La constelación de tiendas de segunda mano del madrileño barrio de Malasaña tiene una nueva estrella, y esta brilla con más fuerza porque sus objetivos son más justos: se trata de La Recuperadora, un establecimiento operado por la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria (AERESS). Con esta tienda, que no será solo una tienda, la entidad pretende dar más visibilidad a sus proyectos.
Está situada en el número 4 de la calle San Joaquín y vende ropa de segunda mano de mujer y de hombre, complementos, bisutería y calzado, pero también muebles vintage con los que poner una inyección de personalidad al salón de casa. Los precios son asequibles. Por ejemplo, unas Nike Blazer Low '77 blancas con el logo verde en buen estado rondan los 18 euros, y hay chaquetas vaqueras Levi’s imperecederas por unos 20 euros.
Compromiso con las personas y el planeta
Natalia Castellanos, responsable de proyectos de AERESS, ha explicado que el proyecto tiene “mucho trabajo detrás” y está comprometido con las personas y con el planeta, además de ser ambientalmente respetuoso. En AERESS son pioneros en economía circular, pero están conectados con el presente: la marca está alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y sostiene que su misión es asegurar y potenciar la generación de empleo entre colectivos desfavorecidos.
Eso significa que el consumidor que se lleve una camisa estará comprando mucho más que una camisa. No se trata, desde luego, de vestir valores como si fueran medallas, sino de ser consciente de qué se ha comprado y de lo que hay detrás. “Tus compras en La Recuperadora te diferencian y marcan la diferencia del consumo responsable. Cuando compras en La Recuperadora apoyas la economía social y circular”, señalan en su web, donde inciden en las consabidas 3 erres: reciclar, reducir y reutilizar.
21.000 toneladas de textil
Y es que, según las cifras de AERESS, en el año 2022 las 26 entidades que componen su red recogieron 21.000 toneladas de textil. Por cada 6.000 toneladas de textil gestionado pueden generar 78 puestos de trabajo.
Son cifras abultadas, pero hay otras escandalosas. Según recuerdan las paredes de La Recuperadora, cuando un consumidor compra unos pantalones vaqueros recuperados ahorra 8.000 litros de agua, el equivalente a unas 40 duchas de diez minutos.
Crecimiento y estilo de la segunda mano
La Recuperadora también nace en un contexto de oportunidad, con una segunda mano que ya no es algo envejecido o un descarte barato, sino una opción consistente que aporta cosas que las otras prendas no tienen. “La segunda mano ha crecido en los últimos años de forma muy fuerte”, ha explicado Castellanos.
Su popularidad ha aumentado no solo gracias al anhelo de combatir la moda rápida, sino a la voluntad de los jóvenes, que con estas prendas pueden imprimir personalidad a su estilo. En este sentido, La Recuperadora cree que la segunda mano trasciende tendencias, “es diferente, diversa, original, y marca estilo propio”.
Tratamiento de la ropa
El primer eslabón de la cadena lo componen las entidades que trabajan en torno a La Recuperadora, que se hacen con la materia prima que previamente se ha depositado en sus contenedores. Para ello, las asociaciones tejen vínculos de colaboración con los ayuntamientos. A continuación, se analiza qué se puede reutilizar: qué se destinará, previo acondicionamiento, a las tiendas, y a qué se le dará otro uso y podrá acabar convertido en hilaturas recicladas, trapo o borra.
La tarta de la recogida de textil en España se reparte entre unos pocos operadores. AERESS representa un 16 % del total, un porcentaje similar a la popularísima Humana, mientras que Cáritas/Moda Re- copa más del 46 %. Con la venta de las prendas en las tiendas, estas entidades obtienen recursos fundamentales para sostener su proyecto social.
Talleres de costura o reparación
En la tienda de San Joaquín hay distintos espacios, desde el denim hasta los muebles (flexos anchos que son pura fantasía retro, sillas de madera por unos 40 euros o mesas que se han escapado de Cuéntame) y está previsto que acojan talleres de costura o de reparación de muebles, de modo que el credo se expanda y sean los propios usuarios los que adquieran habilidades.
Una circularidad redonda, que celebra. Una circularidad de coser, cantar y recuperar.