente y que no haya contraindicaciones.
El turismo médico
El precio supone el principal freno para someterse a ciertos tratamientos. Por ello, los usuarios buscan alternativas en países con otras legislaciones y garantías que abaratan el coste. Además, hay tratamientos que en España están prohibidos, como los rellenos en el cuello y en el escote. Como consecuencia, el turismo médico ha sido la gran apuesta de los últimos años de algunos gobiernos, como el turco. Aunque el implante capilar es el tratamiento más demandado en Turquía, no es el único. Las clínicas se están diversificando y ya ofrecen tratamientos con bótox, mesoterapia, masajes linfáticos, microblading y otras especialidades más.
“Los tratamientos que se realizan en Estambul son de calidad, pero cuestan la mitad que en España y no existe una lista de espera. La mano de obra y los costes de quirófano son más bajos”, explican a Consumidor Global fuentes de MCAN Health, especialistas en turismo médico. No obstante, los expertos aconsejan hacerse cualquier tratamiento en un centro que esté cercano, por si hay cualquier molestia o efecto secundario. “Me sometí a un microinjerto capilar en Madrid porque me daba más confianza y me pareció fundamental el seguimiento tras la intervención. Aunque dicen que los precios son similares, en Turquía son más bajos. En España me costó 18.000 euros”, cuenta Luis G., un usuario que prefiere mantener el anonimato. En este sentido, Madrid y Barcelona son las ciudades con los servicios más caros. “El problema es que no hay una regulación de precios y cada centro puede poner el coste que quiera. Juegan con la demanda y hay usuarios que están dispuestos a pagar por ello”, puntualiza Used Bescos.
El intrusismo
El precio no debería ser el único factor determinante a la hora de someterse a un tratamiento estético. “Muchos tienen que aplicarlos profesionales médicos y en ningún caso en centros de belleza, gimnasios o peluquerías”, aclara La Sociedad Española de Medicina Estética (SEME). Pese a ello, se realizan consultas sin la licencia sanitaria pertinente en domicilios de particulares o en espacios sin autorización sanitaria.
“A la hora de someterse a cualquier tratamiento de este tipo, hay que asegurarse de que el centro está autorizado y de que cuenta con doctores licenciados y colegiados”, concluyen los expertos consultados por este medio.
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