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Holiday Gym, el gimnasio en el que es más difícil darse de baja que hacer dominadas
Antiguos clientes señalan que, después de dos años, la empresa les debe dinero por cierres de la pandemia que no se han compensado
Hacer ejercicio suele ser una actividad satisfactoria y recomendable, pero a veces entraña complicaciones. Y no porque la práctica continuada del deporte de élite pueda derivar en lesiones, ni por el sacrificio, el sudor y el madrugar; sino porque ponerse en forma es un negocio. Holiday Gym es una empresa que presume de llevar 35 años como líder del fitness, con gimnasios en Madrid, Alicante, Zaragoza e Ibiza. A pesar de su dilatada experiencia, algunos de sus antiguos usuarios indican que conseguir hablar con atención al cliente es más duro que una sesión de sentadillas, y que darse de baja es una odisea para la que hay que estar bien ejercitado.
“Si la vida te da palos, haz press banca”, se dice entre los incondicionales del ejercicio físico. Pero no siempre se puede reaccionar con más tesón y esfuerzo. En el caso de Holiday Gym, parecen estar, precisamente, de vacaciones a la hora de resolver problemas.
Horario reducido para darse de baja
Iván Laguardia relata a este medio las dificultades que tuvo para darse de baja de Holiday Gym. “Era un horario muy reducido, con muy pocas horas, y en mi caso tenía que pedir salida en el trabajo para llegar”, señala. Además, “tenía que ser la directora del centro la que te lo tramitara, no podía hacerlo nadie más”.
Clara Miguel también tuvo que bregar con esta compleja política de bajas. “Solo puedes darte de baja presencialmente en el gimnasio durante 3 días al mes y cuando acudes, no siempre está el encargado, no pueden atenderte en ese momento... No permiten tramitar la baja por email o por teléfono, solo de manera presencial. Tampoco se puede autorizar a alguien que vaya en tu nombre, y solo se puede hacer antes del día 5 del mes anterior, así que, si descontamos fines de semana y demás, es misión imposible”, argumenta.
Holiday Gym no admite domiciliación bancaria
Para Miguel, las cosas empezaron a torcerse en su gimnasio de Collado Villalba (Madrid) al tercer mes de entrenar allí. “Cuando nos apuntamos, nos dijeron que si pagábamos tres meses por adelantado nos harían una oferta especial. Nuestra sorpresa al darnos de baja fue que, a partir del tercer mes, la renovación se hacía de forma automática por periodos de 3 meses, en lugar de mensualmente. Es algo que preguntamos de forma específica a la hora de tramitar el alta porque no quedaba claro en el contrato, no se decía de manera directa”, detalla Miguel.
Es decir, un laberinto para retener a los clientes en contra de su voluntad. “Y esto a pesar de que tú has solicitado la baja. Para colmo, para el alta te piden una tarjeta de crédito, en vez de domiciliar el pago en una cuenta, porque así no se puede devolver el recibo”, cuenta Clara Miguel. La relación de Holiday Gym con el dinero es un tanto conflictiva, ya que no puede presumir de músculo financiero. Según el medio 2PlayBook, que se define como “la plataforma de negocios para la industria del deporte”, Holiday Gym figura en la lista de morosos de Hacienda. Debe al fisco más de un millón de euros.
“Actúan de mala fe”
A Laguardia también le chocó esta modalidad de pago, y tuvo que tomar decisiones drásticas cuando quiso cortar con Holiday Gym. “Habiéndome dado de baja, tuve que anular la tarjeta por la que me pasaban la mensualidad, ya que no admitían ni efectivo ni domiciliación bancaria. Además, aún anulada la tarjeta, desde el banco me notificaron que intentaban hacer el cargo, aunque fue solo una vez”, detalla.
En cambio, a Miguel le caducó su tarjeta, y al cambiar de numeración la empresa no pudo seguir cobrando. “El simple hecho de que te obliguen a asignar la cuota a la tarjeta de crédito en lugar de a un número de cuenta ya indica que actúan de mala fe”, considera esta antigua usuaria.
Mala atención al cliente
En Twitter hay testimonios en esa línea. Por ejemplo, hay quien se queja de que lleva “6 meses intentando solicitar la devolución de una cuota no usada”. Rosa M. escribió un hilo en el que reflejaba las deficiencias en la atención al cliente. “En la pandemia estuvisteis unos meses cerrados y los meses de los usuarios siguieron corriendo. Yo no quise reclamar mi dinero en solidaridad con el negocio, hubo gente que sí lo hizo. Pero tampoco era tarea fácil. Sois como un fantasma a la hora de reclamaros nada”, escribió, citando a la empresa. Un fantasma etéreo, pero tenaz.
Hay otros usuarios más desesperados que lanzan sus críticas a Holiday Gym como si fuera un balón medicinal. Es el caso de Blanca Collado, que les llamó ladrones. “Llevo dada de baja de vuestro gimnasio meses y os he mandado mil emails y ahora me cobráis 150 euros de vuestro centro en Las Rozas cuando ni estoy inscrita. ¡Devolvedme el dinero!”, clamó en la red social.
“Se han quedado con mi dinero por la cara”
¿Lo que no te mata te hace más fuerte? Depende. A Guillermo Romero tampoco le han devuelto su dinero después de dos años. Este antiguo cliente acudía a un gimnasio de la empresa ubicado en el centro de Madrid, donde abonó el importe de la suscripción anual. Cuando llegó la pandemia, Romero estuvo 3 meses sin poder acudir al centro. “Todavía no han devuelto nada. Intercambié con ellos muchos mensajes vía web y a algún correo al que recibí contestación, en el que decían simplemente que mi reclamación estaba en el departamento pertinente”, indica.
La única solución que le han propuesto es ofrecerle más tiempo en el gimnasio, pero a Romero no le interesa “lo más mínimo”. En total, afirma que Holiday Gym le debe 100 euros. “No me saca de pobre, pero ya es una cuestión de orgullo. Se han quedado con mi dinero por la cara”, cuenta. Incluso, al estilo Leo Messi, Romero probó a enviar un burofax, pero tampoco recibió contestación. “Estoy en contacto con abogados para tomar nuevas medidas”, reconoce.
Sin respuesta desde la empresa
Enrique Leal vio cómo cerraron su gimnasio sin avisar. En este caso no fue por culpa de la pandemia, sino porque se realizaban unas reformas en el edificio. Por desgracia, él ya había renovado la cuota anual. “Si me llego a enterar de que cierran no renuevo. Lo peor es que después de pasarme por otros gimnasios para reclamar, llamar y escribir han pasado totalmente. Es una vergüenza”, detalla, con cierta resignación.
Este medio ha intentado ponerse en contacto con Holiday Gym para conocer su punto de vista sobre estas incidencias. No obstante, al término de este reportaje no hemos obtenido respuesta.
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