Definir el concepto drag queen es difícil, pero se puede estar de acuerdo en que es una disciplina con performance. Y la artista sería una persona que recurre al vestuario y al maquillaje para crear un personaje femenino. Pero no es un disfraz. Es un sentido, un modo de ser y de estar. Con todo, los espectáculos de drag queens (con vozarrones en directo, chistes y monólogos) se han vuelto más populares y cada vez hay más bares en España que se suben al carro para intentar atraer clientes. Algunos lo hacen desde el respeto y el interés genuino, y otros por pura moda.
Y es que, a pesar de las pelucas más o menos conseguidas, de los discursos ingeniosos, del brillo de las lentejuelas y de las horas de preparación, este boom e interés creciente no significa (o al menos no siempre) mejores condiciones laborales para las artistas ni una profesionalización de los shows. A veces, ni chicha ni limoná.
Luces y sombras de los shows de 'drag queens'
José es una de las personas que trabaja en Barbarela, un local de Valencia donde la cena, barra libre, café y show cuesta 30 euros. El nombre artístico de José es Ana Bo Weles, y cuenta que lleva 40 años en este mundo, aunque su especialidad es el cabaret. Reconoce que el auge del movimiento es positivo, porque da visibilidad, pero cree que también ha provocado que mucha gente se suba al carro sin currárselo. “Todo el mundo es transformista ahora, en cualquier bocatería aparece una persona travestida, hace un playback y se va”, comenta, con un punto de humor, pero sin ocultar la crítica.
Además, bajo su punto de vista, los clientes que acuden “cada vez quieren más cosas por menos precio”: el boom del drag ha motivado competitividad, y la competitividad, en cualquier boom, abre la puerta a las malas praxis, a dar gato por liebre o a bajar unos escalones en la tarima de la calidad. Según José, que algunos clientes consideren caro pagar 30 euros por cena y espectáculo es un error que perjudica a todo el sector. “Hay gente que aún no lo entiende, que sigue pensando que se trata de colocarse una falda, unas pestañas, unos tacones, y salir a hacer el payaso. Y no es así”, lamenta. Se define como una persona experimentada y cree que a veces hay que ofrecer “cosas un poco más trabajadas”.
Cartel de completo todos los sábados
“Nosotros llevamos haciendo shows desde noviembre de 2019”, expresa Hugo García, responsable de comunicación del grupo Moby Dick, que entre sus siete locales repartidos por Madrid cuenta con Lola 09, un establecimiento donde los sábados hay brunch y shows. “Colgamos el cartel de completo todos los sábados”, admite García, que reconoce que, desde que empezaron, el público ha cambiado y ahora es más heterogéneo. “El fenómeno drag ha traspasado ciertas fronteras, quizá era algo minoritario y ahora vienen más mujeres e incluso familias con niños”, relata.
Su público, estima, está entre los 25 y los 40 años, y también acuden muchos extranjeros. “Cuando lo pusimos en marcha, fuera de España había conceptos parecidos, pero nosotros fuimos los primeros que lo lanzamos en Madrid con brunch”, relata. García cree que el gran detonante ha sido RuPaul, el fenómeno televisivo que ha acercado el Olimpo drag a los mortales. “Se nota que esto no pierde fuelle, que a la gente le interesa muchísimo”, relata. Desde que empezaron hace casi tres años, en Lola 09 no han subido de precio: 25 euros. Con todo, García admite que hay artistas que se van reciclando, porque no se puede ofrecer siempre lo mismo. En ese proceso, algunas propuestas son más elementales y otras más irónicas, con un humor más trabajado, para engatusar a los ojos que ya han visto muchos.
El furor actual se moderará
En Madrid, el barrio que aglutina la mayor parte de locales de este tipo es Chueca. Chanel Anorex lleva seis años haciendo de drag queen, y cuenta a Consumidor Global que empezó en bares de esta zona, aunque ahora ha trascendido ese ámbito. “Lleva décadas en España, pero últimamente se ha vuelto más de moda, muchos locales apuestan más por nosotras y en parte es gracias a Drag Race, que en España tenía mucho tirón, y con la edición en España todavía más”, expresa.
Con todo, esta artista cree que, de aquí a un tiempo, la euforia se moderará y se verá quien sigue y quién no. “Ocurre siempre que algo se pone de moda, que todo el mundo lo quiere tener o probar, pero al cabo de unos años se filtrará quién sigue por moda y quién lo sigue porque forma parte de su vida”, apostilla. Además, resalta que no importa tanto que se vuelva mainstream, sino que se entienda de verdad. “Siempre hemos predicado la diversidad, y lo que nos interesa es que la gente comprenda lo que es, que sepa lo que invertimos, el esfuerzo que conlleva, y que disfruten tanto ellos como nosotros, porque somos animales de escenario”, argumenta.
Entre ‘brunch’ y concurso
En cambio, la artista Escándalo admite que el drag está de moda en muchos ámbitos, como en desfiles y televisión, pero también rebaja el soufflé. “Más o menos, las fiestas son las mismas que antes, no creo que los shows se hayan llevado a otros ambientes ni nada así. Lo que sí sucede es que reabren bares que hace 30 años tenían shows y cerraron”.
Esta artista actúa, por ejemplo, en Dagrada Familia, un evento que se define como “show drag en ambiente brunch en una terraza con vistas a la Sagrada Familia”. Por su parte, Chanel Anorex trabaja en Roar Party, un evento que se presenta como “la fiesta donde todo puede pasar”. También es la organizadora de un concurso, la gala Reina Drag, en la que se ofrecen premios económicos para nuevas drags y se facilitan contrataciones con locales. Es decir, que son ellas las que impulsan carreras y las que intentan tejer una industria menos precaria.
Algo más que copas
A nivel económico, Chanel cree que hay “luces y sombras”. Si bien deja claro que cada una se establece su propio caché en función del show y lo que ofrezca al público (“evidentemente no es lo mismo ponerte un vestido de Primark y una peluca que invertir mucho tiempo y dinero”), opina que hay locales y fiestas que valoran el trabajo y pagan bien; y otros que “se aprovechan de algunas personas que están empezando”.
En este sentido, dibuja el perfil de empresarios que simplemente “quieren llenar el bar” y por los bolos ofrecen “una miseria”. “Después de la pandemia, muchos locales vieron que tenían que ofrecer algo más que copas, y pensaron que traer una drag mantendría a la gente sentada”, expone. Bajo el punto de vista de Escándalo, las entradas no son más caras ahora: “Los locales cobran lo que tienen que cobrar, las que no cobramos bien somos nosotras”, arguye.
Más allá de los bares
“En general, creo que se ha encarecido salir de fiesta y eso repercute también en nosotras”, defiende Chanel. Pero, más allá de las posibles subidas y bajas en los locales, su objetivo es superar ese marco.
“Queremos salirnos del ámbito de la fiesta, y cada vez hay más cosas. Shows específicos en teatros, televisión, podcast… Estos espectáculos no son sólo para una discoteca y por la noche”, indica esta artista. Además, si se quiere hacer uno medianamente digno (“con técnicos de luces, de sonido...”), hay que estar dispuesto a invertir. Aunque la caja registradora no brille tanto.