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Jamón vegetal a 30 euros el kilo: el sinsentido de ser vegano y querer comer como un carnívoro

Las 'carnicerías vegetales' han llegado a España para ofrecer queso, embutidos y carnes sin productos animales más caras y con nulo aporte nutritivo

Ricard Peña

Escaparate de productos veganos en Vegans Badalona / CG

Detrás de la vitrina se pueden encontrar pinchos morunos, albóndigas, milanesas y brochetas de todo tipo. A un lado, morcilla, chorizo, salchichón y algunos quesos. Estos productos son algunos de los que se pueden encontrar en Vegans Badalona, un pequeño puesto en medio del mercado central de esta ciudad. Es una tienda con tres años de rodaje y una apuesta arriesgada, a la que ahora también se ha sumado Compasión, otro local similar abierto en abril en el barrio de Malasaña en Madrid. 

Estos negocios han movido tanto a aficionados como detractores con dudas sobre la calidad de los alimentos, su ética e incluso su nombre de carnicería vegetal. Algo que mucha gente ha considerado una contradicción en toda regla, incluso desde dentro del colectivo vegano. Una de las principales incertidumbres que generan es la calidad de estos comestibles, muchos de ellos congelados o ultraprocesados, aunque en ambas carnicerías, los top ventas son recetas caseras hechas al momento en el mismo establecimiento. 

Alimentos procesados sin aporte nutritivo

En Compasión son conscientes de que sus productos no son de consumo diario, sino que se convierten en un pequeño placer para comidas puntuales o una forma de desentenderse de la cocina, algo complicado si se practica una dieta vegetariana. Más allá de los preparados caseros, parece que la gran mayoría de los productos congelados que se venden junto a ellos en estos establecimientos no son un ejemplo de una dieta saludable. “Estos productos suelen ser alimentos procesados que no sería aconsejable que desplazaran el consumo de las materias primas que nos permitan llevar una alimentación saludable y completa”, advierte Patricia Ortega, nutricionista vegana y divulgadora. 

Y es que al final del día, estos productos tampoco aportarán nada más allá de su sabor. Ortega explica que en una alimentación vegetariana o vegana bien planificada, el único nutriente que puede faltar es la vitamina B12 y por eso se recomienda suplementar con pastillas. Pero como tal, sin estos alimentos, estas dietas tendrían que aportar todos los nutrientes necesarios. Por tanto, al final son alimentos caros y sin un aporte especial de beneficios. Su única baza, el sabor, es algo que cada consumidor debe decidir por su cuenta si le merece la pena.

El precio, un obstáculo 

El precio tampoco es un atractivo en este tipo de dieta. La mayoría de estos alimentos superan los costes estándares de aquellos a los que pretenden imitar. Desde Vegans Barcelona, David Caparrós, propietario del local, comenta que es un tema complicado, pero que al ser productos fabricados en pequeñas cantidades y para un público muy concreto, es difícil conseguir un equilibrio entre su coste y la búsqueda de beneficios. “Son más caros porque se producen poco, si hubiera más demanda los precios se ajustarían”, indica Silvia Romero nutricionista especializada en dieta vegana en Barcelona. Por ello, el precio es un obstáculo para que los consumidores  asuman esta dieta como un sustituto habitual de los productos animales. 

Las comparativas no dejan en buen lugar a las versiones veganas de estos ingredientes. Un jamón de calidad media se sitúa entre los ocho y los 15 euros, mientras que su equivalente vegetal alcanza los 30 euros. Una mozzarella de verdadera leche de búfala y con denominación de origen, cuesta alrededor de 11 euros el kilo. Su copia vegana, procesada y con diferentes combinaciones de grasas y vegetales, llega a los 14. Y así con prácticamente la totalidad de las ofertas que estas tiendas pueden acercar a los consumidores. 

¿Quién necesita carne vegetal? 

La comercialización de carnes o sustitutos vegetales ha sido un dolor de cabeza tanto para la industria cárnica como para los sectores vegetarianos. En octubre, el lobby de la carne llevó al Parlamento Europeo una moción para intentar que estas copias veganizadas de las hamburguesas o los escalopes no pudieran venderse bajo estos nombres. El organismo comunitario rechazó esta propuesta, pero en los últimos meses se han promovido nuevas iniciativas similiares.

En el trasfondo del debate sobrevuela una pregunta: ¿Por qué vegetarianos y veganos se empeñan en imitar el sabor y la textura de estos platos de origen animal? “Depende de cada persona y de cómo viva su veganismo. Creo que no hay que alejarse de estos sabores. La mayoría de veganos han dejado de comer animales por ética, no porque no les guste el sabor de la carne. Si pueden seguir disfrutando del sabor sin maltrato animal ¿por qué no hacerlo?”, concluye Romero.