Para ser seguros, los juguetes para niños deben cumplir una serie de estándares. Por ejemplo, deben tener un etiquetado claro y legible que indique la edad recomendada, los posibles riesgos asociados, las advertencias de seguridad y las instrucciones de uso adecuadas. Además, no deben presentar bordes afilados o puntiagudos que puedan causar cortes, ni tampoco contener sustancias tóxicas.
No obstante, en décadas pasadas, todos estos requisitos de seguridad no existían. En 1950, la AC Gilbert Company, en Estados Unidos, lanzó el Gilbert U-238 Atomic Energy Lab o Laboratorio de Energía Atómica de Gilbert, que está considerado uno de los juguetes más peligrosos de la historia porque contenía componentes radioactivos.
Curiosidad por la ciencia
En estos momentos, la energía atómica se veía como una solución a los problemas energéticos de la humanidad. Con este laboratorio de juguete, los fabricantes pretendían despertar en los niños la curiosidad por la ciencia.
Era muy caro, así que no eran muchas las familias que podían permitírselo. Los que sí lo tuvieron en sus manos pudieron comprobar cómo funcionaban algunos componentes químicos.
Pocas unidades vendidas
Los expertos calculan que se vendieron menos de 5.000 unidades durante los dos años en los que se fabricó el producto. Pasado ese tiempo, los fabricantes se dieron cuenta de que manipular uranio podía ser peligrosos, así que se retiró de las tiendas. Hoy en día, algunos de estos juegos se venden en casas de subastas por varios miles de dólares.
The Gilbert Company atravesó una crisis tras la muerte de su fundador, en 1961, y cerró en 1967. Sus marcas comerciales y líneas de juguetes se vendieron a otras empresas