Los consumidores españoles ya están acostumbrados a modelos de suscripción como Netflix o Spotify, en los que, por un determinado precio al mes, pueden disfrutar de todos los productos que ofrece la plataforma. Lo que quizá sorprenda a muchos es la manera en que este modelo de negocio se puede aplicar a otros sectores tradicionales, como el de los juguetes.
Kidalos es una plataforma digital basada en la economía circular que pretende “convertirse en referente” del alquiler de juguetes. Su propuesta es que los más pequeños puedan disfrutar de más juguetes sin comprarlos y acumularlos en casa, y que los padres puedan desprenderse de aquellos que sus hijos ya no utilizan. Todo ello, dicen, supone un ahorro de tiempo y dinero.
¿Cómo funciona?
Al entrar en Kidalos, los padres se suscriben a un plan de alquiler, que puede ser mensual o anual. Una vez registrados, pueden elegir, de un variado catálogo, dos juguetes que los niños pueden disfrutar una vez los reciban en casa durante el periodo de tiempo elegido. Cuando el plazo vence, esos juguetes son devueltos a la plataforma, que envía otros diferentes a la familia. Los padres solo tienen que seleccionar los juguetes desde su usuario y no perder la etiqueta con la que llega la caja que se les envía. “Esta se pone cuando termina el periodo de alquiler. Solo tienen que pegarla para que les entreguemos los nuevos juguetes”, expone Andrea Enríquez, cofundadora de la plataforma.
Tanto el proceso de envío como el de recogida están garantizados por el sitio web, que avisa a los padres para coordinar la recogida y la nueva entrega. La suscripción mensual ofrece dos posibilidades: recibir dos juguetes cada mes, lo que tiene un precio de 22,90 euros al mes; o recibir dos juguetes cada dos meses, lo que cuesta 12,90 euros mensuales. Si la familia prefiere una suscripción anual, puede pagar 18,50 euros cada mes por dos juguetes mensuales o 10,90 euros al mes por dos juguetes cada dos meses.
Juguetes “premium”
Los juguetes que se ofrecen en Kidalos son, describe Enríquez, “premium, con un valor elevado”: proceden de marcas de referencia o de artesanos locales. La cofundadora de este proyecto explica que “una educadora, un profesional experto, filtra los juguetes por edad y áreas de aprendizaje” para seleccionar el que más le convenga a cada niño.
Además, el precio incluye la limpieza y desinfección del juguete “con detergente natural y orgánico” y “un seguro de rotura, de modo que si el juguete se rompe está cubierto, entra en la garantía”, subraya Enríquez. “Formar parte de la comunidad de Kidalos supone un ahorro de entre un 60 y 70 %. El catálogo está valorado en más de 60 euros”, asegura.
Probar sin comprar y posibilidad de desprenderse
Kidalos “da acceso a las familias a probar muchos más juguetes mientras ahorra”, señala su cofundadora. La plataforma, además de permitir a los niños disfrutar de los juguetes sin tener que comprarlos, da la opción a las familias de desprenderse de los que no utilicen. “Los pequeños crecen muy rápido, y a la misma velocidad sus juguetes quedan obsoletos. Las familias pueden adaptar los juguetes a las nuevas etapas de desarrollo y desprenderse de los que ya tienen y no usan”, analiza Enríquez. “A la vez que las familias ahorran y los pequeños pueden probar los juguetes sin aburrirse, promovemos un consumo responsable. El sector del juego es muy estacional y muchas veces se hace un consumo inapropiado”, comenta.
Para desprenderse de ellos, los padres solo tienen que contactar con la plataforma, que, según Enríquez, es “una opción muy positiva para democratizar el acceso a los juguetes para familias que no tengan poder adquisitivo alto”. “Sus pequeños tienen las mismas necesidades que el resto”, defiende. Además, la cofundadora afirma que la Kidalos es flexible con sus mejores clientes, los niños: “Si algún juguete les ha encantado, las familias pueden comprarlo por un precio de venta inferior al del mercado, y estamos trabajando para incluir opciones más flexibles, como que devuelvan antes un juguete si no les ha gustado o al revés”.
Un concepto desconocido en España
“A nivel internacional hay algunas plataformas referentes en el mercado de juguetes sostenibles de alquiler, pero en España no, y nosotros queremos serlo”, afirma Enríquez, quien considera que están apostando por un modelo poco conocido en España. “Vimos que muchos sectores están trabajando bien con la economía circular y que al del juego le podía funcionar muy bien. Estamos apostando por llevar este sector hacia este modelo”, cuenta.
Por ello, dice, son conscientes de que tienen que “evangelizar sobre este modelo porque ahora no hay ningún referente en el sector”. A pesar de ello, insiste, “estamos convencidos de que este es el camino y de sus ventajas”. “Nuestro propósito es que los niños de mañana tengan las mismas oportunidades que los de hoy en día, y eso pasa por el consumo sostenible”, añade.
Acumulación de juguetes
Entre otras ventajas, desde Kidalo abogan por este modelo porque “las familias acumulan muchos juguetes”. Esta idea la comparten desde Gratix, una plataforma en la que los más de 100.000 usuarios pueden regalarse productos, también juguetes. Desde allí, José María García declara que “quizá el problema sea que, al vivir en una sociedad que hace muchos regalos a los niños, tal vez hay un exceso”. “Los niños no necesitan tantos juguetes como tienen, sino menos cosas pero de mayor calidad. Tenemos que aprender a reutilizar y reducir. Con los juguetes hay que aplicar la economía circular: es mejor tener menos juguetes de mayor calidad y poder darles una segunda vida”, apuesta el fundador de Gratix.
Por su parte, David Ayala, cofundador de la agencia de márketing Sock Data, sostiene que, si este concepto no hace mella en España, es por razones psicológicas. “Por una parte, los padres siempre piensan que, si les dan un juguete de segunda mano o de alquiler a los niños, este puede tener bacterias o suponer un problema de salud. A su vez, si pensamos en la psicología de los niños, cuando les damos un juguete y luego se lo quitamos va a querer aferrarse a él con más fuerza”, valora el experto en creatividad y ventas. Por ello, Ayala opta por “concienciar a los padres de que no hay ninguna diferencia entre un juguete y cualquier otro producto de alquiler y que estos deben de cumplir siempre unos estándares de calidad”.