Cuatro amigos asisten a un curso sobre la deconstrucción de la masculinidad. Años atrás habían sido unos “machirulos”, pero ahora notan que han perdido tanto sus privilegios como su identidad, pues les ha tocado vivir en la era de la igualdad. De esta manera, no les queda más que adaptarse y perder las actitudes machistas que habían asumido desde la infancia. Esta es la trama de la nueva serie de Netflix Machos Alfa, sin embargo, la realidad de estos cursos fuera de la pantalla es muy distinta.
“Es bonito que pueda normalizarse el hablar de estos temas, pero la serie está en clave de humor, y lo que nosotros tratamos son temas serios. Para mí eso es preocupante. Creo que el humor ha hecho que perdamos credibilidad. Hubiera sido mejor en formato documental”, confiesa a este medio Dani Rius, uno de los fundadores –junto a Cesc Laporta-- de El Taller, una entidad con perspectiva de género y enfoque interseccional que ofrece un curso para trabajar en las nuevas masculinidades.
El Taller
Para Rius, esta serie engancha más por la caricatura que por el contenido. “Eso es un peligro, porque se habla de temas que para nosotros son muy serios. El machismo es una realidad que hace mucho daño”, destaca el terapeuta, que cuenta que él mismo estuvo en un grupo para trabajar la masculinidad junto a su socio actual. “Tanto para mí como para Cesc fue una experiencia que nos transformó la vida y la visión de las relaciones tanto con otros hombres como con mujeres”, evoca.
“Ahí sentimos un impulso porque eso que vivimos era tan importante que queríamos compartirlo con otros hombres”, señala Rius. Ahora, El Taller lleva seis años en marcha. “Lo principal que hacemos es el trabajo de las masculinidades acompañando a hombres, pero también hacemos formaciones en escuelas, en institutos o en organismos, así como talleres con jóvenes y con mujeres”, especifica.
Qué herramientas ofrecen
En El Taller se ofrece un curso con un grupo de hombres que dura un año, como si fuera un curso escolar. “En este año tenemos un programa en el que trabajamos diferentes temas que hemos identificado como vértices de la masculinidad”, señala el fundador de la compañía. “El trabajo viene a ser cómo identificar la masculinidad que llamamos tradicional o hegemónica, que nos ha venido a decir que somos hombres o que nos ha venido impuesta por el patriarcado. Poco a poco, en cada taller, desmontamos esta idea, y encontramos otras masculinidades”, argumenta.
“Es un trabajo en el que proponemos muchas experiencias, juegos, dinámicas, ejercicios... No es una charla unidireccional. Lo que hacemos es sentarnos en círculo y hablar, para pasar luego a hacer algo de movimiento del cuerpo. Después, a lo mejor, hacemos una propuesta de escritura o una reflexión en parejas”, explica Rius sobre las actividades del taller. “Son tres horas cada dos semanas y, un par de veces durante el curso, hacemos lo que llamamos una residencia el fin de semana. Nos vamos todos juntos a una casa de turismo rural o a una masía y hacemos un trabajo más profundo”, añade.
“No somos un gurú como en la serie”
De esta manera, Rius también refleja la realidad de estos cursos. “No es que seamos unos eruditos o una especie de gurú como en la serie Machos Alfa, donde el instructor (Santi Millán) hace como que sabe mucho y va a compartir con otros hombres las claves de la masculinidad alternativa. Esto para nosotros sigue siendo patriarcal”, sentencia.
“Que un hombre se ponga como ejemplo a los otros sería el mismo modelo al final. Lo que tratamos es de desmontar este modelo en los grupos y que sea algo un poquito más cocreado entre todos los participantes”, destaca.
La curiosidad como incentivo para apuntarse
Entre las 15 personas que están apuntadas este año al taller, se encuentra Martí Vallejo, de 32 años, que acudió por mera curiosidad tras la recomendación de un amigo.
“Antes, una parte de mí la tenía bloqueada. Con las mujeres me permitía más que apareciese esa parte. Ahora también me sale con los hombres y me puedo expresar transparentemente sin miedo a sentirme menos hombre”, expresa el alumno a Consumidor Global.
50 euros al mes
“Para mí, no es un cursillo, es más una cosa más vivencial, experiencial y se lo recomendaría a todo el mundo, no necesariamente a gente machista como tal”, afirma con contundencia Vallejo, que asegura también que no se ha sentido juzgado por acudir al taller, aunque confiesa que en algún momento le ha caído alguna burla. “Cuando lo hablas con profundidad, de alguna forma todo el mundo lo entiende”, defiende.
Sin embargo, Vallejo afianza que El Taller no es nada parecido al curso para “machirulos” que proyecta la serie de Netflix. “De hecho, lo banaliza mucho desde mi punto de vista. En esa serie, el grupo de masculinidad de esa serie lo pintan como un cursillo donde hay un gurú, y para nada es una clase así”, señala el participante que paga cada mes 50 euros para continuar el curso, además del dinero extra de las escapadas los fines de semana que no quiere detallar a este medio.
Acabar el curso no es dejar de ser machista
Tal y como informa Dani Rius, aquellos que acuden al taller son personas que ya han hecho un “clic” y están buscando a alguien que les acompañe a hacer ese proceso. Van desde jóvenes de 22 años hasta personas mayores de 79 años. Sin embargo, su fundador remarca que este curso es un trabajo que requiere tiempo. “No quiere decir que al acabarlo ya no tengas actitudes machistas. No repartimos diplomas ni pasaportes al acabarlo, porque es un trabajo de por vida”, explica.
“Tras la emisión de la serie, hemos recibido varios mails que nos dicen que quieren participar en talleres de masculinidad para trabajar la masculinidad tóxica, que es de lo que se habla en Netflix. Sin embargo, no ha crecido el número de alumnos ya que al ser humor es difícil que llegue realmente a motivar”, opina Rius. “Que vengan hombres al taller no significa que aparezcan más machistas, sino hombres que pueden reconocer esa parte. Sería utópico pensar que el machismo desaparece sin hacer un trabajo de revisión”, finaliza.