Según un informe de Kantar, el ciclo de vida medio de un teléfono móvil es de un año y ocho meses. La Unión Europea quiere combatir esta obsolescencia y lograr que los smartphones duren más. Lo harán implementando el “diseño ecológico”, que, según se ha dicho desde Bruselas, permitiría que la batería se extraiga y se sustituya con facilidad, ayudaría a mejorar su eficiencia energética y también aseguraría que los metales raros que contienen estos productos se reciclen. Esta iniciativa ahonda en los compromisos de economía circular y pone el foco en los fabricantes, que deberán crear aparatos que sean capaces de algo tan raro como durar.
No obstante, algunas organizaciones consideran insuficiente las propuestas de la Unión Europea, porque no ha ido todo lo lejos que sería deseable en cuanto al derecho a reparar. Pero, más allá de la nueva normativa que impulsen los 27, hay algunas vías para intentar que tu móvil resucite.
Fiestas de la reparación
Daniel Florín es experto en tecnología y forma parte del colectivo Restarters Barcelona, una asociación sin fines de lucro que surgió en 2015 inspirada en el movimiento internacional Restart Project. Su activismo no tiene que ver con romper cosas, sino con arreglarlas. Con ponerse, literalmente, manos a la obra. Tal y como explica Florín, su actividad consiste en que “un grupo de expertos organiza fiestas de la reparación para que el ciudadano de a pie aprenda a reparar, en la medida de lo posible, sus aparatos electrónicos”. En estas sesiones, lúdicas pero formativas, también se recogen datos de los aparatos reparados y sus fallos para enviarlos después a una gran base de datos central donde se registra qué es lo que más falla, dónde y cómo solucionarlo.
Según sus datos acumulados, Restarters BCN ha logrado la participación de más de 400 personas y ha evitado el desperdicio de más de 500 kilogramos de dispositivos. Además, el CO2 que han reducido gracias a los aparatos que han conseguido reparar es el equivalente a más de 64.000 kilómetros conducidos. El lema de Restart Project, el movimiento internacional que les movió a actuar, es sencillo pero inspirador: “Repair a laptop, fix the system” (“Repara un sobremesa, arregla el sistema”).
Apple, un poco mejor que el resto
Florín cree que es necesario implementar el diseño ecológico, aunque esto implique que los precios de los dispositivos “suban lo que sea”. Es una de las dudas: si se presiona a los fabricantes para que los aparatos tengan una vida más larga, el coste podría incrementarse. José Francisco Monserrat es profesor e investigador de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), y explica que alargar la vida del terminal a través de la sustitución de las baterías no implicaría, a priori, un mayor coste, pero sí es posible que el móvil pierda, por ejemplo, capacidad de ser sumergible.
“Sí es verdad que obligará a los fabricantes a tener modelos europeos, lo que podría hacerles perder su economía de escala. Eso sí supondría un aumento de costes”, reconoce este experto. Florín resta importancia a los posibles cambios en el precio y afirma que los aparatos deberían tener una garantía de 10 años en su funcionamiento y funcionabilidad, tanto en hardware como software. “Son dispositivos que, además de ser caros en lo ecológico y lo social (por la explotación de las minas de coltán), no deberían ser de consumo masivo”, considera.
“El ritmo lo marca el sistema operativo”
¿Hay alguien que lo haga mejor que el resto? Según Florín, “ninguna marca piensa en la sostenibilidad”, si bien Apple “marca la diferencia” en una serie de detalles, como la durabilidad de pantalla, la batería, el diseño modular y la amplia disponibilidad de recambios. Pero no todo el mundo puede permitirse un iPhone, y, además, existe cierta cultura consumista entre los acérrimos a la marca que les lleva a buscar siempre la última generación de dispositivos, aunque el suyo funcione.
Florín cree que el hecho de que el móvil se cambie cada dos años no tiene que ver con problemas de operatividad, sino con cuestiones de marketing. “Un iPhone 8 es un aparato del 2017, y hoy en día está vigente y con buena actualización de software. Lo mismo para otras marcas, el ritmo lo marca el sistema operativo”, expresa. Pero, si se deja de lado la limitación de las actualizaciones de software, Florín cree que “el ciclo de vida de un móvil es bastante más largo que los dos años que indica el marketing”.
Ser conscientes de la “reparabilidad” del dispositivo
Algunas organizaciones han puesto el foco en los problemas que ponen los fabricantes, capaces de bloquear las reparaciones a través del emparejamiento de las piezas. Pero Florín considera que “el menor de los males es el emparejamiento de las piezas, seguimos señalando al árbol que no nos deja ver el bosque: el problema de la obsolescencia de los móviles es el sistema operativo, el software, las actualizaciones y los bloqueos de seguridad de los móviles perdidos... Todo esto manda más kilos de móviles al reciclado que la imposibilidad de reparación de un equipo”, expone.
Por otra parte, este experto argumenta que, cuando los fabricantes diseñan un aparato, lo hacen atendiendo, en primera instancia, a temas de marketing y a costes productivos. Eso no significa que no se pueda intentar que duren más, ni tampoco que, con el ecodiseño, cualquiera podrá darle una nueva vida a su móvil siendo un poco manitas. “Los talleres especializados cuentan con toda la gama de herramientas necesarias, pero creo que hay que desinstalar la idea de que podemos reparar el móvil en casa sin tener la formación adecuada ni las herramientas”, concede. A juicio de este miembro de Restarters, lo fundamental es que el consumidor esté más informado de la reparabilidad de sus aparatos, de dónde lograrla y de lo que implica “un dispositivo altamente contaminante”.