Gazpacho y tortilla de patatas del súper: ¿Cuánto han subido los platos más populares?

No hay nada que represente mejor a un desayuno español que un pincho de tortilla. Y cuando hay que elegir una sopa fría para tomar en cualquier momento del día, el gazpacho es la clara favorita. Dos recetas tradicionales de nuestro país que no pasan desapercibidas para los supermercados. Primeras firmas y marcas blancas ofrecen una amplia variedad de ambos productos en su versión precocinada. 

Ahora bien, lo que tampoco pasa inadvertido es el precio del aceite. Peor aún si es aceite de oliva virgen extra (AOVE), que supera los 10 euros el litro en algunos casos. En general, todas las categorías están al alza y si hay algo que tengan en común una tortilla de patatas y un gazpacho es, precisamente, que dependen en buena parte del oro líquido. Bien sean subidas más agresivas o más sutiles, de lo que no hay duda es que el consumidor paga más en 2023 por una tortilla de patatas o un gazpacho precocinado.

El caso del gazpacho 

La sopa fría más popular de España difiere en su escalada de precios en función de las marcas. Es importante hacer una distinción entre las primeras marcas y las blancas. Hacendado (Mercadona) prácticamente mantiene el precio de su gazpacho desde 2020. En aquel entonces se vendía en los lineales por 2,5 euros. Una cifra que se mantuvo hasta 2022 siendo 2,75 euros el coste actual.

Un fenómeno que no se repite en García Millán, Realfooding (Carlos Ríos) o Santa Teresa. La primera de ellas ha pasado de costar 2,65 (2021) a 3,50 euros en la actualidad. La marca del influencer Carlos Ríos ha subido 1,44 euros respecto a principios de 2022. Por último, el gazpacho de Santa Teresa se vende actualmente por 4,89 euros. Una cifra lejana a los 3,5 euros que costaba en 2020. 

El caso de la tortilla de patatas 

La subida de precios en la tortilla de patatas es más notable que en el gazpacho. La de Mercadona ha pasado a costar 2,60 euros frente a los 1,80 euros de 2021. La subida de la marca Dia ha sido más agresiva. En 2022, la tortilla costaba 1,49 euros. En 2023, los consumidores pagan 2,59 euros.

En el terreno de las primeras marcas, el incremento de precios ha sido aún más notorio. Fuentetaja vende la suya por más de tres euros mientras que en 2020 se quedó en 2,59 euros. La Cocina de Senén, una de las más valoradas en tortillas de patatas, también ha subido sus precios. 5,25 euros es lo que cuesta en 2023. 4,90 euros era lo que valía en 2020. 

¿Por qué han subido sus precios?

En general, la subida de precios en los productos precocinados está siendo más contenida que en los alimentos en crudo. "El hecho de invertir tu tiempo y hacer una tortilla de patatas, quizás en muchos hogares no compensa", argumenta a este medio Francisco Torreblanca, consultor y profesor de estrategia e innovación. "Yo creo que la tendencia es a ir introduciendo más en casa el precocinado, aunque cueste y vaya contra nuestra cultura", zanja. 

Evidentemente son muchos los factores que entran en juego cuando hay que detallar por qué han subido los precios. Entre todos ellos, el incremento del aceite es innegable. En el caso de la tortilla, además, hay que sumar productos como los huevos o las patatas. En esta vorágine de subidas, existe un detalle con el que las marcas ganan margen de juego. No en todos los productos viene etiquetado el porcentaje de aceite que contienen. "Al no mostrar la cantidad exacta del aceite, tienen más cancha para jugar", explica el experto. 

Mezcla de aceites, clave para mantener los precios

Mezclar aceites resulta clave para el precio de los precocinados como la tortilla de patatas. Así lo detalla Torreblanca. De hecho, basta con echar un vistazo a los etiquetados de las marcas recogidas en este artículo para comprobar este juego con el oro líquido. En este caso, ninguna de las marcas recogidas elabora la tortilla exclusivamente con AOVE. Casi todas recurren a categorías como el virgen o el oliva a secas, incluso al aceite de girasol. 

En el caso del gazpacho sí que es cierto que no existen mezclas. Todas las marcas elaboran la sopa fría con AOVE. Sin embargo, no en todas se puede constatar cuánto oro líquido contienen. Es el caso, por ejemplo, de Realfooding. Hacendado, en cambio, afirma que introduce un 7% de AOVE en su gazpacho. Una cifra que supera con creces al 4% de García Millán y al 3% de Santa Teresa. 

Una estrategia de camuflaje 

Este juego por parte de las marcas es lo que se conoce en marketing como shrinkflation, tal y como detalla Torreblanca. "Se trata de camuflar dentro de la partida de ingredientes algunos datos en cantidad o calidad para intentar mantener el precio del producto sin que se cree una alarma social para el consumidor", matiza. 

El aceite de oliva está en plena "subida libre". Así lo explica Torreblanca. Teniendo en cuenta este contexto económico, lo cierto es que no es tan fácil hacer una predicción de cuánto seguirán subiendo los alimentos que dependan de él. Torreblanca espera que el tope del AOVE se quedé en unos 12 euros el litro. Un dato que ya supondría una situación "dramática".