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La guerra de los potitos: Hero y Nestlé tiemblan ante la irrupción de Smileat

La alimentación infantil se renueva, ahora los purés son sin azúcares, sin conservantes, ni tampoco sal

Núria Messeguer

Un bebé que come potitos / PIXABAY

La alimentación infantil no podía estar más reñida. Tras años de monotonía, parece que la innovación ha llegado al sector de las papillas. Smileat, una startup española que ha crecido un 200 % durante este año de pandemia, acaba de cerrar una ronda de financiación de 1,8 millones. ¿Su secreto? “Cocinar como lo harían nuestras abuelas, con productos de calidad, proximidad, sin aditivos, azúcares, conservantes, ni sal”, señala Alberto Jiménez, uno de los socios fundadores de la empresa

En el mercado de la alimentación infantil Hero domina con un 40 % de cuota, Nestlé tiene un 25% y Smileat se defiende con un 16 %. Pero las dos multinacionales, al ver peligrar su nicho de mercado, también han lanzado líneas de alimentación ecológica. No obstante, Smileat no tiene miedo y desde la empresa señalan que, “más que una competencia” lo ven como un halago, de que están “haciendo bien las cosas”. 

¿Son necesarias las papillas ecológicas?

“Con certificado ecológico o sin él, no superan a la comida casera”, señala Roi Piñeiro, pediatra en la asociación Salud Sin Bulos. Aunque, este especialista también afirma que “para los padres que se sintieran culpables por no preparar purés en casa, podrían buscar una expiación o un alivio en un producto ecológico”. A juicio de Cristina Tenorio, directora del departamento de márketing de Smilet, la diferencia va más allá de la redención paternal. “Todos nuestros consumidores repiten, hay madres que nos cuentan que sus hijos prefieren nuestros purés que los que cocinan ellas”.  Y bromea: “La selección de productos que hacemos cumple unos estándares de muy alta calidad. Ni yo los tengo en la nevera”. 

De muchos sabores y combinaciones, los productos de Smilet “tienen el color de lo que llevan” y rehúyen de los conservantes gracias al antiguo, pero eficiente método del baño maría. “Lo hervimos al baño maría y luego lo envasamos al vacío, de esta manera pueden aguantar hasta 2 dos años y no hace falta que estén en un frigorífico”. En la etiqueta enumeran todo lo que el puré contiene, una lista de verduras, carnes o pescado siempre de proximidad.  “Tardamos dos años en encontrar una fábrica, porque queríamos que los ingredientes estuvieran cerca y que se nos respetara nuestro método, para ser lo más sostenibles posible”, defiende Tenorio. 

Uno de los purés de Smilet / SMILET

¿Dónde se vende? 

Smileat está presente en los lineales de El Corte Inglés, Alcampo, Carrefour, Día, Eroski y Consum, entre otros. Incluso han estado en los de Lidl.  “Hemos hecho un período de prueba en Lidl, ahora cabrá esperar a ver si quieren continuar”, apunta Tenorio a Consumidor Global.  Entrar en las grandes cadenas de alimentación es su prioridad, aunque Smilet también se sustenta con su e-commerce.

“Los dos directores de la empresa --Alberto Jiménez y Javier Quintana-- tienen un perfil muy técnico, uno trabajaba en Microsoft y el otro es ingeniero. Por eso, desde un principio, se dio mucha importancia a la creación de una página web y un servicio online”, dice Tenorio. Según él, antes de la pandemia ya vendían pedidos a través de e-commerce y con el confinamiento no les “pilló por sorpresa como a muchas empresas, ya tenían este servicio “cogido por la manga”. Pero pese a la importancia que le dan a la venta online, su  “mayor volumen de venta es en el supermercado”, señala Jiménez. Aun así, “las ventas del canal digital presentan más beneficios”. 

Lo ecológico es “un 20 % más caro”

En el supermercado lo ecológico es más caro. Los ingredientes de calidad, proximidad y de agricultura sostenible tienen un coste mucho más elevado que el que tienen los que no ostentan esta calificación. “Calculamos que los productos ecológicos cuestan un 20 % más”, confirma Jiménez, fundador de la empresa. 

No obstante, esta característica no les ha hecho perder clientes, sino reivindicar aún más la marca. “Hicimos una encuesta después de la pandemia para conocer qué valoraban de nuestros productos y qué no. Pensamos que el precio sería uno de los puntos a tratar, pero era como la cuarta preocupación de nuestros consumidores”, reitera Tenorio. Según Jiménez y Tenorio, sus usuarios están concienciados con este tipo de dieta, por lo que el precio no les incomoda. Una crema de verduras de Smilet cuesta 2,29 euros, mientras que la Nestlé ecológica ronda los 1,90 euros y la de Hero, 1,82 euros. “Es difícil competir contra los precios de las grandes empresas. Ahora también lo hacen ecológico y aun así más barato, pero nos queremos diferenciar siempre con nuestra calidad”, defiende la responsable de márketing. Otro apunte que explica es que los consumidores concienciados no suelen “comprar líneas ecológicas de marcas que tienen también líneas tradicionales en venta”, un factor que sin duda juega a su favor. 

¿Potitos sí o potitos no? 

A juicio de Piñeiro se debería de dejar de demonizar los potitos. “Cumplen con la legislación más exigente, por lo que aportan los valores nutricionales que precisan los bebés, y contienen las cantidades justas de sal, azúcar y proteínas”. 

El pediatra insiste en que los padres “buscan normas, consejos, tablas, números exactos, gramos, en algo tan antiguo y placentero como es la comida. Los niños no son robots y  no existe un número máximo ni mínimo de potitos recomendados a la semana”. Así, Piñeiro recomienda siempre que se pueda comida casera “para que se acostumbren a los sabores naturales” y los potitos “para cuando no se pueda, que no es un crimen, ni una competición de a ver qué familia nutre mejor a su hijo”.