“A algunos hombres los disfraces no los disfrazan, sino que los revelan. Cada uno se disfraza de aquello que es por dentro”. Lo escribió el escritor británico G.K Chesterton sobre el hecho, aparentemente banal y festivo, de disfrazarse. Sea como fuere, ahora, tras dos años de restricciones, las tiendas de disfraces celebran el renacer de los Carnavales y las ganas que tiene la gente de diversión y fiesta.
Ponerse un atuendo diferente es atrayente. Estar en otra piel, bailar con otras costuras y ser, en definitiva, otra persona durante unas horas. Pero ¿cuáles son los disfraces más populares? ¿Alguna tendencia de consumo llamativa? ¿Vuelven los negocios de disfraces a renacer?
Cada vez hay más disfraces unisex
En la castiza calle Toledo de Madrid se ubica Disfraces Paco, un establecimiento especializado en máscaras de Carnaval. Las hay de muñeco diabólico, de payaso o de burro, y son verdaderamente realistas. Uno de sus responsables cuenta a este medio que están hechas en México, pero que este año no se están vendiendo tantas por la influencia de la mascarilla. No obstante, las ventas, en general, comienzan a reflotar. En cuanto al gasto, nos dicen que el presupuesto depende “de la imaginación que quiera echarle cada uno”.
En este local, los clientes buscan trajes tan sofisticados como de faraón, o bien relacionados con el cine y las series. También influye, explican, “lo que pidan desde los colegios”. Y, sobre tendencias, una de las polémicas habituales en estas fechas gira en torno al sexismo de los trajes: princesas para ellas y luchador para ellos, además de atuendos más ceñidos y cortos para las chicas que contrastan con los pantalones largos de hombre. “Esto ya se está superando”, señalan desde Disfraces Paco. “Cada vez hay más diseños unisex”, matiza.
Clientes que gastan 25 euros de media
A unos 500 metros, en Fantástica Party Fashion, un local próximo a la plaza de Tirso de Molina, todo es trasiego. Los clientes miran las etiquetas, se ríen al imaginarse con un enorme sombrero mexicano o con una peluca muy conseguida. Esta tienda está especializada en diseños atrevidos o directamente eróticos. No es una cuestión de gustos: es una apuesta inteligente que permite ampliar el negocio. En su web anuncian “disfraces de gatita sensual, profesora sexy, colegiala pícara, policía, presa, azafata aérea, pirata, fórmula 1, militar, marinera, sevillana y chulapa madrileña”.
Pero hay mucho más: todo tipo de corsés, sombreros, túnicas y antifaces con una gran variedad de precios y diseños. Para los más épicos, atavíos de templario o de caballero inspirados en Juego de Tronos, armaduras de plástico de romano y un arsenal de armas. Mientras cobra a unos clientes y a otros, Cristina, una de las encargadas, cuenta a Consumidor Global que este año la tendencia para Carnaval han sido los vikingos. Sobre el precio, dice que los clientes se dejan unos 25 euros de media. Y, en general, les va bien este año. “Cuando termina Carnaval viene la Feria de Abril con los trajes de sevillana, luego San Isidro, con las chulapas; y luego, las fiestas del Orgullo” enumera.
Halloween vs. Carnaval
Patricia Santirso, propietaria de Disfraces El Toldo, de Oviedo, rebaja un poco el optimismo: “Aunque este año ha vuelto la ilusión, sigue sin ser como antes de la pandemia, sobre todo en el caso de los adultos, que aún no disponen de tantos eventos como en años anteriores”, señala. En Sigue el Carnaval, un establecimiento de Valencia, sí son más positivos: “Aunque no se ha recuperado el nivel pre-pandemia, las ventas están superando las previsiones”, cuenta Laura, una de las responsables.
Según Santirso, el precio medio de un ticket en su establecimiento ronda los 18-20 euros. Esta cifra puede llegar a duplicarse en otras tiendas. Ramón, encargado de la barcelonesa La Pimpinela, un negocio con 35 años de experiencia, señala que este año las ventas están yendo bien, pero Halloween ha conseguido colocarse por encima de Carnaval y ya está más de moda. Según este empresario, en su tienda el gasto es de “unos 40 euros por cliente”. En cambio, en Disfraces Gilmar (Burgos), señalan que las ventas van mejor que las dos campañas anteriores, pero el gasto medio del cliente es de unos 25 euros.
Dificultad de competir con Amazon
Desde este establecimiento burgalés señalan que hacer frente a las compras en Internet es arduo. “Al final, la tienda física es para los disfraces de última hora. Si la gente se quiere preparar para Carnaval mira antes en un montón de sitios, compara precios… Pero si no tienes tiempo o si compras por obligación, como es el caso de los niños en el colegio, recurres a la tienda física”, explica a este medio Esther, una de las responsables de Gilmar.
Si bien este año las ventas van mejor, Esther coincide con el dueño de La Pimpinela en que el futuro próximo Halloween podría generar más ingresos que Carnaval. Para Juan, encargado de la tienda de disfraces Luis Carrasquilla, ubicada en Málaga, la competencia no está entre una fecha u otra, sino en webs como Amazon. “La gente tiene ganas de pasarlo bien, y es cierto que llevamos tres semanas buenas, pero no se puede competir con portales de este tipo”, explica.7
Marvel y Disney triunfan frente a Netflix
Carrasquilla señala que en los bazares asiáticos, que a priori podrían quitarles cuota de mercado, los precios ya no son baratos como eran hace unos años, así que los competidores reales son los portales de Internet “que tienen muchísima oferta.”
En cuanto a los diseños, argumenta que, para las niñas triunfan los disfraces inspirados en películas de Disney, como Frozen. Y, para los niños, el ganador es Spiderman: “Se lleva la palma. Todos los días se compra alguno. Hemos tenido que pedir y volver a pedir”, relata. Para adultos, menciona algunos que no pasan de moda, como de vaquero, indio o vampiro. Desde La Pimpinela, Ramón remarca como novedades los de Peaky Blinders. Y en Gilmar el éxito es para “Pikachu y todo lo relacionado con Pokémon”. La mayoría de vendedores coincide en que los diseños de Marvel están en el top, a diferencia de los de El juego del calamar, que arrasaron en Halloween pero “no se venden ahora casi nada”.
Desterrar géneros
Juan, de Disfraces Luis Carrasquilla, cree que los fabricantes “se han puesto las pilas” en el terreno del sexismo. “Ya hay más diseños que se hacen tanto para chica como para chico”, cuenta, pero apunta que, para los y las jóvenes en la veintena, Carnaval es una ocasión de ponerse algo que en cualquier otro contexto no podrían, y que intentan “disfrutarlo al máximo”, por lo que la sensualidad “se seguirá llevando”.
En la misma línea, Patricia Santirso, de Disfraces El Toldo, considera que “los cambios sociales no ocurren de un año para otro”. Donde más se nota la evolución, explica, es en los trajes infantiles. Según esta empresaria, “la gente más joven quiere lucirse o aprovechar para ponerse ropa que un día normal no se atrevería. Y también son cada vez más los chicos jóvenes que reclaman trajes en una talla pequeña para presumir y lucirse”.