“Bienvenido al infierno” exclama un trabajador de Vivotecnia, un laboratorio de Madrid, a un perro Beagle mientras lo lanza en una caja para pesarlo. Éste es uno de los miles de fotogramas que componen el grotesco cortometraje filtrado por la organización británica Cruelty Free International, que se hizo viral en pocas horas y que dio visibilidad a cómo algunos laboratorios experimentan con seres vivos.
Esta práctica no está permitida en las firmas cosméticas. El testeo con animales para estas compañías está prohibido desde 2013. Sin embargo, algunas asociaciones tachan esta regulación de laxa. “No testan con animales productos finales, pero sí ciertos componentes de la cosmética”, advierte Sandra Vega, jurista de la Fundación Animalista para el Asesoramiento y Acción en Defensa de los Animales (Faada). Sin embargo, una mayor concienciación social ha derivado en nuevas marcas cruelty free, cuyos negocios están en plena ebullición y, por ello, varios de sus productos se han convertido en superventas.
Los salvoconductos que usan algunas empresas
“El cosmético testado en animales o con ingredientes testados en ellos no se puede vender en el mercado europeo. Es un no rotundo”, explica una fuente de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa) quien se remite al Reglamento (CE) Nº 1223/2009 del Parlamento Europeo y del Consejo del 30 de noviembre de 2009. Esta normativa, aprobada en 2013, aparte de penalizar la realización de ensayos, también veta la formulación probada sobre seres vivos y, además, prohíbe la introducción en el mercado europeo de productos cosméticos cuya formulación se haya testado con animales, así como la venta de cosméticos con ingredientes que hayan sido objeto de estas prácticas.
Aunque hay algunos salvoconductos que usan las empresas, como es el reglamento Reach. “Éste, como última instancia, aprueba la experimentación con animales para comprobar los niveles de toxicidad de una sustancia química”, señala Vega, la jurista de Faada, quien reconoce que “es ahí donde la legislación europea presenta algunos fallos” y donde se acogen determinadas firmas.
El auge de las alternativas 'cruelty free'
“Entre la población hay mucho consenso sobre utilizar fórmulas cosméticas que rehúyan del maltrato animal, una unanimidad que, por ejemplo, en el tema de los medicamentos no existe”, explica Vega de la asociación Faada. Con este creciente interés, son muchas las empresas que se han sumado al etiquetado cruelty free . Es el caso de Shiseido, que desde el 2013 “ha puesto en práctica sistemas de seguridad alternativos que no comportan pruebas en seres vivos”, explica Marta Díaz, directora de comunicación de la marca. Y L’Oreal también ha dado pasos importantes en este sentido como no probar productos terminados en animales y hacerse con la marca americana NYX Cosmetics, que es una insignia del movimiento cruelty free.
Y mientras las empresas tradicionales innovan, en el mercado también aparecen nuevas firmas que llegan para revolucionarlo. Coconat y Freshly Cosmetics son dos empresas españolas que han irrumpido con fuerza en las redes sociales y se han posicionado como referentes para la población más joven. “El futuro de la cosmética es la creación de productos que no dañen ni la salud, ni a los animales, ni al planeta”, insiste Sandra López, de Coconat. Y su mensaje ha calado tanto y tan bien que esta joven empresa logró cerrar un año pandémico como el 2020 con 32 millones de euros de facturación, es decir, un 800 % más. Pero no es la única. Freshly Cosmetics, fundada por tres jóvenes ingenieros que decidieron crear una gama de cosméticos libres de tóxicos, producidos con ingredientes activos naturales y no testados con animales han cerrado el último ejercicio con 30 millones de ingresos y cerca de 845.000 pedidos. Además, la empresa está en plena expansión internacional, tal y como asegura a este medio Salva Marsal, del departamento de comunicación. En la actualidad, y está presente en países como Portugal, Italia, Francia y Bélgica.
Cuidado con algunos reclamos
El creciente interés por utilizar productos éticos y naturales ha hecho que muchas empresas utilicen estos reclamos para atraer un mayor número de consumidores. Y una de las fórmulas para conseguirlo es recurrir a la etiqueta “vegana”. Pero la jurista Vega advierte de que “no es lo mismo cruelty free que vegano”. De hecho, este último término se refiere a ningún producto de la fórmula es de origen animal,“pero no da garantías en cuanto al testeo con seres vivos”,añade Vega.
De la misma manera, otro dato que debe llamar la atención del consumidor es si y la empresa vende en el mercado asiático. “Las cosméticas que tienen presencia en Asia estaban obligadas, hasta el 2015, a demostrar que sus cosméticos eran inofensivos con la aplicación de sus productos en animales”, explica Vega, quien insiste en que “todavía persiste esta práctica” a día de hoy. Por eso, y tal como señala la jurista, “cualquier marca en Europa que asegure ser cruelty free, pierde esa categoría al venderse en el mercado chino”, alejándose así de unas prácticas más éticas y responsables.