De la madera se dice que hay que tenerla de algo para hacerlo bien, y de las casas, que no se deben empezar por el tejado. Pero, ¿y si se unen la una y la otra? Lo cierto es que, en el pasado, la madera fue un alimento esencial para las viviendas, y ahora, brota de nuevo. Así lo cree Luis García Malo de Molina, director de Operaciones de la promotora inmobiliaria AEDAS Homes. Este experto puntualiza que, a día de hoy, el peso de la construcción en madera en España no llega al 1 %, pero que los promotores la irán incorporando de manera, precisamente, natural. Se trata, por cambio, de creer en el vigor de un material de siempre.
En primer lugar, detalla García Malo, no es lo mismo construir una vivienda con madera en Andalucía que en Cataluña o Canarias. De hecho, el precio de la casa de madera, afirma, depende principalmente de la zona geográfica. Además, cuenta que “la volatilidad de los costes de construcción que estamos viviendo y los futuros incrementos de costes en ciertos materiales por las emisiones de CO2” hacen más difícil estimar un importe medio.
Ganarle terreno al hormigón
“Cuando la oferta sea más representativa, el comprador tomará sus propias decisiones y no me cabe la menor duda que apostará por la madera”, vaticina García Malo. Apunta además que ya no es un material tan caro como lo era antes. “Si bien es cierto que la madera ha venido siendo más cara que el hormigón o el acero, los diferenciales se están estrechando hasta el punto de que hemos conseguido hacer una promoción en madera más económica que en hormigón”, cuenta García Malo.
Como corista, la madera funciona, pero en solitario también seduce. Pedro Alcaide es uno de los responsables de la empresa Casas de Madera Daype, que lleva “17 o 18 años” construyendo viviendas de este material. Venden e instalan en todas las provincias del país (incluidas las islas Canarias) y Portugal, y perciben que en los últimos tiempos ha habido un auge: “Hay mucha demanda últimamente, lo que ocurre es que la Unión Europea tiene un cupo de corte que restringe la cantidad de material disponible. Si a eso añadimos que la guerra de Ucrania impide traer materia prima de Rusia, la situación es que la demanda es muy elevada y los plazos se han alargado”, revela.
Casas de madera como primera vivienda
Preguntado por el tipo de inquilino que decide apostar por estos domicilios, Alcaide responde que “hay de todo”. En los últimos años, detalla, el 80 % de sus clientes querían la casa de madera como primera vivienda, no como segunda residencia ni como cabaña ni como casita en el campo, sino para pasar allí su día a día. “Son más baratas que las viviendas tradicionales y tienen prácticamente la misma calidad y las prestaciones”, defiende. Entre las ventajas, sobresale su capacidad como aislante. “La gente se sorprende. Nos dicen que no sabían que era un material tan tan aislante”, relata el experto de Daype.
No obstante, si lo que se prioriza es el aislamiento térmico, las protagonistas son las casas pasivas, aquellas que utilizan materiales y formas constructivas que permiten un gran aislamiento térmico (no sólo madera). Pero estas, tal y como publicó este medio, son un 5 % más caras que las casas convencionales. A la luz de este dato, preguntado por si tiene sentido invertir en casas con madera, García Malo de Molina responde que, desde el punto de vista de un promotor, sí, pero que no han notado un empujón serio de los clientes. “Las tendencias están en completa evolución, puesto que nuestro sector está en un proceso de cambio hacia un modelo más industrializado y de mayor calidad”, agrega.
Avanzar en sostenibilidad
Por otra parte, reconoce que la industria de la construcción es una de las que mayor deterioro provoca al medio ambiente. Por eso, para 2030, el objetivo de su empresa es reducir un 40 % las emisiones de CO2 relacionadas con la producción de materiales. Y eso significa incorporar, sí o sí, materiales como la madera.
“Tenemos un sello propio en materia de cumplimiento de criterios de sostenibilidad en nuestras promociones llamado Ecoliving que certifica que la promoción se ha realizado cumpliendo con los niveles exigidos en nuestro Libro Verde. Uno de los criterios que da puntos para la obtención de esa certificación es el uso de la madera”, argumenta.
110.000 euros de media
En Daype hay presupuestos de todas las clases, pero Alcaide dice que, de media, un cliente invierte entre 110.000 y 120.000 euros en su casa de madera. Es una adquisición sólida… y resistente. José Manuel Cabrero es Catedrático de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra y presidente de la recientemente constituida Cátedra de Madera Onesta. En un artículo para la revista Spend In, Cabrero defiende que la madera es un material “más resistente que el acero y hasta diez veces más que el hormigón”.
Cabrera cuenta que la madera siempre ha sido protagonista en arquitectura, salvo en el paréntesis de los siglos XIX y XX. Defiende que ahora vuelva a serlo. Los motivos son variados: los nuevos productos técnicos que se producen con la ella (“donde ha sido muy relevante el panel contralaminado, CLT”), su fácil industrialización, el hecho de que se puedan construir de modo muy sencillo edificios muy eficientes energéticamente, y su procedencia natural (garantizada adicionalmente por la certificación forestal). “Posiblemente en nuestro país no veamos muchas soluciones donde sea el único material, sino más bien situaciones en las que la madera colabora con otros materiales, aportando cada uno de ellos lo mejor de sí”, apunta.
Muchas maderas distintas
El pronóstico de Cabrera es que habrá “un crecimiento a corto-medio plazo, que de hecho ya está ocurriendo. Cada vez es más habitual encontrarnos con una promoción de viviendas construidas con madera. Hace no tantos años era rara avis”. Entre los inconvenientes, está el hecho de que no es algo artificial. “Lo más importante es entender que la madera es un material natural y orgánico. Esa es su mayor ventaja, y su mayor desventaja. Como material orgánico, está diseñado por la naturaleza para servir de alimento a la muerte del árbol a otros seres vivos, como hongos y líquenes, y finalmente pudrirse como alimento de otros. Pero eso solo ocurre cuando se reproducen las condiciones climáticas que hay en un bosque: calor y humedad”, razona.
Además, este profesor cree que, dada su ligereza, es “fantástica” para acometer reformas en edificios ya existentes. Por otra parte, opina que, aunque hablamos de madera en singular, se debería hablar de maderas en plural. “Hay tantas maderas como especies de árboles en el mundo. Cada una tiene propiedades y características muy distintas. Hay una adecuada para cada uso. Maderas que soportan muy bien la intemperie, como el alerce o las maderas tropicales, que se emplean habitualmente en el exterior”.