Existen muchas circunstancias que pueden cambiar la calidad de vida en una casa, como la orientación, la luz solar o el tipo de suelo sobre el que se edifique. Ahora, la geobiología también se aplica al hogar, definida como el estudio de los factores que pueden afectar a la vida sobre la Tierra, con el foco en las supuestas radiaciones que provienen de los aparatos electrónicos.
De hecho, existen varios estudios especializados que ofrecen realizar un análisis del terreno sobre el que se va a construir una vivienda. El presupuesto de algunos estudios de arquitectura se mueve en una horquilla que va desde los 400 euros hasta los 800 euros, según el tamaño del espacio sobre el que se edificará. No obstante, muchos especialistas no dan una cifra exacta de sus servicios antes de contratar el servicio. Y la teoría que defienden es que algunas cavidades, galerías o aguas subterráneas facilitan que las radiaciones o elementos nocivos del subsuelo, como el radón, afecten a la vida de los usuarios. Por tanto, buscan en qué puntos del hogar se pueden detectar estas señales y, así, construir o amueblar la casa en base a esa información.
Un método cuestionable
Una de las primeras dudas que surgen con la geobiología tiene que ver con el proceso para detectar las señales radiológicas. Se conoce como radiestesia y es un sistema que funciona con dos varillas de cobre que se mueven según los diferentes tipos de radiación. Aunque también existen dispositivos tecnológicos que en teoría hacen lo mismo, pero suelen usarse como complemento.
“La gente lleva buscando agua y minerales durante toda la vida con este método”, señala José Miguel Rodríguez, director del Instituto para la Salud Geoambiental en España. Además, según Rodríguez, este sistema no es comprobable de forma científica. “Es un sentimiento más que un hecho”, subraya.
Las líneas Hartmann
Otra de las bases teóricas que sustentan la geobiología y el uso de radiestesia son las líneas de Hartmann, un modelo de campo magnético propuesto en los años 40 que asegura que el planeta está rodeado por varias “líneas magnéticas” con 2,5 metros de espacio entre ellas. Según la geobiología, los cruces de estas líneas provocan ciertos efectos en los humanos como depresión, insomnio o dolores crónicos.
Ante la escasez de investigaciones científicas, Rodríguez insiste en que si una persona enferma suele ser por múltiples motivos, no sólo por los efectos magnéticos. Y sobre estos estudios que cobran por equilibrar la casa, asegura que “si tu conciencia te dice que quieres vivir con unos niveles electromagnéticos controlados, pues actúas en consecuencia, y nada más”.
Otras críticas a la geobiología en el hogar
“Me parece un poco extraño que los científicos no seamos capaces de detectar un magnetismo en la Tierra que, además, se supone que daña nuestra salud, pero un señor con dos palos sí pueda hacerlo”, confiesa muy crítico a Consumidor Global Alberto Nájera, profesor de física médica en la facultad de Medicina de Albacete.
Para este doctor, la geobiología es una “patraña del marketing”, ya que no existe evidencia de los efectos que supuestamente tienen las radiaciones sobre la salud. “Suena mejor biogeólogo que zahorí, pero, visto lo visto, acaban siendo lo mismo”, sentencia este experto.
Un negocio para algunos
Carles Surià es ingeniero de caminos, pero descubrió su verdadera vocación en la geología. Los servicios que ofrece desde su estudio en Vilanova i la Geltrú (Barcelona) son análisis de las radiaciones subterráneas y de las sustancias peligrosas en las viviendas. "Los factores externos que afectan a nuestra salud cada vez preocupan más. En este contexto, la OMS actualizó las directrices mundiales sobre la calidad del aire con el objetivo de evitar millones de muertes debidas a la contaminación del aire. Centrándonos en la geobiología, las radiaciones de origen natural, especialmente en los espacios donde pasamos más tiempo, son un factor más que influyen en la salud y el bienestar de las personas". El aparato que usa Surià cuesta 12.000 euros.
“Si se detecta alguna localización donde la radiación ionizante gamma es un 50 % superior, por ejemplo, por la presencia de una fisura justo debajo en el terreno u otras cusas, la metodología propone no situar allí espacios de alta permanencia, como, por ejemplo, la cama de un dormitorio. Los efectos nocivos de la radioactividad están totalmente contrastados por la ciencia", añade Surià. Sin embargo, otros especialistas como Raúl Pérez, geólogo del Instituto Español de Minería y Geología, insisten en que "el agua transporta la radioactividad, no la emite". Además, Pérez no entiende de dónde sale un dispositivo con ese precio cuando los controladores de partículas alfa más punteros en España rondan los 7.000 euros. “Al hablar de la salud es importante presentar una investigación seria, médica y clínica. Se tiene que demostrar una hipótesis para tener algo de valor, pero en los sistemas que venden algunas personas no veo nada de eso”, sentencia.